Escasez, colas, salarios miserables, hambre, mengua por medicamentos, un gobierno indolente y mentiroso, un pueblo traicionado, una dirigencia opositora tradicionalmente vetusta e incapaz, un pueblo pidiendo cambios urgentes, presión social acelerada, conflictividad a flor de piel y un pueblo noble exigiendo más y mejor democracia; nuevo, eficaz y eficiente gobierno. Ese fue el 2016 en 50 palabras.
Pero, ante la fotografía que todos conocemos, ¿Qué podemos y qué debemos hacer en el 2017?
Algunos jugaron adelantado y de manera muy mal elaborada, en sacrificio de vidas humanas intentaron en el 2014 subvertir el orden sin la fuerza popular real movilizada por las fuerzas vivas, sino por un partido político muy débil y caracterizado por el manejo de una violencia irracional promoviendo la mal llamada “salida”.
En 2016 fue el verdadero descontento el que moviliza a las masas, sin conducción política y sin una conciencia de lucha que lleve a la organización, fueron por miles las protestas, movilizaciones e incluso saqueos hijos de la impotencia de un país en incertidumbre, desconcertado y sin orientación.
En el 2017 esto debe cambiar. Los sectores sociales, encabezado por el sector estudiantil, de la mano de los trabajadores deberán estar a la vanguardia de las movilizaciones sociales si realmente queremos un cambio de rumbo en el país que nos incluya a todos. Los partidos políticos tradicionales deberán pasar a la retaguardia, han demostrado ser incapaces hoy de reinterpretar la realidad del país, y nuevos factores políticos deberán emerger desplazando los liderazgos anquilosados del gobierno y de la oposición: Un nuevo referente político democrático, plural y diverso deberá nacer y liderazgos jóvenes y con algo de experiencia deberán empezar asumir posiciones y roles de conducción política democrática.
La presión social de las fuerzas vivas organizadas, como una marea que depura las aguas, debe ser constante y no desfallecer, para así lograr levantar banderas comunes que movilicen sin siglas ni colores diferenciales a todos por igual en torno a:
La necesidad de enfrentar y derrotar la impunidad jurídica e institucional, convocando a una gran auditoria pública y ciudadana que le ponga nombres y rostros a los que desfalcaron más de 475 mil millones de dólares en los últimos 16 años, estén en el bando que se encuentren y tengan el apellido que tengan. Justicia sin venganza ni odio, sólo justicia.
Desarrollar una auditoría, tiempo de gracia y refinanciamiento de la deuda externa que hoy se paga con el hambre y la muerte de venezolanos, que no tienen medicinas ni sueldos dignos.
Implementar la unificación de los tipos de cambio que sólo beneficia a una élite, y publicación de la lista esas empresas hasta ahora beneficiadas con el tipo de cambio a 10 Bs., para que rindan cuenta.
Cumplir con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo 91 en cuanto a la fijación del salario mínimo con base en la canasta básica mensual.
La definición de una nueva política pública agraria que garantice el abastecimiento de los productos básicos de nuestra alimentación, sustituyendo de manera paulatina pero definitiva el insostenible volumen de importación de alimentos.
Detener la inflación a partir del estímulo de la producción nacional diversificada y el cese de emisión de más deuda en bonos.
Implementar un plan impositivo y fiscal que logre de manera eficiente y eficaz que quienes más ganan más paguen, estimulando el pago a través de la mejora de los servicios públicos que garanticen una mejor y mayor producción nacional y calidad de vida de los venezolanos.
Colocando así a las fuerzas vivas en la capacidad de ser el factor determinante para el logro de todos estos objetivos a través de: La salida democrática y soberana del actual gobierno, por ser incapaz de desarrollar alguno de los anteriores puntos, colocándose de espaldas al pueblo al ser antidemocrático, autoritario e inmoral.
¡Sólo el pueblo salva al pueblo!