No nos alcanzará la vida ni la historia del tiempo, para arrepentirnos como latinoamericanos si dejamos que los buitres carroñeros despedacen a Venezuela.
La ofensiva contra la Revolución del Niño Arañero se ha instalado con pie firme, a la estocada por la espalda se unen medios de comunicación de carácter corporativo, columnistas, periodistas de radio y televisión, artistas, deportistas y cuanto mequetrefe sienta que apuñalando por la espalda puede obtener beneficio personal de caer la Revolución Bolivariana.
Noticas falsificadas, imágenes manipuladas, testimonios inventados, miles y miles de dólares invertidos en organizar revueltas, destrozar propiedad venezolana, golpear y asesinar. Y todo porque Venezuela sigue resistiéndose a doblarse de rodillas ante las jaurías de atracadores, lacayos y traidores de la entraña que los parió.
No nos alcanzará la vida para arrepentirnos si dejamos que conviertan a Venezuela en otro Perú, México, Brasil, Argentina, Paraguay, Panamá, Chile, Guatemala, Colombia, El Salvador, Puerto Rico, México, Honduras, Haití. Haití es nuestro reflejo más doloroso: la convirtieron en polvo. ¿Queremos ver el futuro próximo de Venezuela?, está a la vuelta de la esquina, se llama Brasil y Argentina; con estos dos países podemos palpar la realidad precisa de lo que es apuñalar por la espalda a un proceso progresista que reivindicó a los parias de la Patria Grande. Lo que eran con Lula, Dilma, Néstor y Cristina, y lo que son ahora con Macri y Temer.
¿Queremos ver el futuro de Venezuela a largo plazo? Ahí está el triángulo norte de Centroamérica (Honduras, Guatemala y El Salvador) México y Colombia. Países que lloran sangre. Femincidios por docenas, desapariciones forzadas, genocidios, cliclas criminales de poder absoluto en el sistema. No sorprende que desde estos países se ataque a Venezuela pues sus gobiernos neoliberales son la extensión de Estados Unidos en Latinoamérica.
No podemos, en ningún momento, voltearle la espalda a la patria que junto a Cuba pone el pecho por toda América Latina. Ya es tiempo que la ultra izquierda y la izquierda latinoamericana se una al progresismo, hacer un solo frente para combatir a las oligarquías golpistas y a las injerencias extranjeras.
Apoyar la Asamblea Nacional Constituyente, feminista y obrera, a la que llama Maduro. No nos alcanzará la vergüenza para meter la cola entre las patas, cuando los buitres carroñeros destrocen Venezuela. Estamos a tiempo, debemos escuchar el llamado, debemos unirnos para que siga oxigenándonos el pulmón más grande de Latinoamérica.
El progresismo latinoamericano llama a la unión y a la reivindicación de los pueblos de América Latina. ¿Nos uniremos o nos vamos a quedar de brazos cruzados, durmiendo la mona, silbando en la loma, insulsos, siendo ni chicha ni limoná? Como viles come mierdas que no merecen la entraña que los parió. No estar con Venezuela, es estar con las clicas criminales de América Latina, así de simple.