Ingenuamente, a principios del 2014, señalamos que éste ha debido ser un año de estabilidad y tranquilidad política. Luego de las elecciones municipales de diciembre del 2013, que algunos sectores de la oposición consideraron un plebiscito y habiendo sido derrotados y triunfado ampliamente el gobierno, la racionalidad nos hiso pensar que el gobierno tendría un piso de estabilidad política para dedicarse de lleno a los problemas económicos y la oposición a la restructuración interna y a prepararse para las elecciones legislativas de finales del 2015. Pero fallaron los cálculos, se impuso la irracionalidad. Un sector de la oposición liderado por Leopoldo López y María Corina Machado, se lanzaron a la búsqueda de la salida rápida, a las guarimbas, que desde el 12 de febrero y durante unos cuatro meses tuvo sometido al país a la paralización económica y la intranquilidad.
Pero fueron derrotados, no contaron con el apoyo popular, al final las grandes mayorías los rechazaron, pero el daño estaba hecho. Ha quedado demostrado que la oposición desperdició su mejor momento, ya sin Chávez, un país con una fuerte crisis económica, por un lado, por la guerra económica de sectores especulativos y acaparadores, pero fundamentalmente por las ineficiencias de la política económica del gobierno, que no ha logrado desarrollar el aparato productivo y por el contrario nos hacemos más dependientes del rentismo.
Hoy todos los sondeos de opinión, por primera vez en 15 años, no son favorables al gobierno, apenas un 30% de la población manifiesta su apoyo claro y directo a los actuales gobernantes. Sin embargo los errores de la oposición; guarimbas, falta de liderazgos y proyectos, individualismo, desconocimiento de las necesidades populares, ha hecho que este rechazo al gobierno no haya sido capitalizado, que apenas en su totalidad cuenta con un 30% de aceptación popular, pero a diferencia el gobierno es una unidad monolítica y hegemónica, mientras que la oposición es una diversidad de intereses y personalidades. Un 40%, es decir la mayoría, representan sectores que no se identifican ni con el gobierno ni con la oposición, y que son los que tienen la capacidad de mantener o sacar al gobierno.
Dependiendo de la perspectiva politológica que se aplique, este 40% representa un rechazo al gobierno y puede ser ganado por la oposición, para ello tendrían que deslastrarse de sus errores y hacer propuestas populares que trasciendan al chavismo, es decir tendrían que enfocarse en las elecciones del 2015, dejar la política del atajo y la violencia, no perder tiempo en llamados a constituyentes, que no cuenta con el apoyo popular, y además por la diversidad de intereses de la oposición es tarea nada fácil. La oposición sigue teniendo su mejor momento, ahora aunado con la crisis económica y la caída de los precios del petróleo, que según la mayoría de expertos continuara durante el 2015, lo que complicara todas las posibilidades de continuar la política social del gobierno, produciendo más rechazo.
Pero hasta el momento lo que vemos es la irracionalidad de la salida rápida. Esto podría llevar a nuevos hechos de violencias a principios del 2015, por la llamada a la constituyente, la confrontación interna entre los líderes: por un lado, a quienes consideramos mayoría, quienes están con las salidas constitucionales y por el otro, los que buscan salidas rápidas, minorías que, a nuestro entender, hasta el momento han impuesto su voluntad.
Desde otras perspectivas politológicas, el gobierno, junto a la lucha política por alcanzar el triunfo en las legislativas, tendrá al mismo tiempo que hacer frente a la nada fácil condición económica. Evidentemente la economía no va a crecer de un año a otro, los cambios estructurales son a mediano y largo plazo, pero el gobierno tiene que dar señales claras de estos cambios, al tiempo que debe confrontar a la especulación y a los acaparadores y darle coherencias a las políticas económicas, tarea nada fácil sin el liderazgo de Chávez, con cada vez menos recursos petroleros y más gastos sociales.
El gobierno se ha beneficiado de los errores de la oposición y con todas sus debilidades el Presidente Maduro tiene un 30% de la aprobación, más o menos el mismo porcentaje de la oposición y un elemento nada desdeñable: tiene el poder y los medios para la propaganda electoral. Este es un año en que el gobierno frente a la crisis podrá tomar medidas de devaluación de la moneda, caer en la tentativa de los mayores endeudamientos para financiar el gasto público y financiar un mayor gasto social que le permita conseguir el apoyo de parte de ese 40% de indecisos y además podría producirse el aumento paulatino de la gasolina. Esta última medida, aunque es racional y aprobada por las mayoría de venezolanos, sus efectos colaterales pueden impactar en las elecciones del 2015 y por ello puede ser rezagado para el 2016.
Las experiencias históricas demuestran que la abstención favorece a quien está en el poder, en este caso el presidente Maduro cuenta con un 30% más sólido y más hegemónico que el de la oposición. Por lo que el gobierno podría jugar a la abstención mientras que la oposición debe buscar la mayoría de votos.
En conclusión, no se ve nada fácil el panorama económico, político, y social en Venezuela para el 2015. Las elecciones legislativas ahora si serán una especie de plebiscito y referéndum que medirá las fuerzas políticas en el país, si el gobierno gana hará muy difícil el llamado a un referéndum en el 2016, cuando el presidente Maduro este a la mitad de su periodo. Por el contrario, si la oposición gana desde ese mismo momento se iniciará el proceso para el referéndum, que no solamente termine con la presidencia de Maduro sino con el proceso revolucionario y de transformación que durante los últimos 15 años se ha propuesto para el país.
Si bien estamos conscientes de que el pueblo no se dejara arrebatar las conquistas económicas y de reconocimiento político, social y cultural que sin la menor duda y con todas las contradicciones y deficiencias se han obtenido, véase como se vea, esto sería un fracaso no solo para la izquierda venezolana, sino para latinoamericana y el mundo. Por eso es mucho lo que está un juego en las elecciones del 2015: entre la continuidad del proceso revolucionario o el retorno al pasado.
La oposición también tendrá que enfrentar las diferencias internas, entre aquellos que aspiran el referéndum en el 2016 y ser los presidenciales y aquellos otros sectores emergentes, por ejemplo Henry Falcón, cuyas fuerzas están conscientes no haber todavía logrado aglutinar el apoyo a nivel nacional, por lo que preferirían que el gobierno se mantenga hasta el 2019 cuando consideran tener mejores condiciones para poder ser los presidenciales.
En cuanto a la situación política y social, estamos conscientes de que la amenaza a la violencia sigue latente por parte de aquellos que quieren una salida rápida. Esperemos esta vez se imponga la racionalidad. En cuanto a lo económico, el gobierno tendrá que decidir entre tomar medidas estructurales, no solo para enfrentar la especulación y el acaparamiento sino para incentivar la producción, lo cual requiere de medidas a largo plazo cuya consecuencia social y política afectarían las elecciones del 2015. Por lo que creemos que nuevamente el tema económico y su transformación podrían quedar pospuesto para otros años, ni siquiera para el 2016 en el que podría producirse un referéndum presidencial.
Es decir, seguir corriendo la arruga del rentimo. Y ahora todo se agudiza con la caída de los precios del petróleo, por lo que la devaluación y el endeudamiento parecen ser las medidas más sencillas, aunque más erradas para mantener el gasto social.
Los venezolanos seguiremos en nuestras cotidianidad: en las colas, en los rumores, en los debates políticos, en el deporte y la cultura, esperemos que todo pase sin violencia y se decida democráticamente por la mayoría de votos y esto sea respetado por las partes, el tema de las elecciones legislativas va a ser el centro del debate nacional, lo que ocurra antes, durante y después estará determinado por estas circunstancias electorales.
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