La esencia de los sistemas capitalista y socialista es radicalmente contrapuesta. La del sistema capitalista es la explotación del trabajo, la apropiación privada de su resultado, de sus productos: bienes, servicios y conocimientos, por parte de aquellos que no han contribuido a generarlos pero que controlan el capital, los medios de producción, los procesos productivos y las condiciones de su realización; su transformación en ganancia y medio de acumulación de riqueza, privilegios y poder de elites minoritarias a costa de la expropiación de todo medio de producción a los trabajadores y los pueblos; de la transformación de la fuerza de trabajo en mercancía; de los trabajadores en apéndices de la producción y el capital; de su alienación y enajenación crecientes; de su pobreza y miseria; de la privatización de la naturaleza y su conversión en mera fuente de materias primas para la producción de mercancías y en espacios o mercados para su realización o compra-venta. En el sistema capitalista todo es convertido en mercancía y todos los procesos tienen como objetivo final la ganancia y la acumulación de capital, por medio de la explotación y la competencia de todos contra todos y en la anarquía de la producción y los mercados. Para lograr este objetivo los capitalistas utilizan siempre, en diversas proporciones, la violencia militar, física, psicológico-mental, económica, política, cultural. El Estado es el principal instrumento de la clase capitalista para realizar y desarrollar la esencia del capital.
La esencia del sistema socialista es la búsqueda de la felicidad de todos los seres humanos considerados colectiva e individualmente, para lo cual se promueve su desarrollo integral: el desenvolvimiento y realización de sus capacidades y potencialidades, para satisfacer de manera colectiva sus necesidades crecientes, materiales, espirituales y culturales, por medio del trabajo, el conocimiento, el pensamiento crítico y el amor: libres y creadores, eficaces y eficientes; basados en los valores de igualdad compleja, equidad, solidaridad y justicia social; en la distribución de la riqueza social y los excedentes generados por el trabajo social con base en estos valores y en las necesidades reales de cada ser humano, tanto materiales como culturales y espirituales; en la participación social en las decisiones que afectan su vida; en la propiedad social de los medios de producción fundamentales y estratégicos; en la planificación participativa centralizada y desconcentrada al mismo tiempo; en una relación armónica, sostenible y complementaria entre los grupos y sujetos sociales que generan la riqueza social; y en una relación armónica, dinámica y sostenible con la naturaleza, de la cual ha surgido la especie y sociedad humana y de la cual somos parte integrante. Se considera a la naturaleza como la madre tierra, la “pacha mama”; la fuente de vida que hay que amar, cuidar, proteger y disfrutar de manera responsable.
La transformación del Estado burgués en Estado Revolucionario al servicio de los trabajadores y el pueblo, por medio de su lucha organizada y consciente, es la clave principal para superar el capitalismo, afianzar la soberanía e independencia nacional y construir el socialismo.
El autor es: Economista Investigador
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