Creo en Fidel Castro Ruz

Creo en Fidel, desde que era niño y veía a Atilio, sigiloso, despedirse de mi tía Bertila y marchar al monte cargado de municiones para la guerrilla, trayendo sólo perdices. Creo en Fidel, todopoderoso, que será recordado, porque fue capaz de levantar la moral de un país que, siendo mucho más pequeño que David, derrotó y seguirá derrotando, sin lanzar una piedra, a un imperio mucho más grande que Goliat. Creo en Fidel, quien, inclaudicable, ha logrado que no se invadan los espacios territoriales, mentales, espirituales e ideológicos de la mayoría de los cubanos. Creo en Fidel, quien aún brilla como un estadista, desde aquellos días en los que Tío Sam se asustó con los misiles rusos. Creo en Fidel, quien a pesar de la caída del bloque socialista y del muro de Berlín, mantuvo firme sus principios, apoyado en el intransigente pundonor, el indiscutible coraje y la incontestable valentía de su pueblo.

Creo en Fidel, quien junto al Che, Mandela, Gandhi, Martin Luther King, la Madre Teresa de Calcuta y sobre todo, al lado de Jesucristo, pasará a la Historia Universal como un revolucionario humanista, que dio sinceras muestras de humildad, generosidad, altruismo y entrega total, en bien de la humanidad. Creo en Fidel, porque, cuando ha tenido que levantar un fusil, lo ha hecho, como lo hizo Salvador Allende, quien entregó su vida por la independencia, la libertad y la soberanía de Chile. Creo en Fidel, quien lloró en silencio, por haber llegado tarde a Vietnam y no poder conocer personalmente a Ho Chi Min. Creo en Fidel, quien armado de infinita paciencia y sabiduría, en su obsesión por convertir el revés en victoria, no ha caido en la provocación del imperialismo en Guantánamo, donde existen muestras inequívocas de irrespeto a la vida humana. Creo en Fidel, quien reconoció, sinceramente, que nunca pensó en el escenario del derrumbamiento de la URSS, pues confió ciegamente en sus camaradas rusos, como reconoce hoy, haber confiado en quienes roban descaradamente y le traicionan con actos de corrupción en la Isla. Creo en Fidel, pues a pesar de sus diferencias, tácticas y de estilo, el Ché reconoció que su falta de mayor gravedad fue no haber confiado más en él, desde los primeros días de la Sierra Maestra. Creo en Fidel, porque ha mantenido firme su política internacional de cooperación con los pueblos que luchan por la liberación nacional y el socialismo, contribuyendo a la Revolución Mundial. Venezuela, es hoy, un buen ejemplo.

A través de Fidel, hemos recibido sabiduría y energía humana en educación, salud, seguridad y deportes, salvando a Chávez de no caer en las estratagemas del imperialismo y de sus lacayos y traidores. Un consejo de Fidel, vale tanto, o más, que todo el petróleo que se le sumistre, pues ambos son recursos naturales no renovables. Creo en Fidel, que es un verdadero cristiano, porque ha sido capaz de dar, junto a su pueblo, mucho más que lo que recibe y porque ha hecho cierta la palabra del apóstol José Martí: "La mejor manera de decir, es hacer". Creo en Fidel, quien enmudeció, en los primeros días de la revolución, cuando emocionado, decretaba leyes a favor de los excluidos y explotados de su patria y fue sustituido, ipso facto, por la palabra certera y solidaria de su hermano Raúl, quien asumió su vocería, como lo hace ahora. Creo en Fidel, que ha mantenido con honestidad, durante casi 50 años, su compromiso de no rasurarse la barba hasta tanto logre, conseguir para Cuba, un buen gobierno; que, como dijera Simón Bolívar, es aquel que le garantice la mayor suma de felicidad a su pueblo. Ojalá, antes de marcharse, Fidel, pueda cumplir su juramento. Cualesquiera que hayan sido sus pecados, errores y debilidades, estoy seguro que, Dios y la Historia lo absolverán. Creo en Fidel, pues, llegado su inevitable tránsito a la eternidad, vivirá entre nosotros, como ejemplo de dignidad, por los siglos de los siglos. Amén ¡Feliz cumpleaños Camarada Fidel! ¡Dios y los pueblos del mundo te bendigan!

*Profesor Jubilado de LUZ

artículohugomoyer@cantv.net


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*Hugo Moyer Agostini

Ing. Químico (1975). Postgraduado en Macroeconomía, Planificación y Creatividad Aplicada Total. Profesor Titular jubilado de LUZ (1997). Presidente Honorario de la Escuela Latinoamericana y Caribeña de Ciencias y Técnicas de Gobierno (ESCOLAG). Ha sido el primer Director del Instituto Zuliano de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IZEPES) y del Centro Latinoamericano de Altos Estudios de Gobierno (CELAEG) Ha sido asesor de Rectores de varias universidades, Alcaldes y Gobernadores, así como de la Presidencia de PDVSA y PEQUIVEN. Vive para la POLÏTICA y se resiste a vivir de la política.

 escolagzulia@gmail.com

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