El problema político en la Venezuela contemporánea es un asunto de equilibrio. Por un lado, entre el Poder, enmarcado tal cual lo definió Foucault como la relación asimétrica que está constituida por la autoridad y la obediencia, valorándose como una situación estratégica que se da en la sociedad; y el liderazgo, en todas sus manifestaciones, como esa capacidad innata de influir los unos sobre los otros. Si somos capaces de equilibrar ese Poder con ese liderazgo natural, propio del "ser político" que es el hombre (en palabras de Aristóteles), entonces estamos en las condiciones ideales y potenciales para alcanzar cierto grado de progreso y bienestar donde disminuya la brecha entre ricos y pobres.
A pesar de esto, la pobreza en Venezuela está en un amplio porcentaje de la población nacional, a pesar del esfuerzo sostenido del Gobierno nacional por ir minimizándola. Esta situación es contradictoria de la condición humana y, por ello, superarla no es solamente una política de Estado, es un deber de la civilización humana. La educación, y pareciera un lugar común repetirlo, pero es la que aporta más a la lucha contra la pobreza en la medida que prepara a las personas para el trabajo. Esto se logra, en la práctica educativa, desarrollando capacidades de organización productiva en los estudiantes. Es necesario consolidar propuestas que busquen formar a miembros de la comunidad en el pleno ejercicio de sus habilidades y capacidades de trabajo.
Los adolescentes y jóvenes de sectores populares no solamente deben ser preparados para el manejo de técnicas laborales. Importa que sus desempeños se den con una orientación humanista; es decir, que actúen en función de desarrollar "todo hombre y al hombre todo". La práctica educativa debe coadyuvar al crecimiento de la condición humana. Por ello, es necesario asumir la denominada economía solidaria y cooperativa, como plataforma que busque promover capacidades en los ciudadanos, pero bajo una orientación de desarrollo humano.
Sin duda alguna, la propuesta de la sociedad civil organizada y los entes gubernamentales e institucionales, debe ser reconocer como un accionar de creatividad e innovación, que señala como norte la calidad educativa, donde intervienen múltiples factores, siendo uno de ellos el hacer investigación y extensión en el ámbito del papel de la universidad en su responsabilidad social y ciudadana, sea la vía para reconocer que es la gente y no el "papa Estado", el que debe promover un buen desempeño profesional y que sus aportes establezcan funciones que diseñen, ejecuten y evalúen la gestión social como un medio para consolidar la independencia y autodeterminación de los pueblos en el ejercicio pleno del poder popular.
Desde un enfoque humanista, importa que nuestras niñas, niños y adolescentes, asuman una formación que parta del eje de desarrollo, como ya se dijo, "de todo hombre y del hombre todo". Una educación para el desarrollo humano que imponga, como respuesta, humanizar la sociedad a través de los valores. Se hace necesario buscar que miembros de la comunidad, tengan capacidades para organizar unidades productivas, esto supone manejo de procesos económicos y técnicos de organización de la producción y del trabajo. Ahora bien, en coherencia con la opción humanista, se echa mano de la denominada "economía solidaria" que propugna prácticas orientadas al desarrollo humano. Operativamente, se las experiencias de trabajo cooperativo ha de ser la orientación para consolidar el nuevo modelo económico venezolano.
En un aspecto puntual, motivar y proyectar las capacidades de los seres humanos, supone plasmar prácticas económicas que conlleven el respeto de la condición humana. La opción por la economía solidaria como resultado que sirva en la orientación de los miembros de la comunidad hacia a delimitación de roles puntuales que les haga partícipes de un desarrollo integral que impacte y produzca las transformaciones necesarias. Impactos a nivel de los formadores, donde los hombres y mujeres, tengan desempeños significativos en la práctica de la economía solidaria y cooperativismo, que les permite estar en mejores condiciones para la lucha contra la pobreza y desempleo; impacto en los roles de los docentes y maestros, que asuman una conducta de mediadores de una propuesta significativa de lucha contra la pobreza y desempleo, con enfoque humanista; institucionalización y concreción de nuevas áreas de conocimiento que enriquezcan la sabiduría popular y convergen con la dinámica tecnológica y de información de los nuevos tiempos; operativizar la diversificación de tareas y reconocimiento de los valores humanos como principio de progreso y calidad de vida; generar una positiva imagen institucional de la política como instrumento de impulso y organización de la sociedad en la búsqueda de un equilibrio entre el poder y el liderazgo; y la sistematización de toda la economía local en función de responder a las necesidades más sentidas de los seres humanos y no a la ganancia o lucro indiscriminado del capital. *