10- El ajuste cambiario de 2010 -que llevó el dólar estadounidense de Bs. 2,15 a Bs. 4,30- se debió a dos factores esenciales: el desplome de los precios del petróleo desde los $120 hasta menos de $40 por barril; y la crisis energética provocada por la inusual sequía del período 2009-2010. En la actualidad, la cotización del crudo está a buen nivel (+ $100), hay un excedente de divisas –para el Estado- por lo anterior y la economía ha crecido 5% del PIB en 2012.
9- El dólar estadounidense se ha depreciado frente a otras monedas en los últimos años. En 2002, en Japón, el tipo de cambio era de 119 yenes por dólar y ahora (2013) está en 92, aunque la divisa nipona logró alcanzar un hito histórico de 86 yenes por dólar, en 2011. Contra el euro, el billete verde ha mermado 5% entre finales de 2012 y comienzos de 2013. En México, en marzo de 2009, la relación era de 15.35 pesos por dólar. En febrero de 2012, es de 12.71 pesos por dólar. ¿Por qué nosotros devaluamos?
8- En 1972, la onza de oro estaba en $30. En 2013, promedia los $1.700. Estados Unidos carece de grandes reservas naturales de dicho metal precioso –también de petróleo- y el dólar no se rige por el patrón oro, ya que éste se abandonó en 1971 para imprimir más billetes verdes (dinero inorgánico). Por el contrario, el precio del barril de petróleo en 1974 era de 9,31 dólares y en 2013 oscila los 108. Venezuela está entre los primeros cinco exportadores mundiales de este combustible fósil y los yacimientos auríferos en estas coordenadas son incalculables. Si el petróleo (*) y el oro (**) son los principales respaldos del bolívar como moneda, ésta debería revaluarse de cara al dólar estadounidense. ¿O no?
7- El nivel de deuda pública de Venezuela sobre el PIB es de 31%. Un guarismo muy saludable si lo comparamos con los de Japón +300% y Estados Unidos +150%. Al continuar “atados” al billete verde, estamos financiando el astronómico gasto público del Imperio y su modelo económico decadente. ¡Damos oxígeno a un desahuciado!
6- El dólar paralelo de los especuladores parásitos es una trampa para crear una burbuja con respecto a la divisa estadounidense, aprovechándose del control cambiario, y sirve de “comodín” para las fortunas súbitas relacionadas con la ilegal tasa de flotación “libre”. ¿Quién determina el precio de ese dólar? ¿El mercado real o un grupo de mafiosos cartelizados con acceso a vastas sumas de Benjamines? Devaluar para tratar de acabar con el “mercado negro” es como intentar matar una mosca con una bazuca.
5- El valor de la plata también se ha disparado más de 500% en tres años, lo cual indica la vapuleada credibilidad del dólar estadounidense. Ni siquiera los capitalistas a ultranza ya confían en la faz de George Washington en el papel: estos se han estado deshaciendo de sus billetes verdes para invertir en metales preciosos, yuanes chinos, francos suizos o bonos petroleros de Venezuela (¡aunque no lo crean!), por ejemplo.
4- Es cierto: la mayoría de los venezolanos no compramos dólares, ni negociamos directamente con ellos. Pero la medida de “ajuste” afecta siempre a los más pobres y a las capas medias. ¿Por qué? Muy sencillo: los comerciantes especuladores con el margen de ganancia más alto del orbe –entre 500 y 1.000%- subirán los precios escudados en una sempiterna justificación. Como se devalúa el tipo de cambio oficial, aumenta más “el negro”. Tales distorsiones son más evidentes en los importes de automóviles y sus repuestos, los electrodomésticos, los “gadget” tecnológicos, las medicinas y ciertos rubros alimentarios.
3- Los únicos que se benefician de una devaluación son los banqueros estafadores (¡valga el pleonasmo!), los empresarios “de maletín” que obtienen dólares CADIVI y los “inflan” para colocarlos en la centrífuga paralela y los comerciantes delincuentes que se hacen de un novel pretexto para cuadruplicar la valía de sus baratijas. Si estamos en la vía al socialismo, ¡eso es una espinosa contradicción!
2- En años recientes, innumerables acuerdos bilaterales de comercio han dejado por fuera al dólar estadounidense. En América Latina hay un demoledor precedente con la implementación del SUCRE (Sistema Único de Compensación Regional) en los países del ALBA. Otro golpe, en ese sentido, lo recibió el billete verde en Asia. La República Popular China y Japón ya utilizan sus respectivas monedas (el yuan y el yen) para realizar sus operaciones comerciales. C’est-à-dire, poco a poco va perdiendo terreno la hegemonía económica gringa en el planeta.
1- El bolívar venezolano, al estar avalado por el petróleo y el oro, está en condiciones de ser una divisa internacional con todas las de la ley. Verbigracia, cotizar el crudo en nuestra moneda local haría obsoleto el control de cambio; pulverizaría a los usureros del “dólar negro”; permitiría los viajes al exterior de venezolanos, sin necesidad de utilizar dólares; facilitaría las transacciones de las empresas públicas y privadas nacionales con sus proveedores foráneos; y devolvería un sitial de honor al bolívar en el mercado global de divisas. ¡Eso sí sería revolucionario! Si el Bundesbank teutón no confía en la Reserva Federal y desea retirar todo su oro de Estados Unidos en los siguientes siete años, destinando para ello más de 60 vuelos charter, podemos inferir que algo muy grave se acerca a los predios de Wall Street.
Proseguir con el tótem del “sacré dollar” es financiar el complejo militar-industrial (¡en Depresión!) y convalidar –indirectamente- la política belicista genocida de los Halcones de Washington. ¡Ya basta!
(*) Venezuela ostenta las mayores reservas certificadas de petróleo del planeta. Durante los próximos 50 años, no se perfila una alternativa barata y sustentable que sustituya a los combustibles fósiles. El “excremento del diablo” continuará siendo el rey por un largo rato.
(**) En el marco de la Segunda Gran Depresión Capitalista, el oro volverá a ser fundamental en las transacciones internacionales ante el inminente colapso del dólar estadounidense.
elinodoro@yahoo.com
@rpkampuchea
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