Desde que la turba de trabajadores en el Chicago de la década de los treinta, arremetió violentamente en exigencia de Derechos en la actividad laboral, el trabajo tuvo su Día Internacional, significando un símbolo lleno de magia nostálgica del recuerdo a los caídos; el trabajo en la era industrial fue identificado con el inicio del cambio, con el reconocimiento a una población activa que ha aportado un recurso humano calificado para el desarrollo y la productividad, pero que sobre todo ha sido paciente para hacer los cambios desde el silencio del voto universal y secreto.
El ser humano al comenzar su periplo por la dinámica planetaria, fue adquiriendo interés por mantener, en las mejores condiciones Organizativas, una convivencia que asegurara confort y bienestar para el colectivo. Al comienzo como recolectores, luego como furtivos cazadores, dieron forma a un sistema de intercambio que se caracterizaría por un esquema de proveedores y consumidores, los cuales hoy en día abarcan el espectro de civilización del trabajo. En tal sentido nos dice Louis-Rená Nougier, en su obra El origen del trabajo, 1965, "los primeros seres del género homo son recolectores perpetuos e integrados sin descanso a la recolecta de vegetales, de frutas, de granos, de tubérculos, de raíces y pronto también a la de animales de las especies sin defensas, sin velocidad y sin reflejos. Desde el origen, la asociación con sus semejantes multiplica sus posibilidades. Lo que nunca hubiesen podido hacer solos lo realizan agrupados... "Los primeros gestos humanos, los gestos elementales de la vida, son puramente manuales. Es la mano desnuda la que coge, la que atrapa, la que trae. Pronto será ayudada por el borde natural cortante de una concha para rascar, por el guijarro fluvial redondo para machacar, por la rama muerta del árbol para acercar o alcanzar...El paso decisivo de la animalidad al hombre, el salto, es el momento preciso en que el primer ser para humano...coge dos guijarros para entrechocarlos el uno con el otro, con el fin de romper uno y hacerlo más afilado o más cortante, provocando así un ángulo nuevo, vivo y cortante".
Es a partir de esta experiencia descrita por Nougier que la débil mano humana se prolonga y se acoraza, haciéndose el primer choque entre el guijarro-material y el guijarro-percutor, surgiendo la primera herramienta y con ello la potencialidad de transformar la materia.
Se dio el gran paso y en la medida que ese gesto se repetía una y otra vez, permitiéndosele la posibilidad de perfeccionarse, fue gestándose el trabajo como respuesta a un esfuerzo humano que orienta la transformación de la materia a la creación de utensilios que hagan más confortable la vida. Luego se crearían los talleres que implican una organización del trabajo en jerarquía más técnica, donde cada individuo se ocupa de una determinada tarea y la sumatoria de estas tareas, dan un producto determinado de interés colectivo. En acepción de Nougier, "esta organización social, de por sí compleja, implica una organización del trabajo que no hace sino diversificarse y enriquecerse. A esos desarrollos técnicos, corresponde una vida cada vez más diferenciada de los trabajadores, cada vez más especializada, y, por ende, más jerarquizada."
Finalmente, en los talleres fueron el preámbulo para el trabajo en serie, este tipo de actividad organizada se inició con la recolecta de la materia prima y el posterior tratamiento de la misma para lograr contornos y modelos más equidistantes a los requerimientos humanos. Luego, después de varios siglos, el valor intelectual del "homo sapiens" comenzó a ser valorado y pesado como esfuerzo de trabajo productivo. La asociación establecida entre la creación del dibujo y la caza feliz, es uno de esos saltos mediante los cuales la humanidad progresa. La unión creada entre dos dominios diferentes, el de la creación intelectual y el otro más tangible de la vida real, dominios tan íntimamente unidos que se confunden en el alma primitiva, marca profundamente las civilizaciones de los grandes cazadores de la Edad del Reno.
En este sentido, el desenvolvimiento del hombre se hizo en razón de un instinto de supervivencia que luego daría forma a gestos muy particulares denominados, por su constancia y esfuerzo, trabajos. Esta denominación ha marcado la historia de la humanidad hasta convertirla en la razón de ser de la existencia, puesto que toda la creación del hombre está en razón a esta actividad y es ella la que moldea y define el potencial de vida en una Sociedad.
Reiterando lo anterior, la vida social y las condiciones de trabajo, son fuertemente modificadas. La mujer aumenta sus obligaciones, como antes, en los tiempos de la recolecta eterna. La mujer en el hogar es ahora sólo un mito, y después da la recolecta será el campo, y pronto la fábrica. Una evolución singularmente precipitada, puesto que cubre los pocos milenios antes de nuestra era."
Finalmente, el trabajo es la excusa de vida del hombre moderno. A él se adhieren las esperanzas de transformación y desarrollo humano; en razón del trabajo el hombre planifica su existencia y ejecuta los planes de profundización de su raza, ceñido a la naturaleza y tomando de ella su energía y vitalidad necesaria.