La eficiencia en la transición postcapitalista

Ante las grandes contradicciones del sistema capitalista y sus continuas crisis, es necesario tomar en cuenta un punto de suma importancia para repensar alternativas a este sistema depredador y exfoliante. Hago referencia al tiempo de trabajo socialmente necesario para producir un bien o servicio a que hizo referencia Karl Marx en su obra “El Capital”.

El tiempo de trabajo necesario, es el tiempo que se invierte en la producción de un bien o servicio. Pero el tiempo trabajo socialmente necesario es el tiempo objetivado por la sociedad para producir un bien o servicio, esto lo construye la competencia a través del establecimiento de un tiempo medio de producción, el cual contribuye al establecimiento de los precios de los productos. Es decir que hay condiciones técnicas y sociales que permitirían transformar los instrumentos de producción y por ende incrementar la producción, lógicamente disminuyendo costos.

Hay varias cosas que se desprenden de disminuir ese tiempo socialmente necesario de producción y son: a) Estamos en presencia de modificaciones en los instrumentos de producción. Se recurre al uso de máquinas y técnicas sofisticadas para la producción, que influyen luego en los precios de los productos. b) Se incrementa la plusvalía relativa, ya que se disminuye el trabajo necesario y por ende se incrementa el tiempo de sobretrabajo. Es decir que en la misma cantidad de tiempo en que un obrero producía algo determinado, ahora iría a producir mucho más. Es decir que la eficiencia economicista contribuye a aminorara el tiempo en el que el obrero trabaja para sí mismo y aumenta el tiempo en que trabaja para el capitalista (Marx C en Deville, pág. 100/2006) c) Al existir el tiempo de trabajo necesario, las condiciones de producción para un determinado bien se elevan en eficiencia y competencia, esto permitiría a través de la oferta y demanda de productos disminuir o elevar el precio en virtud de obtener mayor excedente (Oferta y demanda).

Es necesario aclarar que también se puede disminuir el tiempo de trabajo socialmente necesario, aumentando la intensidad del trabajo. Pero debemos tener presente que esto tiene un límite, y es precisamente la reproducción del trabajador, el cual requiere su tiempo para recuperar el gasto de musculo y cerebro en el proceso productivo. Lo cual ha permitido el desarrollo de la legislación laboral y el cuidado en la condiciones de trabajo, a través de las lucha reivindicativas.

Ahora podemos comprender que hay una doble exclusión del sistema capitalista, por un lado la sustitución de los trabajadores por las máquinas, lo que contribuiría a crear un ejército industrial de reserva como dice Marx, que competiría por acceder al trabajar que el mismo sistema le niega temporalmente, disminuyendo salarios. Es la dialéctica materialista y alienante del trabajo frente al dominio del capital.

Por otro lado la exclusión deriva de la imposibilidad de los sectores económicos vulnerables de igualar la eficiencia media que construye los precios de los productos en el mercado, en este caso un ejemplo es la economía popular. No logra el tiempo socialmente necesario objetivado por el mercado y por ende los costos son más altos y el precio del producto es más elevado, generando disminución de la tasa de ganancia.

Ante este panorama es obvio que la competencia de libre mercado, al objetivar costos de producción y los mismo no sean alcanzado por los pequeños y medianos productores, terminan confinados al fracaso. (Plascencia, pág. 75/2012)

Entonces podemos comprender la importancia que tiene el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir un determinado bien o servicio, frente a la lógica del capital que crea sus mejores condiciones de reproducción. Ahora bien, la construcción de otra economía debe indefectiblemente pasar por repensar estos temas que involucran sostenibilidad y sustentabilidad de las organizaciones alternativas al sistema de dominio capitalista.

Un ejemplo notable en Venezuela sería repensar las cooperativas y las Empresas Propiedad Social (EPS), en el aspecto de mejorar el tiempo de trabajo necesario para la producción de un determinado bien o servicio, para no ser destinadas al fracaso. Es del conocimiento que el tipo de propiedad de estas organizaciones está regido bajo los principios del bien común y la solidaridad.

De manera que generar las condiciones de sostenibilidad y de asimilación de la eficiencia media de producción, involucra una política Estatal consecuente con estas organizaciones. Disminuir el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción en las organizaciones cooperativas y EPS, guarda necesariamente tecnificar el modo de producción.

De lo contrario los trabajadores de estas organizaciones tienden a intensificar el trabajo para obtener un excedente por magnitud de producción y no por alcanzar la media de producción socialmente necesaria, dada su escasa tecnificación de medios de producción, lo que indiscutiblemente significa auto-explotarse para subsistir ante la hegemonía del capital. Es una forma de competencia en condiciones muy diferentes, e incluso con regulaciones favorables al capital.

Nos encontramos ante una paradoja, ¿la tecnificación y el maquinismo implica exclusión?. No necesariamente, porque acá parte del excedente en el caso de las EPS, justamente está destinada al acrecentamiento del sector, es decir más empresas, que involucra más fuentes de trabajo. Contrario a la lógica del capital que se sustenta en explotar y tecnificar para concentrar y acumular más en un sentido utilitarista e instrumental de la reproducción del capital.

Ahora en cuanto a la exclusión generada por no igualar el tiempo necesario de producción. Acá sin duda involucra tomar o apropiarse de los avances e innovaciones tecnológicas en el mejoramiento de la organización social de la producción.

La importancia de que en Venezuela se retome un proceso de reindustrialización y transferencia tecnológica a partir de otra lógica no utilitarista, como las contempladas en las EPS, también implica un desafío sobre la eficiencia media en la producción de un bien o servicio, en el cual la competencia está presente. En última instancia sería cooperación a lo interno de la red de organizaciones alternativas y competencia a lo externo con las empresas de capital.

La política de Estado debería encaminarse a reindustrializar el país, con un sistema de empresas que ponga como principio fundamental de su organización a la sociedad, al ser humano. En el cual también ese proceso de alcanzar y superar la eficiencia media de producción no contribuya a la expoliación del metabolismo socio-natural. La idea de zonas industriales en sus distintos ramos puede ser un buen programa. Un ejemplo importante sería una Zona para el desarrollo petroquímico, en la fabricación de productos derivados del petróleo.

En términos efectivos se debería repensar que la sostenibilidad de estas organizaciones, involucran: Socialización de medios de producción, esto incluye no solo la tierra, sino que además el conocimiento técnico (transferencia tecnológica), el acceso a maquinaria de ultima punta. Una política fiscal progresiva, un sistema de protección y seguridad social para los trabajadores auto-gestionado. Subvenciones, acompañamiento a los emprendimientos de una organización especial para la gerencia y administración de estas empresas. El apoyo en la formación de monedas alternativas que de alguna manera aplaquen la exclusión monetaria, propia del sistema capitalista.

Pensar en una corporación de incubadoras de empresas de propiedad social, pero a un nivel macro. Así como en algún momento se relanzaron programas como las misiones sociales. Hay que repensar que relanzar estas formas de producción sociales, es viable, eficaz y eficiente, pero que además cuenta con un apoyo efectivo, para verdaderamente transformar la economía y construir una sociedad más ecuánime consigo misma.

La economía es una construcción política como diría Karl Polanyi, y “se hacen y se harán mediante procesos de construcción grupal y de nuevas instituciones al lado de y por encima de las antiguas” (Mauss, 1997).

De manera que la transición pos-capitalista guarda alto nivel de eficiencia en todos los sentidos, pero no inscrita en la teoría de la acción racional de Weber, racional en la eficiencia instrumental medio y fines escasos, de la escuela neoclásica del pensamiento económico. Por el contrario la eficiencia para la construcción de otra economía pasa por la coherencia entre el trabajo, la satisfacción de necesidades y la naturaleza como elemento integro de nuestra propia existencia. En el cual la acción política juega un papel trascendental.

Repensar la alter-económica también constituye un punto de equilibrio aspirable, para no caer en el antropocentrismo y ni en el eco-centrismo. Es la eficiencia reproductiva en término de Franz Hinkelammert que no puede ser reducida al cálculo, al cuantitativismo, en el cual su límite está supeditado a valores, que derivan del reconocimiento mutuo de los seres humanos, y de estos con la naturaleza. (Hinkelammert, pág. 251/2009)

Alcanzar un nivel de eficiencia del tiempo de trabajo socialmente necesario de producción del sector de la alternativa económica es garantía para la transición pos-capitalista, especialmente del sector de economía popular. Este sector en el caso especial de Venezuela requiere un proceso de trasformación inducido por el mismo Estado, en el cual se impulse un desplazamiento del sector de los servicio al sector de la producción, para aminorar las cadenas de especulación. Es pasar de una instancia de subsistencia y accesoriedad del capital, a actores colectivos de su propia transformación.

La esencia del Socialismo, en cuanto modo de producción, es la organización democrática de la producción y el consumo; en que productores y consumidores libremente asociados reparten de manera igualitaria las cargas y los beneficios del trabajo y la inversión, los deberes y los derecho en tanto miembros de cooperativas de producción y/o de consumo como se llamen estas organizaciones (…) el Socialismo presupone la transferencia del control efectivo de los medios de producción de los capitalistas a los trabajadores”. (Singer, P, 199/2009)

Los desafíos están siempre presentes, el rol de la política contiene un papel fundamental para la transformación social, incluso para resembrar el trabajo autogestionario como elemento de emancipación social. La política compleja y reflexiva, capaz de aprender de los errores y poder ir coconstruyendo una manera alternativa de hacer economía, que sea eficiente en la distribución primaria del ingreso, en el crecimiento de su mismo sector y en la satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población. Es construir un horizonte previsiblemente justo y deconstruir la hegemonía del capital sobre las relaciones sociales de producción. La eficiencia ahora más nunca sigue siendo un gran desafío.


edersjoel@hotmail.com


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Ederson Joel Quintero M.


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