Durante el año 2016 quedó demostrado, una vez más, que este país llamado Venezuela está siendo dirigido por un conjunto de políticos que se sienten superhéroes. Tanto los políticos del gobierno como los políticos de la oposición asumen estilos y conductas, que los hacen parecerse a los personajes de ficción de las historietas impresas y televisadas que tanto entretenimiento han brindado a generaciones completas de aficionados a los superhéroes.
Cada quien, con su atuendo particular, vestidos de rojo, amarillo o verde, algunos con capas y máscaras, portando espadas sobre velocísimos vehículos de dos, tres o cuatro ruedas, han hecho presencia en mítines, concentraciones y programas de televisión, para dar parte de las últimas acciones que han emprendido y ejecutado, para salvar al pueblo y a la sociedad toda.
Surcando de norte a sur, de este a oeste, el territorio venezolano, y el territorio-mundo, los políticos superhéroes han buscado la manera de hacerle llegar a todos y cada uno de los venezolanos desvalidos, los insumos necesarios para que tengan una vida plena y feliz. Alimentos, ropa, juguetes y medicamentos, gestionados por los políticos superhéroes, han llegado íntegramente a manos de todos los venezolanos. Así se cuenta en las historietas.
Sin embargo, la Venezuela de enero de 2017, la que apenas comienza a despertarse, luego del nubarrón decembrino, se pregunta por qué, después de tantos actos superheróicos, la situación en general luce menos buena que la de enero de 2016. Esta Venezuela toda se pregunta si durante los meses por venir se tomarán las medidas necesarias para darle estabilidad a los precios de los insumos, para controlar la inflación, para generar crecimiento económico, para mejorar el abastecimiento, etc. Esta Venezuela toda, pareciera sentirlo así, ya no quiere depender más de personajes de ficción, que se sienten superhéroes, que sienten capaces de transformalo todo, sin transformar nada.