En estos momentos difíciles por los que cruza nuestra patria, acosados por una guerra económica, amenazados por el imperio norteamericano que cada día hace nuevas declaraciones injerencistas y amenazantes contra Venezuela, porque se resiste a dejarse torcer el brazo, asediados por una guerra mediática que pone a prueba nuestra psiquis a diario, y tristemente contando con un grupo de venezolanos que apuesta a la desestabilización y quebrantamiento de las leyes, y mucho más aún cuando por pensar diferente se corre el riesgo de ser linchado, es muy difícil no caer en la tentación de abandonarlo todo y dejarse llevar por los jinetes del apocalipsis, quienes traen un futuro negro para nuestra patria si les permitimos su llegada.
En otros tiempos, todos estos métodos terroristas que han puesto en práctica hubieran amilanado el espíritu del pueblo venezolano, así como en tantas ocasiones el hoy Alcalde Antonio Ledezma, humilló a jóvenes y ancianos quienes regresaban a sus hogares no sólo desmoralizados, sino vejados y maltratados físicamente y sin ganas de luchar por lo que les correspondía por derecho.
Hoy la historia dio un revés, con la diferencia que no luchan por necesidades sino porque sienten que a ese pueblo que antes mancillaron, hoy tienen muchos derechos y les son otorgados sin ser violentados ni agredidos y por supuesto eso atenta contra los principios de dominación que a la clase pudiente les fueron inculcados. Desde hace 15 años para acá en las calles de la ciudad, en los pueblos, en los campos, en la zona indígena, nos encontramos con hombres, mujeres, jóvenes y ancianos, que nos dan catedra política, que se saben y explican cada uno de los artículos de la constitución, que dan un discurso que no tiene politiquería sino que está repleto de conciencia, un discurso hecho de derechos pero también de obligaciones y deberes, y es que así lo quiso Hugo Chávez enterar al pueblo y que fuera el pueblo quien decidiera como quería que se rigiera el destino del país, él nunca tuvo agendas ocultas, ni palabras rebuscadas para captar votos, siempre fue Chávez el hombre aquel que dejaba la taza de cristal por tomar en el pocillo de peltre, el que besaba y abrazaba la mano de sus seguidores en vez que besaran la suya, esos gestos, esos detalles valen mucho más en un corazón humilde que los ofrecimientos vacíos que los Adecos-Copeyanos hacían cada 5 años en temporada electoral. Esa es la parte que la oposición no ha logrado entender que Chávez sin ofrecer villas y castillos nos enseñó a amar cada pedazo de nuestra tierra, a lucharla, a cosecharla y a ver el fruto de la cosecha que sería toda nuestra, hay quienes creen por ahí que los que nos declaramos chavistas es que estamos enchufados o nos pagan por ser chavistas, ellos no miran a los lados no ven que está revolución no está hecha de poder que está hecha de pueblo, que ha aprendido a despojarse de los materialismos para luchar por algo mucho más importante que llamamos patria, que es el futuro colectivo, el bien común es el bien de todos, no hablamos de mi futuro sino del nuestro, los de hoy y los de mañana.
Por supuesto no podemos ignorar que hay muchos que aún desean ponerse donde hay y si no lo logran saltan la talanquera dejan de ser chavistas y se ponen en contra del proceso despotricando del gobierno, eso no encierra sólo a políticos sino gente de a pie, que cuando ve que el ambiente cambia, sueltan la piel como la culebra, esos jamás fueron chavistas ni revolucionarios, son oportunistas, amantes del dinero y las cosas fáciles y resulta que la libertad y la soberanía jamás han sido fáciles de conseguir, quien no entiende porque es que se lucha y que va mucho más allá de una harina pan, no puede llamarse revolucionario y menos chavista, comida tendremos todos los días, pero Paz y sobre todo las libertades que en este momento disfrutamos eso no se consigue en el supermercado. Me decía un joven que creció al calor de la revolución, “ser chavista es creer y hacer lo que Chávez no enseñó a que hiciéramos, ser Chávez es pensar como Chávez es pensar, que si un solo hombre logró revolucionar el mundo, pues millones de Chávez daremos el ejemplo para cambiarlo” Y yo lo observaba con tanto ímpetu al hablar que lloré por la grandeza de ese hombre, por lo que alcanzó a sembrar en el ser humano que le abrió el corazón para que él entrara, eso nunca lo logrará un opositor llámese como se llame como tampoco nunca lograrán entenderlo, ya que vemos que un joven de tan corta edad habla así sin ser enchufado, solo teniendo la oportunidad de estudiar y poder ser útil y ellos sacan a las calles jóvenes de esa misma edad, a arremeter con todo lo que se consigan, ¿Quién le ha hecho más bien al país y al ser humano con su discurso?.¿Cómo surge un país? ¿Con gente emprendedora o con personajes destructores y agresivos? A la edad de estos jóvenes muchos de nosotros en la IV República ya teníamos unas cuantas puertas cerradas para ingresar a una universidad y unas cuántas hojas de vida rechazadas por falta de experiencia y estudios hoy la visión y la realidad es otra.
Por eso cuando oímos a los señores de oposición hablar en nombre del pueblo nos preguntamos ¿Cuál pueblo? Ese que ya no los acompañan en las marchas por temor a la violencia que ellos mismos generan, porque siguen habiendo opositores y tal vez muchos a los que respetamos su ideología, pero no pueden expresarse porque aprendieron a tenerle miedo a sus propios líderes, ¿Es así como quieren gobernar? ¿Bajo la sombra del terror, la zozobra?
A dos años de la siembra de nuestro líder y comandante eterno nos atrevemos a decir: Mientras las manos de los EEUU estén fuera de nuestras riquezas, mientras logremos que la derecha fascista se mantenga lejos del poder, mientras te sigamos viendo en la mirada de los niños que te idolatran, mientras el joven venezolano siga sintiéndose Hugo Chávez, mientras los hombres y mujeres de este país forjemos la lucha para la victoria y mientras hasta el perro abandonado consiga un refugio digno, porque hasta a eso se ha dedicado la revolución.
¡Seguiremos teniendo patria! Y tu huella firme e inmortal seguirá abriendo camino al andar.