Se nos ocurre quitarle prestado a Ortega y Gasset el título de su obra “La Rebelión de las Masas”, para nombrar el fenómeno social presente en los umbrales del siglo XXI. Rebelión en los cuatro puntos cardinales del planeta. La de mayor carga ideológica lo son sin duda, las movilizaciones en la bisagra afroasiática (Irak, Irán y Palestina), centro del conflicto de los pueblos explotados del mundo árabe, enfrentados al sistema capitalista mundial que realiza la rapiña de sus riquezas.
Pero presentar la rebelión como enfrentamiento entre la cultura occidental y oriental (cristianismo versus islamismo), es caer en el juego mediático. No es un asunto de cultura o de religión. Es la rebelión de las masas contra las guerras de rapiña capitalista que han sembrado la pobreza los pueblos del Tercer Mundo. Y esta guerra es la misma en Irak, Indonesia, Nigeria, Bolivia Venezuela o Haití.
El Imperio no asimila la respuesta que recibe ante sus desvelos por imponer la “democracia” y la “libertad”. No entiende como las masas irredentas de Haití rechazan la “democracia y libertad” que les llevaron con el secuestro del presidente Aristide, el golpe de Estado y su exilio en un país africano. No entiende como: luego de dos años de represión por medio de la Fuerza Armada de la ONU; luego de ocho aplazamientos de la fecha de las elecciones para que fueran “limpias y libres”; luego de organizar sólo 800 mesas de votación para tres millones de electores; luego de no instalar mesas de votación en las zonas más populosas; luego de elaborar un registro electoral a la medida para garantizar el triunfo de su candidato; luego de tanto esfuerzo, resulta que las mayorías haitianas se precipitaron como avalancha a depositar el voto por el candidato René Preval, que es tanto como votar por el regreso del secuestrado Aristide: auténtica rebelión de las masas haitianas. Rebelión pacífica frente al Imperio invasor y su Fuerza Armada (UN).
Un caso similar ocurre en Palestina. El candidato del Imperio, Al Fatah, financiado con ayudas (EE.UU.), que sobrepasan los cuatrocientos millones de dólares anuales; más las ayudas de la Unión Europea para que los palestinos soporten el permanente y criminal ataque del ejercito israelí y consiga la destrucción de Hamas; resulta que en las elecciones, el proscrito Hamas, por su claro programa de lucha, que cala en la conciencia del pueblo palestino, resultó ganador en elecciones idénticamente manipuladas, como en Haití.
Situación similar se da en Bolivia con el triunfo de Evo Morales.
En este momento la agitación se extiende por el continente en rechazo al Tratado de Libre Comercio (ALCA). Ya el presidente Uribe y demás candidatos del Imperio - en las varias elecciones que este año han de tener lugar - deben tener las “barbas en remojo” ante la rebelión de las masas
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