Un aporte sobre el debatido tema del POPULISMO desde un abordaje psicoanalítico basado en los conceptos de Ernesto Laclau, es lo que ofrece la autora Nora Merlin en este texto editado en Buenos Aires la semana pasada.
Es un libro que se inscribe en las controversias latinoamericanas actuales, no es una abstracción inútil; en buena medida por culpa de la derecha continental y las publicaciones del imperialismo. Ellos implantaron la definición populista para cualquier gobierno, presidente, medida, líder o discurso aparecido en los 15 años últimos en América latina.
Cometieron la torpeza de reducir una experiencia social extraordinaria, variada, compleja y creativa en términos de política, surgimiento de líderes, ideas, movimientos sociales y cultura política autoidentitaria, a un solo término: populismo, como el cuento aquel de que todos los gatos son pardos porque andan por los tejados a la sombra de la noche.
Para el Departamento de Estado, los gobiernos de la UE y sus socios locales, es insoportable (en términos absolutos) la existencia de tipos de gobierno que se atrevieron a cuestionar algo (mucho en algunos lados, poco en otros) del control imperial sobre nuestras sociedades, sus recursos y sus Estados. En algunos casos, por el simple acto soberano de decidir sin consultarles, cambios limitados en las políticas sociales y el uso de los presupuetos nacionales, una conducta contraria a la practicada durante la década más neoliberal del continente.
Todo lo reducen a la expresión populista, pero convertida en anatema, no un concepto, como sin con ella se pudieran explicar fenómenos tan complejos y variados.
Peor aún, con la ignorancia teórica propia del pensamiento burgués contemporáneo, olvidan un detalle básico del populismo en la historia social: no existen instituciones populistas estables. No hay registro de ellas.
En ese punto, Nora Merlin en su libro, siguiendo a Laclau en los suyos, aportan comprensión al concepto desde la óptica lacaniana y sassuriana.
Como sabemos por cualquier estudio histórico serio y el registro de la vida social (en la historia registrada fuera de la imaginación de los autores), el populismo es una actitud política.
El intelectual canario Rafael Morales Caballero, un aguerrido anti franquista hasta su muerte hace poco, define que, "El término populista no define regímenes ni gobiernos, sino un determinado tipo de medidas ("Lógica de equivalencia de la demanda" sugieren Merlin y Laclau) dedicadas a obtener apoyo en la sociedad, una manera de actuar de cualquier régimen y de cualquier gobierno" (Razones para la Esperanza. Ideas para la unidad socialista en Améria latina, Viento Sur, España 2010).
Es tan insoportable para nuestros enemigos, lo que apareció en América latina, que parten del supuesto falso de que bata una palabra-concepto para derrotarnos o condenarnos.
Lo que muestra Merlin en "Populismo y Psicoanálisis", su ópera prima, es que, al contrario, la definición populista adquiere una "nueva dignidad", señala, basada en su apoyatura social de "pueblo", superador de "la masa", constatando un dato sociológico básico de las revoluciones o procesos rebeldes en la época del imperialismo y su daño sobre la estrutura social: la plebeyización estructural de la clase obrera histórica.
En esa medida, el aporte específico de "Populismo y Psicoanálisis", se inscribe en lo más vivo de las polémica actuales en por lo menos seis países: Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Nicaragua.
Pero como el pensamiento burgués es insaciable en su vacuidad y pragmatismo, ya comenzaron a estigmatizar como "populismo", también al gobierno europeo primermundista de Grecia, y a Podemos, el ascendente movimiento de indignados en España. En Estados Unidos, el Partido Republicano y el Tea Party definio igual al pobre Obama, cuando propuso un sistema de seguridad universal.
En medio de sus paranoias y miedos inconfesos, no advierten que están confesando, de la misma manera que hacen los idiotas, que la definición populista no le cabe a ninguna institución o líder por el solo hecho de ser de izquierda o centro izquierda, sino por el simple acto de tomar determinadas medidas populares correctas, en determinadas situaciones concretas, por ejemplo la de Tsipras en Grecia para darle de comer a los nuevos pobres del primer mundo. O las de Uribe y Santos desde hace 12 años, para legitimar sus instituciones represoras.
Por otras razones y al servicio de objetivos distintos en cada caso por separado, los nuevos "gobiernos populistas" de América latina, pueden ser mejor comprendidos desde el cruce disciplinario de política y psicoanálisis que aporta Nora Merlin en su libro.