Desde el momento de su juramentación como Presidente de la República, Nicolás Maduro puso en marcha una política que denominó “Gobierno de Calle”. En un gobierno revolucionario esa debe ser la regla y no la excepción. Ahora bien, lo más importante es lograr que ese esfuerzo adquiera una dimensión colectiva que conduzca a una permanente movilización (y debate) popular para enfrentar la contrarrevolución, atender las necesidades y expectativas de la gente, defender la Revolución Bolivariana y llevar la calle al gobierno.
Es innegable el esfuerzo que está haciendo Nicolás Maduro. Tuvo que encarar la campaña más difícil de los últimos 14 años. Una campaña que comenzó a pocos días de la muerte del Comandante Chávez, con el desconocimiento anticipado de los resultados sea cuales fueran. Una campaña corta, intensa y con la participación de factores internacionales obsesionados por destruir la Revolución Bolivariana como referente latinoamericano de cambio y transformación social.
En un mes de “Gobierno de Calle”, Nicolás maduro ha atendido directamente 4 estados (Zulia, Miranda, Barinas y Tachira), aprobando casi 200 proyectos, sosteniendo decenas de encuentros con diferentes sectores sociales organizados y productivos. Así mismo, ha visitado 4 países (Uruguay, Argentina, Brasil y Cuba) donde ha suscrito 75 Acuerdos Bilaterales de Cooperación para la integración complementaria y solidaria.
Mientras tanto, la oposición insiste en desconocer el resultado electoral como base de una estrategia que pretende deslegitimar las instituciones y al mismo tiempo ponen en marcha un plan de desestabilización que contempla asesinatos selectivos de dirigentes populares, atentados criminales contra instituciones dispensadoras de salud y, en alianza con empresarios privados (fundamentalmente el grupo Polar), han desatado una despiadada campaña de desabastecimiento de productos de la cesta básica alimentaria que ha provocado una especulación incontrolada. Protagonizan grotescas giras internacionales para buscar apoyos financiero y político de países imperialistas y rogar por mecanismos de intervención contra Venezuela. Todo lo anterior se desarrolla combinado con una campaña mediática de desinformación que busca crear zozobra en la población y quitarle fuerza popular al Chavismo. Esa línea unifica los distintos sectores de la oposición porque consideran que la ausencia de Chávez es lo más importante del momento político y es la oportunidad para restaurar el agotado modelo bipartidista con nuevos aires neoliberales.
Ahora bien, el objetivo político más profundo del “Gobierno de Calle” debe estar dirigido a desatar la fuerza movilizadora del Chavismo que hoy se encuentra desorientada y desmovilizada por la falta de un Dirección Política de carácter colectivo que pueda comprender el momento histórico que vivimos para convertirse en autentica vanguardia del Proceso Revolucionario. Esa trascendental tarea política corresponde, en primer lugar, al PSUV y factores políticos que conforman el Gran Polo Patriótico.
Nicolás Maduro y su equipo de gobierno están cumpliendo su tarea al impulsar el “Gobierno de Calle”, corresponde a la dirección política asumir la tarea de convertir la “calle en gobierno”. Entendiendo la calle como los trabajadores, los colectivos organizados, Consejos Comunales, sindicatos clasistas, organizaciones comunitarias, organizaciones indígenas, movimiento de mujeres, movimiento estudiantil y todas las expresiones del Poder Popular como única garantía para aprovechar el momento histórico y profundizar ese Proceso Constituyente que comenzó con el diseño y aprobación de la Constitución Bolivariana y aún no ha concluido.
El “Gobierno de Calle” adquiere su verdadera dimensión si nos aferramos al legado del comandante Chávez y asumimos (como él lo supo hacer) que la conexión con el pueblo Bolivariano se da en la calle. Recordemos que, en el año 2004, cuando la oligarquía creyó tener al Comandante acorralado, éste convocó al pueblo a la “Batalla de Santa Inés” y la creatividad popular se hizo política de calle para que surgieran miles, millones de Florentinos en combate por la vida.
El cuadro político nacional y regional exige la movilización de las fuerzas populares para construir políticas revolucionarias que puedan romper esa “rabia colectiva” que alimenta la confusión y pone en riesgo la Revolución Bolivariana. El momento político requiere que el “Gobierno de Calle” lleve la calle al gobierno.