¿Culipandea o tiene las uñas largas? Si me guiase por lo primero, se me ocurra o por lo que viene sugiriendo Diosdado, según quien, aquel que discrepe estaría culipandeando o guabineando, en eso pudiera andar Maripili. Aunque advierto, hasta este mismo escribidor se siente señalado por aquel. ¡Y hay que ver la seria connotación que los políticos le dan a esa expresión! Pero también podría pensar que la periodista tiene uñas largas, no por aquello demasiado vulgar de agarrarse lo que no es suyo, cosa a la que la bella dama debe ser bastante ajena, sino que aruña y sin dejar huella; es muy habilidosa.
En el lenguaje coloquial, por lo menos en mi pueblo, literalmente, culipandear es echar el trasero de un lado a otro mientas se avanza. “Viene culipandeando”, se dice. Pero también para lo mismo se usa la expresión “está o viene bailando valse”.
-“Ese carajo es un baila valse. No se le puede creer nada. Hoy está aquí y mañana allá. Hoy conmigo y mañana contra mí”. Lo que le da una connotación distinta a lo literal. Los bailadores de valse se desplazan a lo largo de todo el espacio o salón de baile. Sus pasos son muy largos.
El Drae recoge el verbo culipandear, y lo identifica como de uso en Cuba y Venezuela, con el significado “Evadir con astucia una dificultad prevista para no enfrentarla”. Pero también lo asocia con “acobardarse, echarse para atrás”. Lo que significa, en el lenguaje de la calle, igualmente “nadar entre dos aguas, no hallar en qué palo ahorcarse y hasta potencial traidor”. El culipandeador no tiene nada de astuto, pues generalmente todos saben lo que hace o es. En verdad no es frontal, pero tampoco a nadie engaña.
De acuerdo con el Drae, en primer término, culipandear sería sinónimo de astucia, viveza y hasta habilidad para salirse de cualquier enredo. En este caso el culipandeo sería como meritorio o distinguida facultad. Pero también lo asocia con traición y falta de entereza para enfrentar lo que sea menester.
No estoy seguro ahora, bien es verdad, si Diosdado usa el verbo culipandear del cual hemos hablado o guabinear. Es probable que sea más bien este último, porque en los ríos de Monagas, de donde es nativo el vicepresidente del Psuv, abunda mucho ese pez. Y en oriente, solemos decir “entre los bagres se mezclan las guabinas”. Lo que significa simular lo que no se es o tratar de engañar. De donde esta expresión se asemeja a la anterior, por lo de acobardarse o echarse atrás, para lo que se mezcla con los bagres.
Todo lo anterior viene a cuento por las declaraciones que acaba de dar la bella Maripili, quien ha sido ministra varias veces, impuesta como candidata en las planchas del Psuv para diputada por Anzoátegui en las recientes elecciones legislativas donde sufrió “una derrota anunciada”, creo que quien la derrotó la duplicó. Eso bien se sabía o esperaba. Muchos se abstuvieron, me consta, por rechazar la imposición y aquello viejo del paracaidismo.
Maripili, quien hace poco se atrevió a dar unas declaraciones sobre la materia económica, en las cuales habló de asuntos financieros, cambiarios y como enmendándole la plana al gobierno, ahora vuelve por sus fueros e intenta hacer lo mismo en sobre menesteres políticos. Por lo menos eso parece. La percibo como una náufraga quien viendo a lo lejos un barco, estando debajo de un gran árbol, agita su pequeño pañuelo intentando llamar la atención o diciéndose a sí misma, “todavía vida me queda”. O como Betancourt, “We will come back”.
Dijo la linda periodista que el “gobierno debe permitir el revocatorio y proponerse ganar la mayoría”. Agregó que el “Ejecutivo no debe obstaculizar la realización del referendo revocatorio”.
De acuerdo con ella, tal como asegura la oposición y algunos entes internacionales, el gobierno impide que la forma prevista en la ley para revocar el mandato de cualquier funcionario se concrete. Entonces, según ella, no se trata que quien lo desee debe solicitar el revocatorio cumpliendo tareas como, recoger el 1% de firmas para desatar el proceso y en una segunda etapa, el 20% para que al final, depurado el proceso, determinar si el número de firmas son pertinentes y suficientes para los fines consiguientes. Sino que el gobierno “debe permitir el revocatorio” aunque las dos condiciones esas, de las cuales hemos hablado, no se hayan cubierto. Es la de ella una variante de la posición de Marea. Pues esta pide revocatorio. Maripili no, pero casi acusa al gobierno de impedirlo. Es como lo que dice aquel viejo refrán, “no lo llamó perro pero le enseñó el tramojo”.
No hay duda que el planteamiento de Maripili se parece mucho a lo de llamar a revocatorio. Su llamado se asemeja a un “querer queriendo”. Sólo que ella lo hace asumiendo rol de psuvista, pues dice, “si la gente no quiere que gobernemos, tenemos que aceptar esa voluntad”. Cosa en la que si estoy totalmente de acuerdo con ella.
Pero el asunto o drama es que Maripili, en contra de la voluntad de muchos, igual que María Cristina Iglesias, fue impuesta de candidata en Anzoátegui. A las bases no se le consultó su precandidatura y quizás, digo yo, por eso mismo, muchos se abstuvieron de votar a su favor cuando fue candidata. Es decir, no hace mucho gozaba de la alta confianza del cogollo, la cúpula, esa del dedo poderoso, pero ante lo que ahora sucede, asume una posición que no es clara. Pone como una cierta distancia, para como decimos por estos lares, “por si forsis”.
No gozo ni he gozado nunca de la confianza de quienes dirigen el Psuv, quizás por gruñón y de la vieja izquierda, y ahora mismo, mis diferencias con la línea oficial son bastante hondas; pero aún así, jamás se me ocurriría llamar o firmar por revocatorio, como lo dije hace poco en artículos como mensajes a Héctor Navarro y Nìcmer Evans. http://www.aporrea.org/
http://www.aporrea.org/
Menos ponerme a esperar que el gobierno permita que la oposición deje de cumplir con lo previsto en Ley, como el deber de recoger el número de firmas previstas, sin falsedades, como que hasta los muertos firmen; o lo que es lo mismo, saltarse normas y plazos correspondientes. Si con eso cumplen tienen todo el derecho a reclamar se aplique el referendo y en ese caso contarían, sin duda, con nuestro apoyo. Pero nada de permitir burlar lo que la constitución exige, porque esos malos precedentes pueden salir muy costosos.
Por eso no entiendo a Maripili, menos habiendo aceptado ser candidata sin haber asistido a medirse con otros camaradas, sino impuesta por el mismo cogollo del cual ahora discrepa. Pareciera un mover de caderas, que siendo ella, por lo hermosa, sería muy bonito, gracioso, atractivo, bello espectáculo y hasta sugestivo, pero dentro del marco de lo que ahora sucede, más bien un culipandeo o guabineo, como mezclarse para parecerse a otra. Un evadirse por los burladeros.
Pero Maripili, quien pareciera culipandear, también pudiera “tener las uñas largas”. Tiene bella cara de gata, de esas bien cuidadas y hasta educadas o entrenadas. Tanto es así que aruña, pero lo hace hundiendo las uñas y sin dejar herida. Habla de “de dejar recoger las firmas”, no “impedir el revocatorio”, con lo que censura al gobierno, pero no dice sí sería para ahora o para el año próximo. Es como una jugada habilidosa, esas de dos o tres bandas, nada de bola a bola. Exactamente como la gatita de María Ramos.
Por eso Diosdado, tú que en tus últimos discursos, o mejor tus discursos de cierto tiempo para acá, hablas de culipandeadores o guabinosos, ¿cómo calificas a Maripili? No me digas que es bella, eso bien lo sé.