Hablar de socialismo, del nuevo socialismo o socialismo del siglo XXI, es hablar de seres humanos, pensantes, sensibles, que reconocen en el otro a si mismos, que tienen interiorizado lo colectivo como objetivo de vida, y la individualidad como un medio fundamental para alcanzar ese objetivo.
Cuando hablamos de socialismo, necesariamente debemos hablar de socialistas, debemos hablar de quienes pueden hacer realidad un ideal, debemos hablar de aquel que posibilita y viabiliza un proyecto de país, un modelo de república, un ejemplo ha seguir. Pero, en nuestro país, ¿actualmente podemos hablar de socialistas?, ¿dónde están?, ¿cómo identificarlos?, ¿es el socialismo una condición estética o ética?, ¿es un voto de pobreza o el deseo de una mejor calidad de vida?, ¿es resentimiento o amor?.
Conversando con un estimado colega, Heiber Barreto, dentro de sus siempre agudas ideas, reflexionaba sobre la conciencia de clase, y si tener esta conciencia es adorar al proletariado, ¿acaso el proletariado no es la clase explotada?, ¿es importante sólo tener conciencia de ser explotada y perpetuamente admirar las luchas por no ser explotado?, o, ¿lo que buscamos no es dejar de ser explotados a través de luchas que logren el objetivo de superar esa condición?.
El socialismo, el nuevo, el del siglo XXI, no es, desde mi apreciación, igualarnos hacia abajo, el nuevo socialismo es, desde mi modesta percepción, redistribuir las riquezas, no para que el rico sea pobre, sino para que el pobre tenga las condiciones reales para dejar de serlo, y que los rico no abusen de la concentración de capitales sin sentido y contraviniendo la soberanía nacional. El nuevo socialismo no es reformismo, pero tampoco es el cambio violento, el nuevo socialismo es la transformación democratizadora de todos los espacios públicos, es la posibilidad de participar directamente en las decisiones que nos competen a todos, es transferir el poder desde las instituciones a los ciudadanos.
El nuevo socialismo es el empoderamiento popular, es la apropiación nómica, es la creación de la norma por los hechos, y no esperar a la norma para desarrollar los hechos. El nuevo socialismo es la colectivización de los medios de producción, no la usurpación de la propiedad privada; el problema es quiénes y cómo se produce, lo que se produce es de quien accede a ello. Pero también hay que garantizar que todos podamos acceder a los productos básicos, no sólo para subsistir, sino, para vivir dignamente.
El nuevo socialismo, fundamentalmente es la democratización de los medios de comunicación, de los espacios públicos y de la propiedad de los medios de producción, pero también, y creo de manera prioritaria, es la democratización de nuestras almas, de nuestras pasiones, es la superación de la adequidad que está arraigada en nuestra cultura política.
¿Es socialista aquel funcionario público, que valiéndose del cargo, hostiga laboralmente a sus empleados porque piensan distinto?, ¿es socialista aquel funcionario pública que no sabe y no puede trabajar en equipo?, ¿es socialista aquel funcionario público que miente públicamente sobre las cosas que hace o que deja de hacer?, ¿es socialista en nuestro gobierno, aquel que no da participación para la construcción de proyectos de impacto social?, ¿es socialista y revolucionario aquel que se niega a la democratización de procesos organizacionales o educativos?, ¿es socialista aquel que hoy te dice algo y mañana se contradice sin aclarar porqué?, ¿es socialista el que hace uso doloso de los recursos del Estado?.
¿Basta sólo con hablar sobre socialismo para ser socialistas?, o, ¿es, incluso sin expresarlo públicamente, una forma de vida, un código ético, un proyecto de vida? Lo dejo para la reflexión.
nicmerevans@yahoo.es