El presente escrito surge de la necesidad de aclarar el perfil y la intencionalidad que tiene el denominado Trabajo de Aplicación, para las áreas de Ciencias Sociales de la UNELLEZ-VPA; sobre todo porque han surgido posturas rebuscadas, arbitrarias, superficiales, absurdas; que tratan de cuestionar un trabajo interdisciplinario que se hizo entre los años 2007-2009, para generar una metodología de acercamiento del estudiante de Ciencias Sociales (carreras Licenciatura en Administración y Licenciatura en Contaduría Pública) a las comunidades, a su entorno natural.
El Trabajo de Aplicación pertenece a la modalidad de los trabajos especiales de grado, que se fundamentan, en ciertos aspectos, en la investigación acción participativa, sin invadir sus espacios metodológicos, sólo pretendiendo articular la formación, investigación e interacción socio comunitaria y orientar hacia la solución de problemas que afectan el entorno o medio ambiente en el que está inmersa la universidad y sus estudiantes.
De la investigación acción, el trabajo de aplicación toma su filosofía de involucrar a los estudiantes, profesores, miembros de la comunidad y actores del gobierno nacional, regional, local y la empresa privada en la búsqueda de las soluciones a problemas que permitan el desarrollo endógeno de la comunidad. La elaboración de proyectos de acción participativa conlleva a una cultura de trabajo en equipo, a la investigación participativa y a la construcción colectiva de ideas para la elevación de la calidad de vida de la gente.
El proyecto del trabajo especial de grado, o trabajo aplicación, se inicia con el Subproyecto Práctica Profesional I, aunque verdaderamente su origen parte desde Metodología de la Investigación al comienzo de la carrera profesional. En estos Subproyecto se desarrolla la construcción del discurso científico denominado Tesis de Grado que aborda diferentes fases como lo son: a) Título, b) Planteamiento del Problema, c) Objetivos de la investigación, d) Importancia o Justificación, e) Limitaciones, f) Antecedentes, g) Bases Teóricas, Sistema de Variables, h) Marco Teórico, i) Postura ontoepistemológica y Tipo de investigación, j) Población y Muestra,(opcional) k) Instrumentos de Recolección de Datos, l) Técnicas de Análisis, m) Propuesta, n) Aplicación de la Propuesta, o) Relatoría de la Aplicación de la Propuesta, p) Resultado y Análisis del impacto que tuvo la propuesta, q) Conclusiones y recomendaciones, r) Bibliografía General, y s) Anexos.
En razón a la fundamentación metodológica del trabajo de aplicación, es importante mencionar que se ha partido de cinco autoridades en el tema de la investigación para las ciencias sociales: los profesores Jacqueline Hurtado de Barrera, Miriam Balestrini, Ezequiel Ander-Egg, Carlos Sabino y Mario Tamayo y Tamayo. Cada uno, en su dilatada obra publicada en textos de dominio público (también en sus páginas web), ha detallado el sentido de identificar una necesidad, buscar una solución para satisfacerla, aplicarla y medir el impacto que tuvo haber aplicado esa potencial solución.
Para acercarnos a un ejemplo directo, valga la postura de Marylin Giugni O., Desirée Delgado L., y Mirella Herrera C., de la Universidad de Carabobo, que en su ensayo arbitrado (publicado en la revista Docencia Universitaria, Vol. IX, Nº 2, Año 2008, SADPRO – UCV, Universidad Central de Venezuela), titulado “Percepción de Utilidad de una Herramienta para la Gestión de Trabajos Especiales de Grado basados en Sistemas Web”, expresan, para el caso que les ocupa, que se valen de la investigación acción participativa pero haciéndole una adaptación que permita al investigador aprovechar la herramienta metodológica que da la investigación acción pero sin alterar la ubicación temática del investigador y sus objetivos puntuales de resolver problemas de carácter administrativo-contable. Para el caso del ejercicio de estos investigadores, o la utilización de la investigación acción para temas de ingeniería en sistemas, la adaptación les quedó de la siguiente manera: “La investigación fue desarrollada utilizando la Metodología Investigación-Acción propuesta por Susman y Evered (1978), por la adaptación que de ésta se hace en el contexto de la Ingeniería de Software y Sistemas de Información. A continuación se detallan las cinco fases presentes en el proceso iterativo: 1. Fase de Diagnóstico: Corresponde a la identificación y descripción de la situación actual. Aquí se obtienen evidencias que sirven de punto de partida y comparación con los datos que se observen de los efectos del plan de acción. 2. Fase de Planificación de la Acción: Especifica las acciones que deben ser ejecutadas para mejorar el problema. 3. Fase de Implementación de la Acción: Se implementa la acción planificada. Los investigadores y participantes colaboran generando cambios que mejoren la situación actual. 4. Fase de Evaluación: Después de ser completadas las acciones, los investigadores evalúan las salidas, utilizando técnicas apropiadas que aporten evidencia de la calidad de las acciones emprendidas. 5. Fase de Especificación del Aprendizaje: Es el cierre del ciclo, aquí se reflexiona sobre los resultados de la fase de evaluación. Posiblemente se dará inicio a una nueva iteración.”
Como puede darse cuenta el lector, la concepción que se le da a la investigación acción participativa obedece a la necesidad que tenga la disciplina y grupo de investigadores para responder a sus necesidades de investigación; la investigación acción participativa es flexible, elástica y moldeable a realidades complejas. No hay una receta que la oriente o la determine. Por ello, el papel del investigador es holístico, no bi-dimensional.
Otro aspecto a destacar es el paradigma o enfoque de ese trabajo de aplicación. Perfectamente puede ser Cualitativo o Cuantitativo; es un asunto que decide el investigador con su tutor o grupo de asesores; lo que está negado es a ser visto como “cualicuantitativo”, eso no existe, es contra natura. Uno de los críticos a estas posturas, Miguel Martínez Miguelez, a quien falsamente se le ha atribuido secundar la utilización de esta aberración metodológica, de lo que escribe es de la complementariedad de los enfoques, no de su unidad o compactación. Por lo menos, en los textos leídos de él, entre ellos “El paradigma Emergente”, no se aprecia sino una postura de apoyo de ambos enfoques en la acción de indagación científica. Debe haber sí una postura del investigador que identifique hacia donde su estudio indica mayor adhesión, hacia la cantidad, o resultado; o hacia la cualidad o proceso.
Se ha sugerido, sin embargo, la identificación del trabajo de aplicación con el paradigma postpositivista, puesto que es un paradigma enmarcado en la línea de la complementariedad y respeta los afluentes y límites de cada enfoque metodológico (cualitativo-cuantitativo); no los mezcla, sino que los diferencia y deja, al investigador, la decisión final de cómo califica el enfoque de su discurso científico.
Para definir el paradigma, o modelo, postpositivista se presenta una voz altamente calificada, el Dr. Guillermo Terán Acosta, tomado de su libro “Hacia una Educación de Calidad”, sub-punto “El Proyecto de Investigación: ¿Cómo elaborarlo? Quien expresa: El paradigma positivista, denominado también paradigma cuantitativo, empírico-analítico, racionalista, se basa en la teoría positivista del conocimiento, se caracteriza por su naturaleza cuantitativa, sostiene el realismo ontológico al manifestar que se puede descubrir cómo funciona la naturaleza y predecir fenómenos naturales. La realidad está fuera de las cosas, es decir la realidad está determinada, la realidad es observable, medible y cuantificable…La epistemología positivista –continúa el Dr. Terán- se caracteriza por ser objetiva, el conocimiento se obtiene al formular preguntas correctas a la naturaleza y dejar que ésta responda. Lo que busca el conocimiento positivista es la causa de los fenómenos y eventos del mundo social, formulando generalizaciones de los procesos observados. La metodología positivista es por naturaleza experimental y manipulativa. El centro del problema es lo empírico, la naturaleza misma es capaz de ser sometida a experimentación, cuidadosamente controlada…”
El paradigma positivista, en su nueva versión integradora y holística, asume una postura interpretativista que le califica como opción en el momento de asumir, en vez de los resultados, el proceso de investigación, como garantía de validez del trabajo en la búsqueda de una verdad objetiva. Expresa el Dr. Terán: “Ante la posición del positivismo, surge otro paradigma alterno, el postpositivismo, denominado también paradigma cualitativo, fenomenológico, naturalista, humanista o etnográfico, que es una versión modificada del positivismo. Estos nuevos planteamientos proceden fundamentalmente de la antropología, la etnografía, el interaccionismo simbólico entre otros. El paradigma postpositivista sostiene una postura ontológica más flexible al aceptar que la imperfección de los sensorios y el intelecto humano no permiten percibir y conocer el mundo y sus causas tal como están ahí afuera. La realidad existe pero no puede ser totalmente conocida, esta es manejada por leyes universales que no pueden ser totalmente aprehendidas. Para este paradigma, la realidad es holística, global y polifacética, nunca es estática ni tampoco es una realidad que nos viene dada, sino que se crea.
Desde el punto de vista epistemológico es subjetiva, se considera que el conocimiento es un producto de la actividad humana, y, por lo tanto, no se descubre, se produce. Los hallazgos emergen dentro de la interacción del investigador y lo investigado, los hallazgos de la investigación deben ser consistentes con la tradición existente en un área y de la comunidad crítica. La metodología puede mejorarse realizando los estudios en sus contextos y sitios originales, introduciendo métodos cualitativos, y manejando estilos de derivación de teoría subyacente y por descubrimiento.
En una palabra, lejos de establecer polémicas, lo que se busca es a motivar a los acuciosos críticos y detractores, a que investiguen, busquen formas, maneras de expresar sus posturas críticas en un plano de respeto y de enriquecimiento al debate, no desde lo lejano de un horizonte de especulaciones y de discursos que llevan como título un abordaje agresivo y descalificador, que abona el terreno de la intolerancia y por ende nos aparta del diálogo académico, el cual no debe cortarse ni anularse, porque allí sí la imposición de normas y procesos se hace valer y se pierde lo fructífero de una universidad: la confrontación de ideas.
Simplificando lo dicho, y buscando un perfil de esa ciencia postpositivista, valga destacar los siguientes aspectos de ella:
La ciencia postpositivista considera que sobre un objeto caben diversas interpretaciones válidas, diversos lenguajes.
La apuesta por el diálogo se traduce en un intento pragmático de ampliar la comunidad, de dar cabida al mayor número de voces posibles sobre un asunto determinado.
La ciencia postpositivista, hermenéutica y dialógica, reconoce la falibilidad de toda interpretación.
La ciencia postpositivista produce, distribuye y consume sentidos acerca del mundo. Trata de dar cuenta del mundo, y, en el campo de la ciencia social, procura dar cuenta del mundo social, de su condición y potenciales proyectos.
La ciencia social postpositivista afirma que toda posición teórica tiene potenciales consecuencias prácticas. Por ello, y de acuerdo con su voluntad dialógica, esta ciencia sostiene apuestas teoréticas acordes con consecuencias prácticas democratizadoras.
La ciencia postpositivista apuesta por una ética de la responsabilidad, basada en la suspensión de los juicios de convicción de la verdad propia para considerar las otras verdades.
La ciencia postpositivista desemboca en una categoría epistemológica clave por su nexo con la práctica ético-política: la categoría de objetividad; por la cual se entiende, la adecuación del enunciado con la cosa enunciada a partir de un lenguaje considerado privilegiado.
La ciencia postpositivista y dialógica, según Javier Benito Seoane Universidad Central de Venezuela -Venezuela. Universidad Católica Andrés Bello –Venezuela, en su ensayo “Teoría social clásica y postpositivismo”, adopta para sí gran parte de esta reflexión marxiana. Mantiene un acuerdo en torno a la crítica a la epistemología positivista y subscribe la perspectiva dialéctica hasta que ésta comienza a coquetear con el cierre dogmático. De hecho, las consideraciones marxianas que apuntan en la dirección de una «sociología del conocimiento» conforman una de las fuentes indiscutibles del postpositivismo. Marx forma parte junto con Nietzsche y Freud, diría Ricoeur (2004), de los filósofos de la sospecha, antecedentes fundamentales de todo el cuestionamiento postpositivista. El concepto de ideología es en sí mismo una denuncia contundente de las consecuencias perversas que determinadas teorías y formas de conciencia tienen para la aspiración de una sociedad justa, democrática.