Derecha chilena silenciada por triunfo del chavismo venezolano

El silencio de los otrora vociferantes parlamentarios UDI y RN (acompañados por varios democristianos y algunos socialistas ‘renovados’) hiere los oídos y confirma cuán mentirosas eran muchas de sus acusaciones contra el gobierno venezolano

Arturo Alejandro Muñoz

Las recientes elecciones de gobernadores en Venezuela permiten aventurar varios juicios respecto de las cofradías políticas, empresariales y mediáticas existentes en Chile que, sin duda alguna, son las que gobiernan y administran los recursos naturales y humanos de nuestro país, tanto como también dirigen y amañan organismos e instituciones.

¿Cuántas elecciones –libres, informadas, democráticas- ha tenido el país llanero desde la asunción del chavismo al gobierno? Más de una veintena, sin temor a equivocarse. En realidad, son exactamente 24 procesos electorales GENERALES desde 1999: 5 sin candidatos (1 consulta para cambiar Constitución en 1999, 1 revocatorio en 2004 y 3 referenda constitucionales en 1999, 2007 y 2009), 19 elecciones (2 ANC en 1999, 2017, 4 municipales en 2000, 2004, 2008, 2013; 4 parlamentarias 2000, 2005, 2010, 2015; 5 regionales 2000, 2004, 2008, 2012, y 15 octubre 2017 y 4 presidenciales 2000, diciembre 2006, octubre 2012, abril 2013).

Ahora bien, en muchas de ellas los venezolanos han aceptado la intromisión de "observadores" que pretendían hurgar en el sistema electoral y poner el grito en el cielo como forma de ayuda efectiva a la derecha de ese país y, obviamente, a las transnacionales domiciliadas en Estados Unidos de Norteamérica.

Entre aquellos ‘observadores’, en más de una ocasión, hubo diputados y senadores chilenos –preferentemente parlamentarios de la UDI, RN y el PDC- que viajaron a Caracas luego de una profusa campaña mediática en la que anunciaban "extremar sus análisis" para detectar irregularidades en el proceso electoral del país hermano, a cuyo gobierno acusaban irresponsablemente de ‘totalitarismo’. Abordaron el avión entre cámaras de TV y micrófonos de radioemisoras. Sin embargo, regresaron días después en el más profundo de los silencios, ya que no hubo declaraciones, análisis ni comentarios, pues las elecciones "amañadas’ (por el gobierno chavista) que estaban seguros de encontrar, fueron, muy por el contrario, limpias y transparentes. Así ha ocurrido en todas las elecciones a las que concurrieron nuestros "honestos e incorruptibles" parlamentarios.

La prensa chilena –la referencia es a la ‘prensa canalla’, esa que pertenece al duopolio EMOL/COPESA y a la TV abierta- se ha esmerado en acentuar a grado sumo los errores cometidos por el gobierno venezolano, muy particularmente aquellos experimentados por Nicolás Maduro. Incluso el inefable ‘faraón’ Ricardo Lagos coadyuvó al fundamentalismo neoliberal en tales acciones cuando el 12 de abril del año 2002, siendo presidente de la república, fue el primer mandatario sudamericano (y tal vez el único) que saludó y ‘bendijo’ oficialmente al empresario golpista Pedro Carmona que había intentado derribar el gobierno constitucional de Hugo Chávez, sin éxito por cierto. De ahí que la voz popular latinoamericana lo apodara Pedro ‘el Breve’, ya que ese intento de gobierno duró apenas 48 horas, y don Ricardo tuvo que ‘recular’ vergonzosamente (culpando del desaguisado, de manera ruin y cobarde, al embajador chileno en Venezuela, Marcos Álvarez) para no situarse –en el escenario de los mandatarios latinoamericanos- como un torpe y cipayo sedicioso sudaca conformando la pandilla malinchista pro predadores transnacionales. Esto último nunca ha sido siquiera cuestionado (menos aún desmentido) por el ‘faraón’ o por sus acólitos de Casa Piedra.

Desde esa época, hasta hace algunas horas nada más, la derecha económica, así como la derecha política y sus ‘ayudistas’ democristianos, pepedeístas y socialdemócratas, se esmeró en atacar con saña el proceso bolivariano de Venezuela, utilizando para tal efecto datos falsos, cifras incorrectas y análisis espurios, esforzándose en complacer los dictámenes imperiales de Estados Unidos, como también los intereses predadores de varias transnacionales carentes de patria, ley y dios.

Convencidos los principales dirigentes del duopolio chileno de la ignorancia del elector promedio respecto de la realidad política latinoamericana (y mundial) –ya que comprobadamente el 85% de nuestros compatriotas se informa sólo a través de la TV- pretendieron contar con un segurísimo fracaso del gobierno venezolano en estas últimas elecciones (los mitómanos siempre terminan creyendo a pie juntillas sus propias mentiras), usando esa falsa probabilidad como una certeza del triunfo de la derecha en los comicios de noviembre y diciembre próximo en nuestro país.

Sin embargo, a pesar de toda la tinta gastada por los conservadores neoliberales, los chilenos se enteraron del triunfo (uno más) de la revolución bolivariana en estas últimas elecciones. Por ello, no es para menos el ataque de indignación e impotencia que afecta a los representantes del neoliberalismo pinochetista, pues contrariamente a lo que esperaban (y por lo que habían aportado desde Chile de manera sediciosa), la revolución Bolivariana ganó 17 de 22 gobernaciones en esos comicios regionales, imponiéndose limpia y claramente con un 54% sobre el 44% de la oposición derechista, dejando en claro que una indiscutible mayoría se alinea en las filas de la revolución socialista, cuestión que a Donald Trump, Benjamín Netanyahu y Luis Almagro (secretario general de la OEA) les debe sacar de quicio.

A la derecha chilena también le ha caído como grasa al hígado el triunfo oficialista venezolano, qué duda cabe. El silencio de los otrora vociferantes parlamentarios UDI y RN (acompañados, ¡era que no!, por varios democristianos y algunos socialistas ‘renovados’) hiere los oídos y confirma cuán mentirosas eran muchas de sus acusaciones contra el gobierno de Chávez primero, y el de Maduro más tarde. Se han quedado sin habla, estupefactos al observar que luego de 18 años de presencia socialista en el palacio de Miraflores, y aun a pesar del desabastecimiento de productos esenciales provocado por los grandes empresarios (repitiendo lo que la derecha hizo en Chile en el trienio 1970-73), la mayoría del pueblo venezolano continúa apoyando firmemente el proceso iniciado por Hugo Chávez el año 1999.



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Arturo Alejandro Muñoz


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