Sobre cada crítica y cada propuesta que formulamos ante el sinsentido del gobierno del Presidente Maduro, bastante alejado de las directrices emanadas por el Presidente Chávez el 20 de octubre de 2013 en el gabinete de ministros ampliado llamado “Golpe de Timón”, sectores extremistas del madurismo por un lado y la oposición más irracional brincan de inmediato a señalar que la responsabilidad de la crisis que se vive hoy es “culpa de Chávez”, por lo que es incorrecto señalar al Presidente Maduro, a Diosdado Cabello o a Cilia Flores de la depauperación de la calidad de vida del pueblo venezolano en nombre del legado.
En este sentido quiero dejar sentado de manera clara y transparente mi parecer, y reitero que ésta es una postura estrictamente personal.
El Presidente Chávez no fue un hombre perfecto, por lo que cometió errores y aciertos a lo largo de su ejercicio de gobierno, pero si tenía algo muy claro; todas sus decisiones giraban en torno a beneficiar primero a quienes vivimos de nuestro trabajo.
Entre sus errores, siempre criticamos “el nido de alacranes” en el que estaba sentado, tal como se lo dijera en su oportunidad el maestro Müller Rojas, y no dudamos en ningún momento en advertir, junto a Juan Carlos Monedero, que el hiperliderazgo era un problema serio en la conducción de un proceso revolucionario que pretendiera abrir camino hacia el socialismo. El otro problema que identificamos en su momento era la impunidad ante la corrupción de gente allegada a él, que el tiempo ha ido develando, y que demuestra que los traidores han estado siempre al lado, callados, sumisos, lacayos, acríticos, porque esa es la mejor manera de que les dejen robar sin que se percaten del desfalco.
Pero estoy convencido que fueron mayores sus virtudes. La capacidad de politizar y generar conciencia política a todo un pueblo, su extraordinario esfuerzo bolivariano por la integración de los países latinoamericanos y caribeños, la ruptura del pensamiento único liberal, abriendo espacio al socialismo como alternativa, su priorización por los pobres y desamparados, las políticas de redistribución de la renta petrolera, la disminución de la brecha entre pobres y ricos, fortaleciendo un sector medio importante, el empuje del Poder Popular y Comunal, el llamado permanente a la producción del pueblo organizado, la democracia participativa y protagónica desde las bases y las conquistas sociales innumerables del pueblo y potenciadas por su gobierno, son entre algunos, los atributos que convierten hoy a Chávez en un referente inevitable de la política venezolana, y un hito: antes y después de Chávez, en la historia de nuestro país.
Sin embargo, aunque la decisión, bajo condiciones poco favorables, en agonía de muerte, de “pleno como la luna llena” nombrar a Maduro como el escogido para que el pueblo lo eligiera para continuar su periodo gubernamental, y que en su momento apoyamos (no sin antes haber expresado que lo correcto hubiese sido una legitimación popular de las bases del proceso a esa propuesta para impulsarla con la fuerza del pueblo), no ha sido un apoyo incondicional, y de hecho, con base en observaciones y propuestas, empezamos por cuestionar el modelo de campaña electoral que conduciría a descapitalizar el potencial político heredado por Chávez, y tal como lo señalamos, lamentablemente fue así.
Desde ese momento hasta ahora, el gobierno del Presidente Maduro ha cometido más desaciertos que aciertos, porque no ha creído en el poder soberano del pueblo de conducir su propio destino.
Es por eso que hoy, sin duda alguna, el responsable de lo que vive Venezuela es la cúpula que gobierna. Y para aquellos que dicen que a Maduro le ha tocado difícil, dudo y estoy absolutamente seguro que jamás ha sido más difícil que con Chávez, donde existía una oposición que fue capaz de dar un golpe de Estado y generar una verdadera guerra económica, además impulsados por una situación internacional que llevó al barril de petróleo a menos de 30 dólares, y un paro petrolero criminal que arrojó pérdidas por más de 16 mil millones de dólares, pero Chávez nunca dudo que la revolución era con el pueblo, con transparencia y a favor de los que viven de su trabajo.
Hoy tenemos 6 meses sin que el BCV publique datos sobre nuestra economía, y nadie nos habla claro sobre el rumbo económico del país, pero mientras, la inflación y precarización de nuestros salarios ya nos tienen al borde de volver a los años 80 donde la carne era un lujo de consumo mensual y para algunos pocos, quincenal. Pero lo más indignante es que nos vean cara de pendejos.
La verdadera y única culpa de Chávez, es habernos estimulado a desarrollar la conciencia revolucionaria suficiente como para darnos cuenta, que a pesar de la “luna llena”, hoy se demuestra que la traición al legado está en plena marcha, y que esto no es lo que nos enseñó Chávez como ejemplo de gobierno, ya que la “unidad” de la que el tanto habló, era en torno al pueblo y no alrededor de una cúpula corrompida por los viejos vicios del capitalismo.
No pretendo con todo esto eximir al Presidente Chávez de su cuota parte de responsabilidad en lo que hoy pasa, pero de lo que estoy seguro es que los culpables reales están vivos y deben pagar ante la justicia por ello.
Es por ello que si de algo es responsable Chávez hoy, es de que emerja de su propio seno una alternativa que supere lo anterior, y que avance el proyecto de construcción del socialismo, tal como él diagnosticó cuando decidió eliminar al MVR para dar paso al PSUV, que lamentablemente no cumplió los objetivos trazados.
Es por todo lo anterior que hoy, a pesar de las cosas terribles que se viven, existe una gran esperanza, alimentada de los mejor de Chávez, buscando superar los aspectos negativos de su gobierno, que impulse la abolición de los vicios del rentismo petrolero para avanzar en una necesaria igualación de condiciones, pero hacia arriba.
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