Tal día como hoy mis ojos y oídos impúberes vieron y escucharon por primera vez tu nombre, tú, hombre de cara común, de voz templada y firme mirada, que a pesar de lo que mis oídos escuchaban al fondo, rifles en la lejanía de una tensa calma de la Caracas dolida, con ojos de miedo escuchaba a mis padres y tíos decir: es un golpe, al fin saldremos de vaina!! Sus rostros esperanzados, atentos a lo que esa voz templada decía ante unos micrófonos, me indicaban que no eras malo, que eras como ese ser de luz que llegó para asumir con firmeza la responsabilidad de lo que estaba sucediendo... y con un claro "Por ahora" sellaste el despertar de un pueblo que resurgió entre la oscuridad y la miseria en la cual estaba sumido.
Fueron días de miedo, a mis 11 años de edad aún no comprendía por qué tantos disparos, por qué la policía arbitrariamente se llevaba de mi casa a mi padre, mi hermano y mis tíos... entre llantos y nervios mi madre y mi tía decían ojalá regresen... "suspenden las garantías" "toque de queda" "golpe de estado" ¡Palabras y cosas que yo no entendía! Con el pasar de los años comprendí que lo que yo veía en los rostros de mi familia era esperanza, era eso que llaman sentirse comprendidos e identificados con tu rebeldía y firmeza. Los hizo resistir, nos hizo resistir para ese mismo año una insurrección, aviones, bombas, disparos, allanamientos y pare usted de contar, pero sabíamos que pronto vendría ese cambio que con tanto clamor pedía el barrio, la parroquia, el pueblo.
Gracias al cielo y al bendito vientre que te trajo a esta tierra hermosa llamada Venezuela, años que me permitieron madurar, crecer y formar mis valores, mis ideales junto a tu compañía, te elegí por primera vez y te elegiría mil vidas más si Dios nos hubiese permitido vivir más tiempo a tu lado, hoy digo con esa misma firmeza: no me equivoqué, porque en esos rostros de aquella madrugada del 4 de febrero de 1992 vi esperanza, confianza y compromiso.
Hoy martes 4 de febrero del 2014, 22 años después, te doy gracias por haber entregado tu vida, por haberlo dado todo y más para que este sueño de libertad mis ojos lo pudieran ver... Cuando sea madre les hablaré a mis hijos de ti, para que te amen como tu me hiciste amar a Bolívar, gracias Comandante de mi alma por dejarnos la dignidad de ser venezolanos, de ser bolivarianos y de ser Chavistas, yo te prometo que lucharé todos los días porque tu eterna lucha y legado se mantengan vivos en el tiempo.
Te Amaré eternamente hasta que la piel se me seque.
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