El presidente del PSUV. ¿Por qué no una enmienda estatutaria?

Las últimas decisiones relativas al Psuv, me parecen muy acertadas. Me refiero, en primer término, a la convocatoria del Congreso del partido; es muy oportuna y que en éste, uno de los asuntos primarios a tratar, sea el referente a la escogencia del Presidente del mismo, como acaba de declarar el compatriota Héctor Navarro. Por supuesto, creo necesario allí se ventile lo relativo a la táctica y la estrategia, para hacer los ajustes necesarios y homogeneizar maquinaria y pensamiento hasta donde sea posible y otras cosas más, para que el proceso avance hacia la meta del socialismo.

El Congreso anterior, el fundacional, que sancionó los Estatutos, de acuerdo con lo dispuesto en este mismo documento, designó presidente del partido a Hugo Rafael Chávez Frías, quien como es un hecho público, era el presidente de la república y el líder indiscutible, histórico, del proceso bolivariano; para hablar coloquialmente “allí no había para dónde coger y escoger”.

El colectivo del partido, más allá del congreso, estuvo consciente que no estaba eligiendo presidente del partido al hombre que ejercía el Poder Ejecutivo en Miraflores, sino al líder del proceso todo; la figura que emergió de las entrañas del pueblo a impulsar el proceso bolivariano y no había forma de separar un personaje de otro.

No obstante, antes y después, hubo serias críticas, por lo incómodo y riesgoso que implicaba depender de un liderazgo tan avasallante. Todavía no creo que sea difícil entender eso. Que el chavismo se haya consolidado, para obtener victorias como la del 8D, no valida la idea que sea saludable depender de una figura o un liderazgo individual. La inesperada muerte de Chávez, produjo sin duda alguna, un estado de incertidumbre que fortaleció aquellas críticas.

Debemos fortalecer la idea que para ser líder del partido, hay que salir de las entrañas de las masas, del convivir y luchar diariamente con ellas; no basta con formarse una figura desde la altura del gobierno o ser producto mediático. Juicio éste, para evitar malos entendidos, no tiene nada que ver con Nicolás Maduro, sino con esas figuras que suelen salir del anonimato a un ministerio o programa televisivo y en breve tiempo, por la magia “del mago de la cara de vidrio”, se convierten en fuertemente atractivos.

Por eso, cuando en vida del compañero Chávez, se desató aquella importante discusión aún vigente, de separar los integrantes del gobierno de la dirección del partido, se excluyó a Chávez y no porque era quien ejercía en Miraflores, sino por todo lo que significaba y lo enraizado que estaba en el alma popular. De hecho era un líder popular y el único. El mismo presidente, en aquella oportunidad, en una importante intervención que debe estar grabada o impresa, porque forma parte de su herencia cultural y política, se manifestó partidario de aquella idea. Para él, el partido debía ser vigilante, en nombre del colectivo, del pueblo, de la acción oficial y no dejar que el gobierno controlase al partido. El liderazgo debe estar empapado e impregnado del pensamiento y pregón popular.

Por eso, en sus estatutos, el partido se define diciendo que “nace como una expresión de las luchas y la voluntad revolucionaria del pueblo; será la herramienta política para unir la acción revolucionaria y social y llevar a cabo las tareas estratégicas para lograr la felicidad social”.

El presidente del partido es la máxima autoridad del mismo, tanto que tiene la facultad de designar los miembros del Buró Político Nacional, máxima autoridad colectiva después del Congreso. Lo que implica que ejercer ese alto cargo partidista comporta, además del vínculo con la organización y a través de ella con el pueblo todo, una pesada responsabilidad y exige mucha dedicación.

Es riesgoso, volvamos a decir esto por lo menos, que el partido sea dependiente del gobierno y no al revés, siendo aquél el vínculo más cercano en la calle con el movimiento popular. La dirección del proceso, como quiere el presidente Maduro, tendría mayor carácter colectivo si estableciera esa conducta desde la normativa.

De manera, que el Psuv enfrenta un reto de gran envergadura que puede significar mucho para su futuro inmediato. Es infantil, lo digo así para evitar malos entendidos, decir que uno sabe las tendencias que habrán de expresarse.

Una de ellas, que se asomó sin intención de imprudencia, es partidaria de continuar la práctica iniciada con Chávez. Creo haberla leído en alguna parte y en declaraciones de alguien importante. La otra, la que en una oportunidad apoyó Chávez, si es que se manifiesta esta vez, estaría a favor de escoger un compañero fuera del Poder Ejecutivo, por las mismas razones que se dieron en su oportunidad y que aquél, nuestro eterno líder, hizo suyas.

Nicolás Maduro es nuestro presidente. Chávez vio en él cualidades excelentes para, primero nombrarlo canciller, para sorpresa de muchos y luego designarlo su heredero como candidato presidencial.

Como uno sabe de esa extraña perspicacia, olfato casi mágico de Chávez para percibir los procesos políticos y conocer el alma de la gente, no tiene dudas que Nicolás Maduro podría ser presidente del Psuv. Hasta ahora ha sido un excelente presidente de los venezolanos. Pero por esas mismas cualidades de Chávez y la opinión generalizada en muy abundantes mentes despiertas del partido, cuyas voces y opiniones Chávez escuchó y asumió, relativas a separar la dirigencia del partido del gobierno, piensa si no sería sensato, así como elegimos a Nicolás presidente de Venezuela, tal como nos encomendó nuestro querido presidente fallecido, también sigamos su consejo de escoger como presidente del partido otro compañero no funcionario del Ejecutivo, simplemente para mantener el equilibrio y que, la contraloría que deba realizarse sobre el gobierno, sea más eficiente.

Estas opiniones las emite un personaje que no pertenece a grupo alguno, porque estos me producen piquiña. Tengo la negativa percepción, por la experiencia que me tocó vivir, que los grupos suelen hacer demasiado daño; tanto como acorralar y hasta excluir a todo aquel que aun siendo útil, no se avenga a los intereses inmediatos del grupo, que no siempre son los de la revolución, sociedad toda y clases oprimidas. Por todo esto último, ratifico que estas opiniones son sólo mías y además transparentes; no hay absolutamente nada por detrás, como un encargo como suele decirse cuando uno hace críticas en un sentido u otro, sino el simple y bondadoso deseo de ser útil al proceso. ¡Nada distinto busco!

Esa sola decisión nos garantizaría que otros funcionarios del gobierno, hasta en exceso, se tomen los cuadros dirigentes del Psuv. Unos deben vigilar y otros ser vigilados. ¡Y vaya qué necesitamos vigilancia! u “ojo pelao”, como solía decir Hugo Chávez.

Por todo lo anterior ¿no sería sensato, ahora que se reúne el Congreso, una enmienda estatutaria que prohíba a miembros del Ejecutivo a cualquier nivel formar parte de los órganos directivos del partido?

Los argumentos ya se dieron, los dimos, aunque prefiero hablar en singular, en abundancia en su oportunidad y, por ahora, no creo pertinente repetirlos.

En todo caso, la decisión del colectivo es para mi de obligatoria y gustosa aceptación. “Vox populi, vox Dei”.


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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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