En un afiche del Che leí la frase “la revolución no se lleva en los labios sino en las acciones”. Ciertamente el presidente Chávez lanza su candidatura reforzado con siete años de acciones que permitieron una nueva Constitución, nuevas leyes, las misiones sociales, la inversión en infraestructura más importante en los últimos 50 años, una estrategia geopolítica que coloca a Venezuela en la vanguardia de las democracias modernas. Hoy cuando los intelectuales hablan de la post democracia, tiene mayor significado el discurso del primer mandatario, pues deslegitima con hechos y no sólo palabras la democracia de papel que padecían los venezolanos.
Quienes creen en el proceso de cambios, inevitable por cierto, aclaran el escenario con propuestas más radicales, innovadoras y acciones contundentes. Ah, pero no todos pueden llegar a la acción, o no todos tienen el arte de que su accionar rinda frutos positivos. No se puede hacer revolución desde un teclado, tampoco se puede hacer con un discurso y no basta realizar acciones que terminan retrocediendo el proceso. Los Centros de Diagnóstico Integral están dando un cambio radical a la salud del venezolano. Pocas personas se dan cuenta el significado de una tomografía gratis y cerca de tu casa. Son beneficios casi imperceptibles, y que no decir para los medios de comunicación que ni siquiera se han molestado en indagar en la transformación de las estadísticas a través de los CDI. Incluso Mercal con la gama de denuncias de corrupción llega a un estómago venezolano con el sello de Chávez. Pero no es tan fácil como se piensa. Existe la cultura de juzgar a todo el que trata de hacer algo por los demás. Acechando hasta en las madrugadas para zarpar el veneno de la crítica cuando algo sale mal. Por ejemplo, cuando una parte del sindicato de CVG Gosh denuncia que Hidrobolívar distribuye agua ¿cancerigena?, la denuncia resulta tan grotesca, como miserables fueron los gobernantes anteriores que nunca pensaron invertir aunque sea en una llave de paso.
En la arena nacional, el candidato Manuel Rosales ofreció empleo y una mejor distribución de los recursos petroleros. Decirlo y que venga de su boca, es como asegurar que los venezolanos estuvieron en coma en los últimos cinco años. Tan inaudita es la amnesia selectiva de tan triste ignorante, como miserables fueron las acciones de saboteo de quienes tenían el plan de entregar PDVSA a las empresas transnacionales. Ese capítulo no ha sido cerrado, y aunque ciertamente hoy PDVSA no es lo que fue ayer, obligado es enseñar a los jóvenes lo que esa yaga de la sociedad venezolana pretendió hacer con los recursos no renovables de la patria.
Hacer revolución necesita personas honestas, capacitadas, valientes, con criterio, con principios, pero armar un equipo con esas características no es tarea fácil teniendo en cuenta que de nuestros preescolares, colegios, liceos, universidades, no salen formados para una sociedad más solidaria y menos egoísta. Y es curioso, cuando un funcionario logra reunir todas esas cualidades muchas veces es anónimo, pues en la hora del reconocimiento usurpan su lugar los protagonistas de siempre.
La crítica obliga a ser mejor que el cuestionado. Ejemplo, el diputado Escarrá debió tener cuidado en sus observaciones bien intencionadas al presidente del IND. El sindicato de CVG Gosh debe desprenderse de su orgullo y ayudar para solucionar el problema del agua. Rosales simplemente debería estudiar, la ignorancia es un azote. En tu rincón, en tu cargo, en tu espacio, estudia, aprende, trabaja y comparte. No critiques, hazlo y preferiblemente mejor.
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