La lógica del capital con la que acostumbramos analizar la coyuntura actual aflora con mucha fuerza cuando la presión de las dificultades que nos toca enfrentar generan un cuadro de desesperanza, así comenzamos a considerar lo avanzado, lo logrado como pasado, como un derecho consagrado por la providencia sin importar las luchas que hayan sido necesarias para alcanzarlas y traemos a nuestro presente lo que nos aterra, así que deprimidos nos cuestionamos lo que no nos ha dado la revolución desde una perspectiva individual y con la inmediatez característica del que construye para si y espera disfrutarlo en lo inmediato.
De esta manera, los más pobres, los excluidos de siempre, los que apenas con la revolución comienzan a hacerse concientes de la riqueza que nos pertenece y que estaba siendo expropiada por los ricos, de los que hoy han sido beneficiados de múltiples maneras, no con dadivas electorales, sino con medidas estructurales para hacerlos del poder que por derecho les pertenece, se permiten aceptar apaciblemente que lo que hasta hoy los ha reivindicado no es la solución a sus problemas y se cuestionan su apoyo al proceso revolucionario y al presidente Maduro. Lo que ayer nos deslumbró por novedoso y liberador, hoy porque nos toca "comernos las verdes", porque la revolución se ha puesto a prueba, porque hemos llegado a un punto de inflexión donde nos toca hacernos responsables por el legado de un gran hombre que prácticamente solo pudo con toda nuestras cargas de responsabilidades, no podemos echarlos al saco y correr despavoridos ante el primer gran reto que nos toca asumir como el ejercito de la transformación de Chávez, pasar de la Venezuela conciente de sus derechos pero pedigüeña y delegadora de sus responsabilidades, a la constructora y hacedora de una economía productiva de corte social y orientada al beneficio de lo colectivo.
En este escenario el capitalismo logra remover al capitalista que llevamos dentro inoculado por sobre exposición a sus estructuras ideologizantes, nos rendimos a la razón de los que analizan la realidad desde la lógica de la supervivencia del más apto, de la libre competencia y el libre mercado, convenciéndonos que otro mundo mejor no es posible, que la única opción viable es intentar seguir sobreviviendo de las migajas que logramos arrancarle a los ricos mientras soñamos convertirnos en uno de ellos y que como buen competidor nos llevaremos por delante a quien por menos apto le toca el triste papel de ser invisible por el resto de sus días. Así que gracias a la escasez provocada, al contrabando de extracción, a la especulación con nuestra moneda que ha generado una inflación artificial y a errores de la revolución propios del que crea lo nuevo sobre la base y conviviendo con lo viejo, hoy los que gracias a la revolución tenemos patria, conocemos nuestra herencia de pueblo emancipador, libertador y revolucionario, los que hemos sido reivindicados con salarios y pensiones dignas, con políticas que han logrado las metas del milenio en alimentación, educación, acceso a los servicios públicos e inclusión social, que hoy nos beneficiamos con los mejores indicadores de: índice de desarrollo humano, nutrición infantil, mortalidad infantil, empleo, educación universitaria, entre muchísimos otros, nos dejaremos borrar nuestro pasado inmediato y nuestro futuro inmejorable por una promesa de que los que antes nos gobernaban, los que siempre nos han explotados son los que pueden mejorar nuestra situación y nos regresarán lo que para provocarnos nos han quitado.
Los que aun permanecemos inmunes al veneno capitalista y seguimos indetenibles construyendo una nueva lógica basada en la complementariedad, la solidaridad y la suma de todas las capacidades para servir a los menos favorecidos, a los que estamos empeñados en hacer realidad el llamado del papa Francisco en la ONU: "… los gobernantes han de hacer todo lo posible a fin de que todos puedan tener la mínima base material y espiritual para ejercer su dignidad y para formar y mantener una familia, que es la célula primaria de cualquier desarrollo social. Ese mínimo absoluto tiene en lo material tres nombres: techo, trabajo y tierra; y un nombre en lo espiritual: libertad del espíritu, que comprende la libertad religiosa, el derecho a la educación y los otros derechos cívicos…" a los que no vemos una solución a la supervivencia y evolución de nuestra especie humana que no sea desde el aporte de todos para todos, desde la construcción colectiva de una sociedad que atienda a cada quien según sus necesidades reales con el aporte de cada quien según sus aptitudes y posibilidades, los que seguimos avanzando, estamos obligados a levantar la moral de los que con debilidades ideológicas puedan estar confundidos (Leer Discurso del Papa Francisco en la asamblea General de la ONU en: http://www.aporrea.org/internacionales/n278202.html).
Debemos intensificar la polarización política de pobres contra ricos, debemos cacarear los logros de la revolución con énfasis en comparaciones prácticas, como comparar los logros de la revolución con las debilidades de Colombia que la derecha se empeña en vendernos como paradigma a seguir con elementos como los planteados por el colombiano Andrés Gil en su artículo Ni Venezuela está tan mal ni en Colombia estamos tan bien en el que menciona: "¿sabían que según cifras de la FAO (no del Gobierno venezolano) en Venezuela hay menos mal nutridos, es decir gente que pasa hambre, que en Colombia? Así es, según este organismo internacional, en Venezuela el 5% de la población aún pasa hambre, mientras que en Colombia es el 15%. Refresco la memoria: La Guajira, Chocó y Vaupés tienen índices de NBI similares a los de Ruanda o el Congo; todos conocemos el drama de los niños Wayú que mueren de hambre, o los de Chocó que mueren por diarrea. Hasta donde he podido averiguar, eso no pasa en Venezuela. ¿Sorprendidos? ¿Aún no creen? Pues el programa mundial de lucha contra el hambre y la pobreza de la FAO se llama Hugo Cháves Frias.", explotemos al máximo el orgullo de ser venezolanos. (Ver: http://www.las2orillas.co/ni-venezuela-esta-tan-mal-ni-en-colombia-estamos-tan-bien/)
Es urgente inyectar una sobredosis de optimismo, fe y amor patrio a nuestras bases, a las victimas de las grandes dificultades con la convicción de que no hay otra vía hacia su redención y que lo bueno está por llegar cuando seamos capaces de asumir el poder desde abajo, en las Comunas, Consejos Comunales y demás organizaciones de base. He allí nuestra campaña electoral.
Solo Unidos Venceremos.