La elección directa y secreta para la escogencia de los diputados al Parlamento Latinoamericano, fue establecida por La Asamblea Nacional Constituyente.
Este derecho, en franca consonancia con la Democracia Participativa y Protagónica, es parte consustancial de los logros del pueblo venezolano en el marco de la revolución bolivariana y del gobierno del Presidente Chávez. Ningún trámite administrativo y razón leguleya puede contravenir el efecto progresivo que genera la adquisición de un derecho que a todas luces garantiza la expresión de las mayorías.
El hecho de que el Presidente de la Asamblea Nacional, con la excusa de que en el resto de los Parlamentos Latinoamericanos son escogidos de entre los mismos diputados electos, en una elección de segundo grado, o con el argumento de que quienes forman parte del actual Parlamento Latinoamericano no informan o piden autorización para hacer presencia en otras actividades, en todo caso lo que pone en evidencia es la ausencia de autoridad y aún más, de la autoritas para que diputados opositores procedan como deben proceder.
La excusa de que en otros países en su mayoría se escojan los diputados del ParLatino en elecciones de segundo grado, es un argumento tan débil, pero tan peligroso, que podría servir para justificar porqué ya no debemos seguir hablando de “democracia participativa” porque en la mayoría de los países del mundo sólo se habla y se practica la democracia representativa.
Una postura como la del Presidente de la Asamblea Nacional, si no se rectifica, anticipa no sólo una postura contraria a la democracia participativa y protagónica, contraria al espíritu del proceso constituyente venezolano, sino que de manera flagrante, pone públicamente en contra del legado del Presidente Chávez y del chavismo al Diputado Diosdado, y así mismo, lamentablemente, todos los diputados de la bancada que se autodefinen del proceso revolucionario son no solo cómplices sino responsables directos de este hecho, que da la espalda a los derechos adquiridos por el pueblo venezolano.
No sólo la sutiliza de haber eliminado del discurso oficial el “Estado Comunal”, con el cual ni el Presidente Nicolás ni el diputado Diosdado están de acuerdo, sino hoy, haber decidido sumariamente derogar el derecho a elegir y ser elegidos directa y popularmente para un cargo que suma a la integración y el unionismo latinoamericano, dando una lección al resto de los pueblos de Nuestra América, suma a una serie de acciones por las cuales tanto la popularidad como los argumentos para la defensa del proceso revolucionario, y sobre todo la coherencia entre el discurso y la acciones, son atacados permanentemente por una cúpula que hoy más que nunca se desliga de los intereses de la mayoría.
Pero un último argumento es devastador. Cuando el Diputado Diosdado cuestiona cual es el temor de la oposición que de manera timorata y mojigata trata de confrontar esta decisión, ya que si ellos están seguros que van a ganar las próximas elecciones entonces ellos deberían estar tranquilos ya que podrán designar a todos los parlamentarios del ParLatino, no sólo demuestra desconocimiento de los estatutos del ParLatino, donde claramente se expresa que cuando sus diputados son electos por segundo grado deberán guardar la misma proporción de partidos que tienen representación en el Congreso o Asamblea del que deriva, sino que obvia algo peor, el hecho del respeto al Estado de Derecho, más allá de la conveniencia política, que de seguro podrá mover a la dirigencia opositora venezolana, pero no a un pueblo revolucionario y chavista, que todos los días pelea más que nunca por la superación de la impunidad y la injusticia.
Ojalá camarada Diputado Diosdado, usted tuviese todo ese ímpetu para luchar contra la corrupción desde la Asamblea Nacional. Hoy el chavismo crítico, y más crítico que nunca, reclama más democracia y exterminio a la corrupción, no menos elecciones y más complacencia.