El individuo y su clase

El individuo burgués, es uno solo, una sola; no es un empedernido de la soledad, sino más bien una única persona en medio de la diversión, la fiesta, y la irresponsabilidad; lo quiere todo para sí, o por lo menos, la mejor parte de todo.

El individuo burgués, gusta del amor entre dos, y dentro del cerco de la familia; no le interesan los demás, porque él es el mejor de todos, y el único justo, sin Dios, o inscrito en cualquier plan divino donde tiene reservado el lugar privilegiado, sentado al lado de su deidad.  

El individuo burgués es libre de su propia libertad, de la igualdad y la fraternidad, suya, propia de ella o de él. El pasmo délfico del “Conócete a ti mismo” reseñado y consustanciado por Rousseau, en  El origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, es así mismo, la desligazón con cualquier compromiso social, que no implique el privilegio de su individualidad.

El individuo burgués es un monstro de su propia monstruosidad privada, que como principio de justicia y de equidad suya, debe imponérsela  a la sociedad: El individuo es un burgués, que encapsulado, en su egoísmo categórico, y en su propiedad sobre los medios de producción,  sabe actuar como clase burguesa, para someter a la clase obrera, a quien ha educado, “a su imagen y semejanza”, tal como reza uno de los principios del Dios judeocristiano.

“Nadie es justo; sólo yo, y Cristo, nuestro señor, a la diestra del Dios padre”, sigue diciendo el burgués cristiano. Dios, es entonces, un individuo burgués, además, omnipotente, omnisciente, misericordioso, y pleno de amor individual;  fuente del poder, según la teoría ecuménica  religiosa, que da por separado a cada individuo del rebaño, un privilegio íntimo y particular en plena comunión con su creador, más allá de cualquier intermediación apostólica, sacerdotal o misionera.

El individuo burgués posee un medio de producción, es su configuración científica, piensa y actúa de acuerdo a los intereses de su clase, la burguesía, dueña del modo de producción, y por tanto dueña del poder económico, y única dueña del poder de la alta política, que emana de la superestructura de su Estado burgués, intocado en la globalidad de su propiedad privada, y que declara eterna su historia capitalista.

El individualismo burgués es enseñado con esmero, como principio de la cultura burguesa; es transmitido sutilmente a los jóvenes, hijos de la clase obrera, y de las diversas capas medias; educación zurcida con refinamiento, de numerosos  modos, a través del cine, la literatura, publicidad, televisión, arte, redes sociales, escuelas, liceos, universidades,  reductos  para la enseñanza de los valores capitalistas.

El Emilio de Rousseau, es en resumidas cuentas un joven burgués, que se prepara para la edificación del capitalismo, como última fase de la prehistoria. Bolívar, no copió el ideal educativo, trazado por el autor de “las confesiones”, por el contrario, se enfrentó al colonialismo imperial, y nos previno en contra del capitalismo imperialista.

La novela burguesa, fue una escuela para la educación sentimental; fue una poderosa escuela para desclasar a nuestros jóvenes de la clase obrera, y de las capas medias, que no éramos burgueses, ni vamos a ser burgueses nunca.

Hay una novela de Máximo Gorky, “Mis Universidades”, donde el  joven  Alyosha, no llega a la Universidad, pero se encuentra  con las universidades de la calle, transversalizadas por el trabajo, y los rigores y el sufrimiento de la explotación del hombre por el hombre; el rebelde autobiografiado en la perspectiva novelesca, concibe la noción de lucha en contra del zarismo, y sus formas esclavistas, feudales, y capitalistas de explotación.

Hay gerentes contrarrevolucionarios en PDVSA, tarifados o no, por el imperialismo, recomendándole a los trabajadores que no piensen como obreros, lo cual infiere que deberían pensar como burgueses , no siendo burgueses, y se les insinúa que una buena manera de comenzar sería luchar para llegar a ser gerentes de esos que desconocen y violan los derechos laborales del proletariado, y para servir más perrunamente a la burguesía;  una abierta sugerencia a la desclasación general de la clase obrera, con el fin último, de blindar en ese centro de trabajo, la cultura y la realidad capitalista, y en lo inmediato, de que no defiendan a nuestra estatal petrolera contra los traidores que conspiran y actúan permanentemente para privatizarla, y ponérsela en las manos del imperialismo, “como una fruta madura”, la asquerosa profecía de uno de los más miserables presidentes de los  EEUU.  

El individuo obrero, que sabe qué es un obrero, y por tanto piensa como obrero o trabajador, tiene identidad de clase, y cuando comienza a actuar como clase obrera, es decir, se organiza en un sindicato clasista, en un movimiento social de carácter patriótico y antiimperialista, integra el Bloque Popular Revolucionario,  milita en el Partido Comunista, marxista leninista, vanguardia de la clase, entonces, ese obrero, esa trabajadora, tiene conciencia de clase; comienza a participar en la lucha por derrotar definitivamente al capitalismo, y en la edificación del Socialismo científico, hacia la sociedad comunista, que entierra definitivamente cualquier forma de explotación,  creando para siempre, la felicidad. 



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Eduardo Mármol


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