Uno de las principales debilidades que tiene el proceso revolucionario en Venezuela la constituye el hecho de la falta evidente de formación política por parte de una importantísima parte de los actores que, de una manera u otra, participan en ella.
Y esta debilidad tiene su razón de ser, ya que el proceso revolucionario bolivariano surge de un proceso de crisis política y social en la que se involucraron personas que provienen de sectores de la derecha, militares, militantes y simpatizantes de partidos de la derecha y por supuesto, militantes, simpatizantes, colectivos políticos, agrupaciones sociales de tendencia de izquierda. Y dentro de estos grupos de izquierda, militantes de una elevada condiciones teórico-práctica, pero también muchos con profundas debilidades en lo conceptual que inciden negativamente en la construcción de un proyecto verdaderamente socialista y revolucionario, debilidades que afloraron en el diseño, contenido teórico y praxis política del proyecto, que han eclosionado a lo largo de estos 18 años de revolución y que hoy, dada la crisis política que atraviesa, emergen dramáticamente negativa o positivamente en el seno del chavismo, de que se autodenominan "chavistas críticos", "chavistas auténticos", "Más chavistas que Chávez" y similares.
Y es que hay un gran desconocimiento y confusión de lo que constituye el nivel cosmogónico y ético de la revolución socialista de lo que es el nivel pragmático u operativo de la revolución; de lo que constituye el proyecto político del lo que es la organización del proceso, de lo que es la teoría de lo que es la práctica.
Y de este desconocimiento devienen desencantos, decepciones, "aboliciones" y traiciones, errores que se comenten por falta de identificación, "rectificaciones" o acciones ex profeso, según sea el caso.
Y resulta que la discusión "profunda" entre los llamados "chavistas" está circunscrita a la crítica por una parte, a la decisión por parte del CNE de acatar las decisiones de TSJ de paralizar el proceso de validación de firmas para activar el proceso revocatorio del mandato del Pte. Maduro, discusión que se fundamenta en el "soporte constitucional del revocatorio" el cual tiene rango de derecho político y el carácter dictatorial que tiene la decisión del Poder Judicial al parar dicho proceso, por una parte, y por la otra la supuesta traición del Pte. Maduro y su gobierno, al llamado "legado de Chávez".
Y es precisamente ahí es que el camarada Héctor Blaiz ha puesto el dedo en la llaga.
Sin derroche de ostentación pedante pequeñoburguesa de títulos académicos, sin exhibir un individualismo protagónico, sin caer en ofensas ni en una diatriba fuera de lugar, Blaiz nos recuerda, que para los revolucionarios, la realidad es siempre una realidad dialéctica, contradictoria, la cual se mueve de acuerdo a las tendencias económicas y sociales.. Qué existen contradicciones circunstanciales y contradicciones antagónicas. Que las contradicciones antagónicas son aquellas derivadas de la condición de clase y no del papel que se ocupa dentro del proceso revolucionario, siempre que se esté ubicado dentro del ámbito del proceso revolucionario.
Y que el revocatorio no es más que una formalidad expresada en la constitución nacional, que sólo es más que un derecho consagrado para garantizar la participación de la ciudadanía, y no es un "fin en sí mismo", sino una derivación de un estado de derecho construido dentro del marco de una visión política de la sociedad venezolana. Y que las constituciones así como los modelos sociales son expresiones de una realidad concreta de carácter histórico, es decir, transformables. Por eso nos dice, a manera asertórica sí Chávez hubiera respetado el llamado a referéndum en un caso similar.
Pero lo más categórico que nos dice Blaiz es que el si el referéndum es una convocatoria de la derecha, la participación en ella es un acto de derecha, un acto político signado de un visión política y social que entra en una contradicción antagónica con el accionar del revolucionario. La participación en él por ser un supuesto" avance social revolucionario" es sólo un acción formal. Participar en él por ser una iniciativa de la derecha es, en sí mismo, un acto de derecha, en consecuencia, una traición para el proceso revolucionario, sea Maduro, Chávez, Alcalá, Evans o Navarro el que este gobernando. Llamar a participar en dicho referéndum, por parte de cualquiera de las tendencias chavistas o "y que chavistas" es un acto contrarevolucionario y por ende un llamado a la traición. Lo demás es cuento de camino máxime si los que lo impulsan fueron militantes de los movimientos de izquierda en épocas recientes. De los recién llegados, cualquier cosa puede esperarse conociendo sus antecedentes u observando sus "devaneos". Así de simple.
Pero lo que es importante, es destacar, que el "llamado a referéndum" es una estrategia de la derecha para debilitar, socavar y revertir la revolución, cualquiera séan las debilidades, errores, retrocesos del gobierno actual. La derecha persigue restituir el modelo capitalista que imperó durante los 45 años de democracia "puntofijista", eliminando los avances sociales, políticos, culturales que la revolución bolivariana ha instituido dentro de la sociedad venezolana. La participación en él no es más que la convalidación del modelo pasado y la complicidad con el capitalismo, el imperialismo y sus lacayos criollos.
Las revoluciones avanzan dentro del modelo revolucionario y no negociando con las derechas. Los revolucionarios debemos impulsar verdaderos cambios revolucionarios y no "mostrar conductas cómplices" que permitan el avance de la contrarevolución. Cualquier iniciativa por profundizar el proceso revolucionario debe salir del seno de la izquierda. Con la derecha, sea roja, rojita, amarilla-negra, blanca, verde, no se negocia. Ni un paso atrás.
Hasta la victoria siempre. Venceremos.
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