Deseo iniciar estas líneas, expresando mi profunda preocupación por dos fenómenos que hoy más que nunca se profundizan dentro de nuestro proceso revolucionario, a tal punto que sigue minando espacios de poder, detrás de un método retórico que casi se ha convertido en una cartilla de fácil aprendizaje, que podríamos llamar “Como ser revolucionario en 10 lecciones”.
Este es el caso de los “Pomagás” (basado en los colores que componen el fruto del mismo nombre de origen Malayo, cuyo nombre científico es Syzygium Malaccense), que no son más que aquellos personajes muy rojos a la vista y profundamente blancos por dentro, no tanto por su origen partidista, sino por su cultura política e identidad valorativa, me explico.
Los Pomagás son aquellos personas que al hablar tiene la capacidad de citar a Marx o Chávez con una soltura y una lógica argumentativa de gran pertinencia, aún cuando un poco exagerados, son lo suficientemente persuasivos para convencer, y no solo bastando esto, se aprenden (seguramente por afinidad rítmica sin capacidad de comprensión lírica) canciones de Alí Primera, Silvio Rodríguez, Pablo Milanes, así como son capaces de recitar líneas completas del Manifiesto Comunista, o se pavonean repitiendo los 10 objetivos estratégicos con una vehemencia tal que parecieran no comprender que estos responden a una estrategia de un año, que por cierto ya esta terminando, e inclusos son capaces de llamarlos “los diez mandamientos”, y entre otras cosas, te declaman los artículos de La Constitución, cosas que por si solas no son malas, por el contrario demuestras un interés significativo ante el proceso revolucionario, pero en sus acciones están totalmente contrapuestas a la apariencia.
Las acciones de los Pomagás están orientadas por el arrivismo, la oportunidad y competitividad como premisa fundamental de su devenir. Cada acción gira en torno a la posibilidad de figurar y controlar todos los espacios donde se encuentran. Incluso, algunos llegar a ser racistas o clasistas y se evidencia en su trato a subalternos políticos o laborales, o se concreta en la constante evasión al contacto con el pueblo. Los Pomagás están concientes de esta limitación, léase, el asco que le tienen al pueblo, y en ocasiones logran demostrar, cuando no queda otra, que son capaces de tratar a un pobre o a un moreno o negro, pero jamás propondrán generar algún trabajo con comunidades de sectores populares donde él o ella sea quien lidere dicho proceso.
Los Pomagás, siempre desearan aparentar lo que no son, léase, humildes, democráticos, conciliadores, inteligentes, socialistas, esto se evidencia en gestos y comentarios que además evidencian un problema de autoestima, afirmando constantemente en público que ellos si son humildes, democráticos, conciliadores, inteligentes y socialistas de una manera exagerada y constante, especialmente cuando se encuentran en apremios.
Los Pomagás, por su carácter individualista y ególatra, no sabe trabajar en equipo, y nunca conforma equipos reales, generalmente se rodea, para estructurar equipos, de personas tan oportunistas como ellas que después le traicionan o con quien tiene conflictos al punto del irrespeto.
Sin embargo, Los Pomagás son pragmáticos, y tras tener algún objetivo claro, van tras el hasta obtenerlo, cueste lo que cueste, incluso vulnerando cualquier principio ético, y es por ello que logran colocarse en importantes puestos de poder, en efecto estos personajes además tienen la capacidad de enquistarse ya que en torno a ellos crean espacios macoyéricos que mantiene a punta de prebendas, siempre mostrando una cara hacia quien tiene el poder de mantenerlo, distinta de el que le muestra al pueblo, a sus empleados subalternos o a sus subalternos políticos.
Este es uno de los aspectos, entre otros, que va sumando a la conquista de la Kakistocracia como forma de gobierno. Entiéndase por Kakistocracia, el sistema de gobierno de los más ineptos, de los más incapaces, de aquellos que precisamente por ser pragmáticos, hacen lo que sea por obtener alguna cuota de poder, persuadiendo al otro que lo acompañe ya que así podrán disfrutar de los beneficios y privilegios del poder, sin tener objetivos claros en lo colectivo, por tanto quienes gobiernan en un sistema kakistocrático son individualistas, compiten deslealmente, utilizan las peores argucias y además se mantienen a pesar de la incapacidad de poseer el conocimiento técnico, filosófico o ético para el ejercicio de la cuota de poder que posee.
Esto se refuerza por el hecho de que quienes tienen la solvencia ética, y el conocimiento mínimo pertinente, eluden la responsabilidad por el riesgo, entre otras cosas, de ser asociado con un sistema como el kakistocrático. Este fenómeno definitivamente pone en riesgo el proceso revolucionario, ya que los pocos que se arriesgan, son atacados de manera inclemente hasta hacerlos desistir, cuestionándolos sin base, en perjuicio de su honor.
Para culminar, quisiera alertar que, sobre estos dos elementos se sostiene la corrupción, que no es más que la degeneración ética de los postulados de un nuevo socialismo.
Nicmer N. Evans/ nicmerevans@yahoo.es
Politólogo/Profesor-UBV