El PSUV “de mis tormentos” como diría el finado Cabrujas, pero sin la nostalgia de quien fuera el connotado dramaturgo y escritor de telenovelas por su partido naranja: el MAS. Sin nostalgia, porque como ya lo conté por este medio, no tengo ninguna responsabilidad con este partido aun siendo de los primeros que el él se inscribieron, pero ¡cómo jode compadre! este partido que nació para ser la vanguardia del proletariado y no pasa de ser una maquinaria electoral. Va pa’tras como el cangrejo y de no meterle ojo, de maquinaria pasará a maquinita y en efecto Benjamin Button terminará en tuerquita. Sí, está bien, sé que la cosa no es soplar y hacer botellas, pero coooooño…
Desde su fundación en el 2008 ha habido una importante cantidad de elecciones de todo orden: presidencial, legislativa, regional y de referendo y considerando que sus integrantes no son nuevos en el asunto y que muchos de ellos han trajinado el camino desde la Cuarta ¿se justifica que a estas alturas todavía nos estén vapuleando como en Valencia y Barquisimeto, por nombrar sólo dos ejemplos de derrota humillante. Por lo mínimo, ya lo han reseñado muchos, tenemos 19 elecciones a considerar como experiencia acumulada, 18 de las cuales ganadas. De que es un logro lo es, nadie en su sano juicio lo negaría, sin embargo lo aconsejable es que este partido se revise a fondo sin dilación alguna.
No digo que debe ser un partido de cuadros profesionales, de disciplina espartana, todos car’e cañón y mandarria en mano, dispuestos a caerle a piña a cualquier burgués con el que se topen en la esquina y desayunar carajitos cantando la Internacional, no. Eso sería pretender un Partido de ñángaras de dictadura proletaria, sacados de película gringa en tiempos de Guerra Fría, pero ni cabez’e huevo ni tío Cosa. Por qué el PSUV debe parecerse tanto a los partidos de la Cuarta cuando lo que se esperaba era la construcción del partido que llevara a cabo la transformación del país y por ende ser diametralmente diferente al viejo esquema político organizativo que corresponde al capitalismo chimbo que tenemos.
Es cierto que el esquema de Partido que a muchos nos ha quedado en la cabeza es el fantasma del partido leninista nacido al fragor de la revolución bolchevique en las condiciones propias de Rusia de principios del siglo pasado, en consecuencia sería necio copiar esquemas que no respondan a las condiciones concretas de nuestra realidad. Pero nadie puede negar que existan normas éticas mínimas de relacionarse que son inherentes a cualquier organización humana: reglas claras que rijan el comportamiento de cada uno de sus miembros en relación con el todo organizativo ¿Puede llamarse partido revolucionario una organización donde pareciera que hacer lo que me dé la real gana sea la norma siempre y cuando acepte luego retaliaciones?
Unas recientes declaraciones del camarada Diosdado así lo dan a entender. Dijo el máximo dirigente pesuvista que aquellos que no acataron en las elecciones pasadas las orientaciones de votar por los candidatos asignados, no tenían derecho a asistir al próximo congreso del Partido. Ahora resulta que los derechos de los militantes son diferentes a los derechos de la dirección y si aquellos se tomaron la libertad de votar con independencia de criterio, yo, dirigente del partido con el poder que me da el cargo los “espero en la bajadita” y cuando tenga la primera oportunidad ¡zas! Le impongo la sanción que considere más aleccionadora. Hubo muchos aplausos de los presentes ¿se darían cuenta de lo oído?
No se le arrugaría el ojo a Lenin a la hora de tomar la decisión de deslastrar al partido de elementos que discrepaban de las orientaciones del Comité Central, en las condiciones más difíciles de la lucha contra el régimen zarista y a riesgo incluso de quedar en minoría. Pero como ya se ha dicho, esto ni es Rusia, ni es el siglo pasado, ni es un partido leninista, ni se pretenden marxismos trasnochados. Solo espero que se mantenga lo de revolución socialista.
Saludos revolucionarios.
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