El llamado a paro general es una pésima idea

La "Toma de Venezuela" fue sin duda, una demostración de fuerza por parte de la oposición venezolana, una fuerza que, en condiciones de mayor racionalidad política, no debería ser ignorada por quienes detentan el poder. Lamentablemente ese no es el caso. Quienes hoy dirigen el país no son políticos en sentido estricto: para un verdadero político, las derrotas electorales no son el final del camino, forman parte de su vida y su carrera. Rafael Caldera o Teodoro Petkoff fueron reiteradamente derrotados en las urnas y continuaron el ejercicio de la política sin traumas. Jose Vicente Rangel, buena parte de la izquierda venezolana y el mismo presidente Chávez, asumían sus derrotas y continuaban su esfuerzo por hacerse del poder. Domingo Alberto Rangel y Luis Miquilena, cada uno en su esquina, fueron además una demostración que la política no se ejerce únicamente desde un cargo en el estado.

Pero quienes hoy se aferran al poder político en Venezuela no lo ven así. Al parecer, creen tantos años en la banca –para usar un término del béisbol- les da una especie de derecho divino -Chávez mediante- para ejercer el poder político hasta el final de los tiempos. El pueblo por su parte, debe obedecer tal designio de forma disciplinada si quiere acceder a la magnanimidad del estado, de acuerdo con el pensamiento del ministro Molina.

Es verdad que nadie en la historia ha entregado el poder por nada. Tal vez por ello, cualquier aspiración legítima de cualquier grupo político es vista como un golpe –hay golpes para todos los gustos-. Si pierden en alguna elección –si acaso acceden a realizarlas- hay un golpe electoral, si se les exige rendición de cuentas hay un golpe contralor, si los medios que no están explícitamente bajo su control se salen del carril, hay un golpe mediático. Y así sucesivamente.

En este momento político, se ha producido una alineación circunstancial de los intereses de la oposición encarnada en la MUD, incluso de sus sectores más radicales, con los intereses de los movimientos de izquierdas reiteradamente avasallados por el PSUV y su maquinaria, con los de la ciudadanía opositora y los de la vasta mayoría de la militancia chavista, es decir, del chavismo decente. Juntos conforman una avasalladora mayoría que considera indispensable la salida anticipada del poder del reducido grupo que administra cual su caja personal, los recursos del estado.

La descomunal crisis que vivimos hoy es sin duda, un gran negocio político y económico para la macollita militar-civil enquistada en el poder, por lo que simplemente no existe la más mínima esperanza que estos hagan el menor esfuerzo para darle una solución rápida y permanente a esta situación. Esto implicaría ceder un poco el control de procesos en los que han intervenido con resultados devastadores para el país, y ellos claramente no están dispuestos a hacerlo. Mantener la crisis les da poder, por eso no la solucionan.

Pero el paro general es mala idea

A pesar de que el clamor de la mayoría del país es que el presidente Maduro salga del poder lo más pronto posible como una cuestión de supervivencia, esto no implica una especie de carta blanca para que los líderes de la oposición decidan la forma de proceder para lograr este objetivo común. En tal sentido es necesario señalar que la convocatoria a un paro general de 12 horas el viernes 28/10/2016 es una idea muy muy mala, pésima y contraproducente que puede dar pie a que el presidente Maduro se suelde a la silla, hasta el 2019.

En 2002 desde la lógica de la CTV-FEDECAMARAS de la época, un paro como el convocado en abril de ese año, por ejemplo, podía tener alguna repercusión significativa. Desde esos tiempos ha corrido mucha agua bajo el puente y los principales medios de producción ya no están en manos privadas o bajo control opositor: PDVSA, CANTV, CORPOELEC, Cementeras, Torrefactoras, Centrales Azucareros, buena parte del transporte colectivo, redes de distribución de alimentos, puertos y aeropuertos, aerolíneas entre otros, gran parte de la banca se encuentran ahora bajo control del estado, por lo que el impacto de una paralización de lo que queda de sector privado es mucho menor que en esa época. Por otra parte, gracias al control de cambios, las empresas multinacionales tienen que andarse por el carril sin desatar la ira de los administradores exclusivos del mermado flujo de divisas. De modo que no cuenten con las empresas de telecomunicaciones y navieras, por mencionar un par de sectores que se me viene a la mente.

Adicionalmente, la crisis es de una magnitud tal que pedirle a las pequeñas y medianas empresas restantes, entre las que han sobrevivido a la LOTTT, escasez de materia prima e inventarios, las fiscalizaciones de la SUNDDE, dólar paralelo y la inflación sideral de este año, que cierren sus maltratados negocios es, desconsiderado y bastante ingenuo. No nos ayudes compadre!

De modo que llamar a un paro y que no se acate o sólo se cumpla parcialmente, tendrá un efecto exactamente opuesto al perseguido, demostrando debilidad y restándole capacidad de presión al movimiento que busca la restitución del hilo constitucional.

Esto, los desatinos de la dirigencia MUDista, las pugnas intestinas de la oposición peleando por la botella vacía, el pago de aguinaldos y hasta las navidades juegan contra la aspiración de que se realice el revocatorio y las elecciones regionales, el mínimo aceptable dentro de un eventual diálogo político en el país.

@jhernandezucv

discusionpoliticavzla.blogspot.com



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Javier Hernández

Economista (UCV). Candidato a Msc en Gerencia.

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