El capitalismo ha sido factor principal y determinante del daño ambiental, pero también lo fue el Socialismo “real” de la antigua URSS del siglo XX; también lo es la actual República Popular de China y lo fueron los Mayas y los Polinesios de Isla de Pascua, que se supone acabaron ellos mismos con sus civilizaciones al devastar sus entornos ambientales y de recursos naturales. Así que la destrucción de los hábitats no es proceso exclusivo de un modelo político – económico en particular, como tampoco es particular de la concepción judeo – cristiana de vida.
No nos caigamos pues a engaños: El fenómeno del deterioro ambiental es más un carácter humano - biológico que político – económico o religioso. Por supuesto, la dinámica del mercado del capital con su cultura implícita acelera endemoniadamente el proceso de deterioro de nuestro planeta. Pero somos nosotros mismos, todas y todos, con nuestros actos y nuestras omisiones, los culpables del despeñadero ambiental que transitamos. Toca a nosotros mismos resolverlos, ayudados con la educación, la ciencia, la tecnología y la política.
El capitalismo no conoce de límites ni de fronteras. La dinámica del “libre mercado” es inevitablemente contraria al bienestar ambiental. El lema capitalista “O creces o desapareces”, su lógica, es una paradoja sin solución ambiental posible. “Crecer mercantilmente” es producir cada vez más, consumir cada vez más, explotar cada vez más los recursos naturales y producir cada vez más contaminantes.
No hay duda, la cuestión social más urgente en el mundo es el asunto ambiental. A mediados del presente siglo, de seguir como vamos, cruzaremos la línea del No – Retorno y el apocalipsis (ambiental) habrá de comenzar para arrasar con la humanidad tal cual la conocemos.
No estamos para seguir “sembrando maticas en actos conmemorativos” o para seguir “rastrillando playas en el día mundial de las playas” recogiendo la basura que los demás arrojan. Por supuesto, muchas de las luchas por una mejor ecología pasan por celebrar en colectivo las fechas especiales y se requieren también de procesos de forestación o siembra de arbolitos. Esta tarea de “sembrar o plantar” es fundamental, pero debemos realizarla con más profesionalismo, empleando verdaderos criterios técnicos a la hora de seleccionar especies y sitios y debemos exigir mayor compromiso durante todo el proceso de “acompañamiento” de las plantaciones que se realicen.
El Movimiento Ambiental Venezolano y Mundial debe asumir tareas superiores. De lo que se trata es de parar el consumismo global que nos asfixia, así que, educar a la gente, “abrirle los ojos a la gente”, provocar cambios conductuales en las personas, romper los paradigmas de la vida fácil y cómoda, instaurar una nueva cultura en el seno de nuestra sociedad, ayudar al establecimiento de una nueva relación sociedad – naturaleza, deben ser los objetivos de nuestro nuevo y revolucionario movimiento ambientalista venezolano. La lucha contra los nuevos Jinetes Apocalípticos: el cambio climático, la desertificación, la contaminación y la híper población, requieren de un movimiento ambientalista sólido, de avanzada, altamente formado y capacitado, con gran conciencia política ambiental y social.
Así como el capitalismo es el principal factor político económico y cultural que impulsa la destrucción ambiental, el socialismo (solo) NO es garantía de preservación ambiental. El siglo XX (y todavía hoy) el devenir social es un camino plagado de destrucción, devastación y contaminación, producidos en aras de la libertad y la justicia. La consideración ambiental dentro de lo social, lo ecológico junto a lo productivo, deben acompañar los ideales socialistas. Lo ecológico dentro de la consideración marxista económica y social, adaptado todo a nuestro espacio y tiempo particulares es lo que constituye el ECOSOCIALISMO.
Y he aquí uno de los principales roles que debe jugar el Movimiento Ambientalista y Ecologista Venezolano (MAYEV): Ser VANGUARDIA en la construcción del nuevo Socialismo venezolano del siglo XXI, del Ecosocialismo. Esto significa que nuestro MAYEV debe estar constituido por activistas ambientales que a la vez son “Cuadros Políticos de avanzada”. La “ingenuidad” ambientalista no tiene cabida; eso de imaginarse un mundo “Happy” cubierto de flores y todos viviendo en paz “sin meternos” con lo político económico y productivo, sin ahondar en quien posee la propiedad de los medios de producción y en cómo se utilizan, es regresar a los albores del movimiento hippie de los 60’s. Es la acumulación incesante y despiadada de capital, el “libre accionar del mercado” (la invisible y todopoderosa mano del mercado) la posesión privada de los medios de producción, lo que impide pensar por y para las mayorías del presente y del mañana.
Nuestro nuevo (renacido) Movimiento Ambientalista Venezolano debe también poseer los recursos materiales y tecnológicos necesarios para enfrentar con éxito semejante desafío: Salvar a la humanidad. Esto, el fortalecimiento operativo de nuestras organizaciones ambientalistas, así como los procesos formativos y la protección social de los combatientes, son tarea primordial de un Estado y Gobierno que se declara conciente de la necesidad de luchar y evitar la destrucción ambiental nacional y mundial.
Y sería lo anterior uno de los, tal vez, tres puentes que deben unir al Estado y al conglomerado de organizaciones sociales defensoras del ambiente y de las condiciones socio – ecológicas para un buen vivir. Un primer puente o enlace entre nuestro Gobierno revolucionario y el MAYEV es, sin duda, la identificación de realidades y de aspiraciones: Mundo Sano, Justicia Social, Desarrollo para el buen vivir. Otro puente es la obligación del Estado en apoyar, aupar, fomentar, proteger y fortalecer el accionar de todo el conjunto MAYEV. El tercer puente es la acción conjunta en muchos escenarios.
La relación Estado – MAYEV, Gobiernos (nacional, estadales y municipales) – MAYEV, es multifacética. Por una parte existe una simbiosis y hasta dependencia entre MAYEV y el Estado y Gobiernos del país, pero por otro lado el MAYEV debe ejercer supervisión, fiscalización y en definitiva “Control Social” sobre el accionar público. No en balde uno de los mayores depredadores ambientales, históricos, ha sido y es el Estado Nacional, aquí, en toda América latina, en los EEUU, en la Federación Rusa y en la Conchinchina.
Es fundamental que nuestro movimiento ambientalista nacional posea total autonomía de acción, plena independencia de criterios y que cuente con todo el respaldo del Estado y Gobierno nacional para que ejerza sus atribuciones de fiscalización y control social en materia ambiental. Una subordinación de acción a mandatos o impedimentos (accesos negados) del Gobierno hacia el MAYEV simplemente significaría la muerte pronta de nuestro novel movimiento.
A lo interno, el MAYEV debe estar formidablemente articulado, orgánicamente vivo, colectivamente coordinado, lo cual significa una comunicación fluida, oportuna, dinámica y en definitiva, permanente, entre sus organizaciones de base y vocerías. La plataforma organizativa debe ser revolucionaria.
*Ingeniero