La otra especulación inflacionaria del mercado burgués

Costes y Precios

La literatura económica marxista, la que ha llegado al mercado de Occidente, divide las clases sociales en burguesía y proletariado, y define la primera como aquella clase formada por los dueños en privado de los medios de producción, y a la segunda  como la formada por los dueños de la fuerza de trabajo y carentes de medios de producción por antonomasia.

Y es lo que a primera vista se ve en la calle, en las fábricas. Los proletarios deben vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario, salvedad hecha de los artesanos que representan una suerte de eslabón en el tránsito de proletario a burgués.  El artesano que comienza a tener una ayudante o ayudanta, si capitaliza algún excedente monetario se convierte en capitalista y explotador de ese trabajador o trabajadora.

Pero, detrás de esa apariencia se ha escondido la más pesada especulación o inflación de costos; esta ha corrido a cargo de los fabricantes, y ha sido avalada por los comerciantes involucrados. [2] Resulta que tales depreciaciones o porciones de desgaste por el uso productivo de maquinarias, equipos y edificaciones son deducidas del precio de compra tales medios de producción y cargados al costo de producción para ser trasladados al precio de venta. Algo así como cuando un sastre opte por usar agujas de oro, y por ese motivo aumente el precio de venta de pantalones, fluxes, camisas y gabanes, que serían de menor costo y precio cuando usa agujas de acero inoxidable.[3]

Efectivamente, los ensayos socialistas del mundo (URSS, China, etc.) han nacionalizado   los medios de producción más importantes, la tierra, la maquinaria de mediano y alto rango productivo, unos medios de producción predeterminados por la estructura de costos de las empresas fabriles, comerciales y bancarias.

Ocurre, pues, que entre estos costos de producción aparecen las partidas correspondientes a las materias primas y a los medios de trabajo-las depreciaciones de maquinarias, equipos y edificios-a pesar de que los consumidores de las mercancías creadas por la fuerza de trabajo a partir de esos medios de producción sólo reciben alícuotas de las materias primas.

Esas depreciaciones han sido cuestionadas y revisadas porque muchos empresarios se acostumbraron a cargarlas abultadas y prematuramente, al punto de que han cargado  en libros 100% de maquinarias y edificios antes de que su vida útil haya sido productiva y totalmente utilizada. Una variante de estos falsos costos de producción es el reemplazo prematuro de maquinarias con mayor capacidad de la requerida en los planes de producción, maquinarias que por lo general han sido aprovechadas en un % muy por debajo de su capacidad potencial, una irregularidad contable mediante la cual han provocado escasez de bienes de la cesta básica y mantenido niveles de precios siempre crecientes.

Pero la depreciación que representa falsos costos o costos inflacionarios de fábrica es aquella que está recogida en los manuales editados e incorporados en los pensa de estudios de afamadas y burguesas y no burguesas academias de Contaduría de Costos. Los Contadores del mundo Occidental y Oriental han bebido en esas fuentes y con ello han asentado en libros unos componentes de costo por concepto de unos medios de producción que no recibe el consumidor, que sólo le son útiles al empresario a fin de incrementar la productividad de la mano de obra.

Con estos falsos costos, que inflan los precios desde la fábrica misma, los empresarios pierden o salen anualmente, por compraventa, de la propiedad privada de esos medios de producción que teóricamente y por definición los acreditaría como personas pertenecientes a la clase burguesa, dueña económica y jurídica de los medios de producción.

 


[1] Economista ramcam@cantv.net

 

[2] En “PRAXIS DE EL CAPITAL” doy cuenta detallada de este fenómeno económico.

 ramcam@cantv.net



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Manuel C. Martínez M.


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