Los Padres de la Iglesia y el Comunismo

La definición más elemental del comunismo se refiere a la teoría de la colectivización de los medios de producción de los bienes de consumo según las necesidades del individuo. Antes que Carlos Marx  y Federico Engels redactaran el “famosos Manifiesto Comunista” a fines del año 1847; ya los padres de la Iglesia hacían planteamientos comunistas y hablaban de comunismo.

Barnabás de Chipre escribe en sus Epístolas: “Tendrás todo en común con tu prójimo. No deberás poseer nada en propiedad. Porque si posees en común lo que es eterno, ¿con cuánto más motivo no debes poseer en común lo que no lo es?...”

Justino el Mártir dice de sus correligionarios: “Nosotros, que en otro tiempo nos esforzamos por adquirir la mayor parte  de riquezas posible, traemos ahora a la comunidad cuanto poseemos y lo repartimos con quien lo necesita.”

Su contemporáneo Clemente de Alejandría escribe también: “Todas las cosas son comunes. No existen para ser adquiridas únicamente por los ricos. De ahí que no convenga a los hombres ni a la sociedad este argumento. Si lo tengo todo en abundancia, ¿por qué no he de disfrutarlo?... Dios nos ha dejado en libertad de disfrutar los bienes de la tierra, pero sólo en la medida necesaria, y ha ordenado que tal disfrute sea común.”

Tertuliano, a su vez, declara: “Nosotros los cristianos somos hermanos en lo que concierne a la propiedad, que entre vosotros origina tantos conflictos. Unidos de corazón y alma, estimamos todas las cosas como pertenecientes a todos. Compartimos en común todo, con excepción de nuestras mujeres. Entre vosotros, por el contrario, son ellas lo  único que tenéis en común.” En todos sus escritos se pronuncia Tertuliano concretamente contra la propiedad privada. Dice que Dios desprecia a los ricos y protege a los pobres; que el reino de Dios está hecho para los pobres y no para los ricos.

Por otra parte, si es necesaria la propiedad privada, no debe superar la cantidad necesaria para el sostenimiento de la vida. “Quienquiera que posea más de lo necesario para vivir, deberá dárselo a otro, y considerarse deudor de tanto como da”, declara Jerónimo.

Esta es también la opinión de Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla: “Imposible enriquecerse honestamente. Pero, ¿y si ha heredado de sus padres?, objetarán algunos. Pues bien: se habrá heredado lo adquirido deshonestamente”. Por lo demás, Crisóstomo estaba convencido de que en cualquier momento podía instaurarse el comunismo si de veras lo querían los hombres. “Porque- dice – si el comunismo es imposible, ¿cómo se explica que hayan podido implantarlo las primeras comunidades cristianas? ¿No lo es para nosotros también lo que fue posible para nuestros antepasados?”

Interesa observar que los padres de la Iglesia defendían las enseñanzas de derecho natural. Así, escribe, San Ambrosio: “Es la naturaleza la que ha creado el derecho comunista, y la violencia es la que ha engendrado el derecho de propiedad privada.”

De una manera más categórica aún se expresa Cirilo de Alejandría: “Ni la naturaleza ni Dios conocen ninguna diferencia social de las que ha introducido la codicia humana.”

Y lo mismo arguye san Agustín: “No por virtud del derecho divino, sino por virtud del derecho de guerra puede alguien decir: ésta es mi casa, ésta es mi villa, este servidor es mío.”

De todo ello se deduce que la propiedad privada está mantenida por la fuerza que ejerce el Estado.

 rauljoseramirez@hotmail.com



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Raúl Ramírez

Abogado, profesor y escritor. Ex-guerrillero.

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