Alquimia Política

El desconcierto en la sociedad de riesgo

En acepción del sociólogo alemán Ulrich Beck (1944), profesor de la Universidad de Múnich y de la London School of Economics, la modernización confronta graves problemas ecológicos, de individualismo y de una compulsiva y asfixiante globalización. Ha expresado que hay una segunda modernidad (la primera modernidad se refiere, en términos de Beck, la de la sociedad industrial), caracterizada por la reflexión, la incertidumbre y la percepción de la sociedad en un continuo riesgo.

Gilles Lipovetsky y Jean Serroy, dicen que esta segunda modernidad se caracteriza por ser más reflexiva, en el marco de una civilización cargada, pero no ya de amenazas localizadas, sino de amenazas globales y transnacionales que pesan sobre la naturaleza y la alimentación, y que en tiempo de miedos y amenazas globales y universales, Beck propone, como se indicó en el párrafo anterior, una categoría descriptiva muy real: “la sociedad de riesgos”. Ésta se refiere a la sociedad moderna donde los riesgos sociales, políticos, económicos e industriales tienden cada vez más a escapar a las instituciones de control y protección de la sociedad industrial.

Beck, distingue varias características de la sociedad de riesgo: daños sistemáticos a menudo irreversibles, en todo el cuerpo social producto del individualismo y el consumismo; incremento del proceso de desigualdad social; riesgo en las actividades económico-financieras; vacío político e institucional; los movimientos sociales como la nueva legitimación; y las fuentes que dan significado colectivo a los ciudadanos están en proceso de "desencantamiento".

En las nuevas sociedades, destaca Beck, recae en la persona un proceso de "individualización" a través de una desvinculación de las formas tradicionales de la sociedad industrial y una re-vinculación con otro tipo de modernización. En las fuentes colectivas que dan significado a la sociedad se agotan y el individuo, busca de forma independiente, una identidad en la nueva sociedad. La incertidumbre, el riesgo como reconocimiento de lo impredecible y de las amenazas de la sociedad industrial, dan el modelaje a una sociedad reflexiva, que se convierte en un problema para sí misma ante tanta incertidumbre y violencia. Se modela una sociedad reflexiva que se convierte en un concepto post-industrial del cual no habían pensado los clásicos como Max Weber, para quien la sociedad capitalista estaría inmersa en tres componentes de estratificación, cuyos componentes conceptuales son una clase social, un status social y un partido político. La clase social se basa en la relación con el mercado determinada económicamente; el status se basa en calidades no económicas, como el honor, el prestigio y la religión; y el partido hace referencia a las afiliaciones de carácter político. Las tres dimensiones tendrían, a juicio de Weber, consecuencias que él denominó oportunidades vitales, y esas oportunidades disminuirían la incertidumbre, lo cual, como muestra Beck, no ha sido posible, sino que se ha incrementado y ha llegado a su máxima expresión por la vía de la violencia y el holocausto humano. Si bien, los primeros en usar el término holocausto fueron los historiadores judíos de finales de la década de 1950, el término ha cobrado importancia en las primeras décadas del siglo XXI, al referirse a la “solución final” de todas aquellas cosas que afectan la estabilidad del ser humano en su condición natural, así como a las catástrofes que en el Medio Oriente han generado los grupos fundamentalistas islámicos.

Hoy vivimos más que nunca esta percepción de la sociedad de riesgo, donde un Estado Islámico amenaza la paz global del mundo civilizado; un Estado caracterizado por ser confesional, fundamentado en la autoridad de la Sharia al Islamiya, la ley musulmana, y cuya connotación moderna, desde el siglo XVIII (con el aporte de ideólogos como Abul Ala Maududi, Ruhollah Jomeini, Israr Ahmed, Sayyid Qutb, entre otros), incorpora a la organización política de sus sociedades, un sistema parlamentario, de soberanía popular o la organización de elecciones, dentro de una percepción nacionalista radical, tomando como estrategia de lucha el terrorismo y la intimidación a través del asesinato selectivo a ciudadanos civiles.

Otro aspecto que destaca en esa sociedad de riesgo, es el irrespeto al libre pensamiento y a la actuación en sociedades democráticas. La confabulación de los poderes imperiales, en conjunción con la mafia de los carteles del capital transnacional, dan por sentado la pena capital para las disidencias o enemigos de esos grupos de poder. El caso del asesinato del joven diputado de la Asamblea Nacional, dirigente político Robert Serra (1987-2014) en Venezuela, es un ejemplo significativo de la desforestación selectiva que hacen los poderes del capital a sus potenciales verdugos morales en Latinoamérica.

Una sociedad de riesgo que es necesario ir valorando, estudiando y comprendiendo, para alcanzar propuestas que la superen y más temprano que tarde, permita el surgimiento de una nueva era de la modernidad que se caracterice por los valores sociales y el pensamiento pluralista.


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Ramón Eduardo Azocar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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