En estos días en que todo parece en extremo complejo, descubrir el pensamiento de Anna Pagés Santacana (Barcelona, 1965), doctora en Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona, a través de su libro “Al filo del pasado” (Editorial Herder, España, 2006; recientemente publicó “Sobre el olvido”), ha permitido dilucidar nuevas formas y maneras de interpretar la realidad social y cultural del mundo moderno. A menudo nos sentimos atrapados en un esfuerzo por entender el pasado, y es en esa situación que se impone un asunto complicado porque el pasado significa siempre menos, a veces o más, de lo que quisiéramos, e intentamos en vano registrarlo en una historia, convirtiéndonos en notarios voluntariosos pero insuficientes de nuestra existencia.
En este aspecto, Pagés, advierte en su obra que necesitaríamos un pasado intempestivo, donde el anhelo nunca encaje del todo, pero al que se pueda tomar como referencia. En el libro “Al filo del pasado”, ensayo de hermenéutica filosófica, se busca hacer una lectura en clave de la histórica del pensamiento del filósofo alemán Hans-Georg Gadamer (1900-2002), resaltando su logro fundamental que no es otro que descubrir y mostrar la naturaleza de la comprensión humana a nivel teórico-metodológico; donde la verdad está ligada al método y no puede considerarse una sin la otra. Pagés destacada que Gadamer fue muy crítico con los dos enfoques metodológicos que se emplean en el estudio de las ciencias humanas, por un lado, criticó los enfoques modernos que buscan modelar el método de las ciencias humanas con base en el método científico; y por otro, criticó el método tradicional de las humanidades, cuyo enfoque se hace explícito en la obra de Wilhelm Dilthey (1833-1911),filósofo alemán, historiador, sociólogo, psicólogo y estudioso de la hermenéutica, quien creía que para lograr una interpretación correcta de un texto era necesario desentrañar la intención original que manejaba el autor cuando lo escribió.
Otro aspecto que aborda Pagés en su libro, es la búsqueda de entrar en diálogo desde una perspectiva que le de significación a la tradición cultural, desde el punto de vista Gadamer y de autores afines a la idea de interpretar la realidad, como es el caso de Hegel, Heidegger o Nietzsche, abarcando comprender lo humano y tratando de elucidar el problema de la cultura en su dimensión de pasado. En este recorrido que introduce Pagés al lector, experto o no en temas de filosofía, se capta la intención de restituir el significado de la historicidad, en un pasado ausente que se presenta, contradictoriamente, no del todo ausente, dado que la experiencia de la formación como transmisión cultural en este tiempo, irrumpe contra las posturas inter y multidisciplinarias que ahogan el interés por lo natural y real, y fabrica la necesidad por lo transformado y creado por el hombre en ese afán de modelar una sociedad dependiente del consumismo y sus bifurcaciones.
Acercando su reflexión a lo cotidiano, Pagés describe que quien anda hoy en día por las avenidas de las grandes ciudades del mundo, se encuentra a cada rato con elementos que intentan detener su marcha; hay llamadas, advertencias, promesas tratan de irrumpir en el flujo cotidiano, atraer la atención e interrumpir el camino al lugar de destino donde el caminante tiene previsto cumplir su próximo objetivo, uno de los miles de propósitos que llevan adelante el día a día de su vida formado por un conjunto más o menos establecido de necesidades, intereses e obligaciones. Al respecto Pagés categoriza metafóricamente las huellas que otros hombres (grupos o colectivos del presente o pasado), han dejado para atrapar al transeúnte en su red y llevarle al lugar o terreno que les interesa. Esta descripción, que articula con la realidad las ideas de Gadamer, se refiere en concreto, a la intención de los signos que apuntan tanto al pasado, como a algo que se conoce ya de alguna manera, proyectando los acontecimientos hacia una imagen que muestre la experiencia, visión, ideal, interacción y futuro, en el sentido de lo más cercano, en el sentido de lo más lejano, capaces, por sí solos, de detener y cautivar al hombre entregado a sus objetivos y quehaceres cotidianos. Lo mismo ocurre con los monumentos que se encuentran en las calles y plazas de la ciudad, interpretarlos en ese espacio urbano sirve a la interacción entre el recuerdo y la promesa para atrapar la atención del transeúnte, detener su paso y llevarlo a un determinado campo de interés.
En un aspecto puntual, Pagés relaciona la hermenéutica gadameriana con un acto de interpretación de lo cotidiano; las grandes ciudades están sembradas de monumentos que intentan formar al paseante inculcándole sus historias del pasado y sus visiones del futuro. Más, las ciudades cambian. Si se supiera qué o a quién pertenecen las huellas que se observan en lo cotidiano, si se supiera exactamente a dónde llevan aquellas presuntas huellas que se piensa que se han descubierto en el proceso interpretativo, se está adentrando en el laberinto de la hermenéutica, del simple y complejo acto de reflexionar el aquí y el ahora, tornando al pasado y al futuro, de manera simultánea. Interpretar significa, según Pagés, acercarse a la huella, en principio, es algo que guarda, o al menos promete guardar, una historia, entendiendo historia tanto en el sentido histórico-temporal como en el sentido de la narración.
“Al filo del pasado”, es un ensayo de hermenéutica filosófica, como se indicó, que busca hacer de Gadamer un detonante para el diálogo cultural en lo que para autores como el polaco Zygmunt Bauman (1925), se conoce como modernidad líquida: “…estado fluido y volátil de la actual sociedad, sin valores demasiado sólidos, en la que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios ha debilitado los vínculos humanos”.