La cúpula del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) está infectada por múltiples virus. Tal vez por ello, sus síntomas no son homogéneos sino heterogéneos, generando que su desenlace pueda ser como dicen los médicos ante casos de controvertidos diagnósticos, es decir, de pronóstico reservado.
En algunos casos, esos síntomas pueden ser como los que presentan los portadores asintomáticos de cualquier enfermedad, mejor conocidos como portadores “sanos”, aquellos que a pesar que no muestran signos ni señales de estar padeciendo algún tipo de complicación biológica, la realidad es que por dentro, la enfermedad avanza lentamente o incluso rápidamente, destruyendo los órganos, acabando con la vida. En otros casos, los síntomas por más que se intenten ocultar, terminan siendo evidentes, verbigracia, pudiéramos resumirlo bajo el refrán que en algunos casos se aplica cuando existen problemas de pareja, académicos, económicos, laborales: “lo que está a la vista, no necesita anteojos”.
Lo que ha hecho la cúpula del PSUV es repetir la historia que llevó a la defunción política de Acción Democrática (AD) y el llamado Comité Político Electoral Independiente (Copei), sólo que mientras éstos últimos nunca negaban la crisis y, la enfrentaban conforme lo que decían las cifras del Banco Central de Venezuela (BCV) y la opinión pública, los panegíricos del madurismo, o sea, del PSUV, intentan ocultar los síntomas, mostrando una realidad que sólo está en las mentes de sus “funcionarios”, jefes militares y, en las pantallas de Venezolana de Televisión (VTV).
El problema es que la cúpula del PSUV, no ha comprendido que aunque intente usar una burka política para hablar de “guerra económica”, “bullying mediático” o “falsos positivos”, con el propósito de ocultar el verdadero rostro o magnitud de la crisis económica, resulta imposible negar unos síntomas que están presentes en la inflación, la escasez de alimentos y medicinas, o la quiebra de empresas. El gobierno intenta por todos los medios que tiene a su alcance, esconder una gigantesca crisis que termina por conjugarse en el plano social con otros síntomas más graves, manifestados en el hambre, la pobreza y la miseria que estamos padeciendo la mayoría de la población.
Lo grave del asunto es que mientras exista un diagnóstico equivocado; equivocado será el tratamiento. En tal sentido, el paciente en vez de recuperarse, seguirá por el camino del agravamiento de su salud, no sólo empeorando y haciéndose cada vez más evidentes sus síntomas, sino que habrá daños colaterales como la agonía y el sufrimiento que deberán pasar sus familiares y amigos. En el caso de Venezuela, además del tener que ver el cómo enfrentamos el día al día, sólo para intentar comer, también vemos como la corrupción, la delincuencia y la impunidad se han convertido en el equilátero de la maldad.
¿Y ante tales hechos políticos, económicos y sociales? ¿Qué podemos hacer? Es evidente que el agotamiento de las ideas por parte de la cúpula del PSUV, desde que Chávez murió, han llevado al país por el camino de la postración; y para salir de esa postración, sólo la sustitución de tales individuos, si bien no sería el único medicamento, obviamente, sería un primer paso para buscar el camino de la curación.
En otras palabras, Venezuela necesita cambiar de actores políticos si quiere intentar cambiar su destino económico y social. Es como el paciente, que por razones de salud, ha decidido cambiar de médico, al hacerse evidente que el diagnóstico biológico sobre alguna enfermedad que padece, resultó equivocado.
En una oportunidad, cuando una cúpula del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) sentenció que el golpe de Estado que dieron contra Chávez el 11 de Abril de 2002 había sido un “vacío de poder”, el líder de la revolución bolivariana habló sin tapujos y mencionó la “plasta” que sentenciaron aquellos “magistrados” sobre los hechos jurídicos e históricos.
Es posible que así como son contagiosas las enfermedades, aquella “plasta” de la cual nos habló Chávez, haya contagiado a la cúpula del PSUV y, en consecuencia, ahora ellos sean portadores en todos sus actos y decisiones de su propio VPH: el Virus de Plasta Humana. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.