Contexto.
La jornada del 15-O ha sido un contraataque victorioso del gobierno Bolivariano en toda la línea. Un movimiento rápido desplegado tras la irrupción de masas que marcó la elección a la ANC el pasado 30 de julio, que puso en retirada a la operación terrorista que azotó a parte del país durante 4 meses. Aún cuando en número de gobernaciones Bolivarianas ha pasado de las 20 ganadas en 2012 a las 18 de 2017, constituye un hecho por demás significativo que este triunfo –que lo hace un verdadero quebradero de cabezas para la coalición reacción internacional- se halla alcanzado a pesar del sistemático asedio (con declaraciones de agresión militar incluido) del gobierno yanqui y sus aliados contra el pueblo venezolano. De ahí la trascendencia de esta victoria alcanzada en 18 de los 23 estados del país y su valor frente a las complejas circunstancias que comporta la nueva etapa que ya está en curso. Ahora el contraataque se dirige a las Alcaldías del País.
Pero la derrota en 5 estados el pasado 15-O, no es una farsa sino una absoluta realidad: en esas entidades la derecha no ha ganado solo gobernaciones sino verdaderas “Plazas Fuertes” que, en su momento, pondrá –o intentará poner- en función de los planes de la gran burguesía y imperialismo contra Venezuela.
La juramentación de los gobernadores electos en Mérida, Táchira, Anzoátegui y Nueva Esparta ante la Directiva de la Asamblea Nacional Constituyente (en lo adelante ANC) y los sucesivos encuentros con el ejecutivo nacional, más el estallido de la menguadísima coalición contrarrevolucionaria catalizada por aquel hecho (juramentación), así como la perspectiva de relativa “estabilidad política” que se desprende de este panorama político, seguramente relativizará por un tiempo la significación de la derrota en los estados que ha ganado la derecha. A excepción del estado Zulia, donde la ANC ha decretado la celebración de nuevas elecciones (en diciembre próximo) luego de que el gobernador electo (dirigente del fascista Primero Justicia) se negare rotundamente a prestar juramento ante esta instancia de Poder Nacional. Un desafío que no fue tolerado ni debía tolerarse bajo ningún concepto.
Pero a pesar de derrotas y divisiones, la derecha está lejos de ser liquidada. Sus raíces sociales son profundas: El gran capital local y el imperialista. Por tanto, resulta muy remoto que haya alterado o pueda alterar su condición subordinada a Washington. Es dable suponer que la división del trabajo que en su seno se ha planteado siempre, entre “demócratas” y ultraderechistas (la llamada “doble vía”), sufra sus ajustes a tono con las nuevas condiciones. Mientras unos se juramentan y asumen gobiernos estadales, los otros (los Borges y compañía), amparándose en la postergación de una justicia que deja en el limbo las amenazas de someterlos a la Ley, se despliegan nuevamente por el mundo en otra operación de descredito mundial contra la institucionalidad venezolana, con el deliberado propósito de agravar (impunemente) el cerco y asfixia que sufre el pueblo venezolano.
La dirección política y militar del proceso revolucionario ha dado pruebas de no estar desprevenida y de haber tomado debida nota de la naturaleza de la victoria alcanzada por los agentes del imperialismo en el país. Las respuestas se mueven en el terreno de la fuerza. La clave de la Revolución está en la ANC. A este respecto, cabe preguntarse: luego de juramentados todos los Gobernadores y de convocarse a nuevas elecciones para Alcaldes (más la de gobernación del Zulia) ¿Por cuales vías, en lo sucesivo, impondrá su Poder la ANC: a través del protagonismo e intervención revolucionaria de las masas populares en las transformaciones estructurales que están planteadas o a través de la negociación con las fuerzas reaccionarias bajo criterios de coexistencia, equilibrio y conciliación? ¿Promoviendo la abolición del carácter burgués del Estado o perpetuándolo bajo otras formas?
Si las derrotas de no alcanzan a sacar a la derecha del carril Pro imperial, tampoco han alcanzado para contener los devastadores efectos de la guerra económica. Aquí, ANC y gobierno no alcanzan a subordinar las fuerzas que empujan el brutal ascenso del costo de la vida y evaporan de facto los recientes anuncios de “precios acordados” y otras medidas, a todas luces insuficientes frente a la magnitud del problema planteado. La contraofensiva política ha dado resultados: 18 gobernaciones de 23. El siguiente paso para consolidar la Paz política será ganar “todas las alcaldías”. Mientras, en tiempo corre y la contraofensiva económica para alcanzar la Paz económica, anunciada por el camarada Maduro el pasado 07 de septiembre en la ANC, aun no da ninguno.
Anzoátegui en la nueva etapa.
Las derrotas dejan lecciones y tareas, por eso no son una falsa.
De los 21 municipios que conforman esta entidad federal, el candidato del Psuv ganó en 13. El de la derecha solo en 8: precisamente los de mayor población electoral (más de 30 mil), a excepción del Municipio Freites (más de 56 mil electores inscritos) donde perdió (y había sido Alcalde en periodos pasados). El resultado alcanzado en este municipio, porcentualmente hablando, fue una réplica al carbón del que arrojó todo el Estado, pero a la inversa (a favor de Aristóbulo): 51% y 47% respectivamente. Pero esto es solo la superficie.
En tal sentido, una primera cosa a apuntar es que la comparación entre estos comicios regionales y todos los celebrados anteriormente, con el objeto de destacar que los recientes han sido los de mayor participación en nuestra historia (61%), no alcanza para ocultar un dato: el número de votos alcanzados en Anzoátegui el 30 de julio pasado (elección de Constituyentistas) bajó estrepitosamente el 15-O: de poco más de 400 mil votos a 319 mil aproximadamente. Durante el acto de cierre de campaña, Aristóbulo Isturiz llegó decir que la meta para el 15-O era superar la votación obtenida para la ANC. En los papeles (el llamado 1x10) todo arrojaba que así sería. Los hechos demostraron lo contrario.
La última vez que el pueblo anzoatiguense, en tiempos de Revolución, eligió un Gobernador alineado a la Oligarquía y el Imperio, fue en el año 2000 (David de Lima, partido MAS 2000 - 2004). Fue el periodo durante el cual transcurrió “la hora de los hornos”. Las clases reaccionarias y sus lacayos desataron toda su ira contra el Gobierno de las masas oprimidas encabezado por el Comandante Chávez: Paro patronal en diciembre 2001, cruento Golpe de Estado el 11 de Abril de 2002 (revertido 48 horas después por la poderosa insurrección de masas revolucionaria que regresaría al Comandante Chávez a Miraflores para dar continuidad al proceso revolucionario); sabotaje a la industria petrolera, de diciembre de 2002 a febrero 2003, superado por los trabajadores petroleros que no se plegaron al llamado sedicioso de los gerentes golpistas y asumieron directamente en su manos la recuperación de la Industria (con el respaldo militante del Pueblo revolucionario (civil y militar) movilizado). Durante ese lapso, la Refinería de Puerto la Cruz fue la única en todo el país cuyas operaciones no se detendrían nunca; y en Anaco, Municipio gasífero por excelencia, tendría lugar un hecho sin precedentes en nuestra historia: luego de viajar por horas desde Guayana, un contingente de trabajadores de las industrias básicas se juntaría con el proletariado petrolero apostado en esa localidad para impedir que las huestes reaccionarias sabotearan el suministro de combustible a las Empresas del hierro .
Posteriormente, sobre la base de estos desenlaces, la batalla política (y de clases) se desplazaría al campo electoral, donde las fuerzas revolucionarias obtendrían nuevos triunfos que, a su vez, desencadenarían nuevas etapas dentro del proceso revolucionario: el primero de ellos, con el resultado del Referéndum Revocatorio de agosto de 2004 que ratificó al Comandante Chávez como Presidente de la Republica tras un aplastante triunfo sobre las clases contrarrevolucionarias que lo convocaron; el segundo, con las elecciones de gobernadores de Octubre de 2004, cuyo resultado en Anzoátegui sería el paso de la Gobernación a manos del movimiento revolucionario Bolivariano; y el tercero, la jornada electoral para diputados a la Asamblea Nacional (AN) del año 2005, en el que la bancada parlamentaria anzoatiguense pasó a ser toda “roja rojita”. Para el año 2006, el predominio del Bloque revolucionario en Anzoátegui (gobernación, AN, etc., etc.) era prácticamente total. Pero esto empezó a sufrir cambios a partir del año 2010.
En la elección a la Asamblea Nacional de Septiembre de 2010, 7 de los 8 escaños de la bancada parlamentaria de Anzoátegui pasaron a ser ocupados por los representantes de la contrarrevolución local. El Psuv conservaría solo uno (1). A pesar de que en esa oportunidad el Comandante Chávez levantó la mano a todos y cada uno de los candidatos a diputados por el estado Anzoátegui (Psuv), el gesto no alcanzó para conjurar la aplastante derrota. Cinco años después, en las Parlamentarias (AN) de diciembre 2015, el aplastamiento volvería a repetirse. Ahora, luego de casi dos años, y tras 12 años de conducción Bolivariana, la gobernación del Estado está en manos de la contrarrevolución. Es cierto que apenas es una de las cinco que conquistó la derecha, pero no por ello deja de tener la significación de representar toda una plaza fuerte (petrolera) en el Oriente del país. La próxima contienda electoral será en diciembre, donde se disputaran las 21 alcaldías de la entidad; actualmente 19 de ellas están bajo conducción del Psuv.
Frente a las nuevas circunstancias.
Aun no se conoce documento alguno del Psuv (nacional o estadal) o de alguno de los partidos aliados, que ofrezca un balance crítico de los resultados en nuestro estado y plantee el rumbo a seguir frente a la nueva etapa. Parecen ser suficientes las alocuciones de los portavoces de estas organizaciones (principalmente del Psuv) para dar por sentada esa tarea. Los puntos de vistas críticos que se ha divulgado sobre estos resultados han provenido, fundamentalmente, de ciudadanos que los han dado a conocer a través de su publicación por medios alternativos (Aporrea, por ejemplo). De lo cual se infiere algo sustancial: el protagonismo de las bases sociales del proceso revolucionario está quedando enclaustrado en el redil electoral, sin línea de continuidad con un debate militante, político-orgánico, en el seno de organizaciones (Psuv) que nacieron con el fin de dar causes a esa importantísima herramienta para la educación política a partir de las lecciones extraídas de la propia experiencia. Tras esta falencia se halla la explicación de que los candidatos rechazados por el voto popular (como en 2010, 2015 o 2017), sean inmediatamente exaltados a cargos de dirección partidarios o ratificados en los mismos.
Todo lo anterior nos conduce a una primera conclusión: la causa fundamental de la derrota electoral en Anzoátegui el 15-O, se halla en el predominio de una dirección cuya práctica política está asentada en un modo de entender, delinear y desarrollar la organización y la conducción de las masas populares al margen de su protagonismo político real, mediatizando y no catalizando las iniciativas que las mismas apuntalan desde sus condiciones concretas de vida, desligándolas de su intervención efectiva en la lucha por la resolución de los problemas que las afectan, afectando con ello la preparación y mayor desarrollo de las mismas en la lucha por la realización de las perspectivas estratégicas que la Revolución ha planteado (mas poder popular revolucionario y profundización de la Transición al Socialismo).
Bajo esta atmósfera política, las relaciones intrapartidarias en el arco bolivariano han ido adoptando un fuerte aspecto palaciego donde lo estratégico se va subordinando a la rencilla local de caudillismos locales que, soterradamente, descuartizan la revolución en función de apetencias de poder y mayores privilegios. Bajo el influjo de estas condiciones, el gansterismo ha ido haciéndose de un lugar, amasando fortuna y votos, y el “poder político” degenera en medio eficaz para que tal o cual amigo, socio o compadre, evada la aplicación efectiva de las leyes. Todo ello frente a un pueblo que sufre los estragos de la guerra económica.
Otra conclusión es inevitable: nuestra revolución necesita votos para ganar las contiendas electorales, pero necesita mucho más ganar la organización consciente y autónoma de los sectores del pueblo trabajador que sufren los embates de una guerra que ya no se gana en el campo electoral sino en el campo de la lucha de clases, torciéndole el brazo a la burguesía y sus lacayos, directos e indirectos, que lucran con las angustias de la gente. Para esto no se necesitan Alcaldes, direcciones y candidatos, que garanticen solo votos. Se necesita un giro de 180 grados en el carácter de la política que se ha impuesto hasta ahora, tanto en la organización como en la dirección de las fuerzas de la Revolución en el estado Anzoátegui.
Un giro de esa naturaleza no se agota en una “reestructuración” del Psuv al estilo de la anunciada por el 1er vicepresidente de esta organizacion. Ni muchísimo menos en la pretendida sustitución de este partido por pretendidas “alternativas” o “nuevos referentes políticos” que no alcanzan a trasponer los límites del simple aparato, a más de impotentes frente a la agudización de la lucha de clases (y sus efectos) en el país y que solo han servido para sumar confusión a la confusión existente. La cuestión apunta, más bien, a un “reimpulso” o “relanzamiento” del carácter masas de la revolución, a través de un proceso en el que la participación política no debe estar reñida con el surgimiento de verdaderas organizaciones de masas (de trabajadores, comunales, etc.), capaces de abarcar a sectores reales del pueblo bajo una dinámica democrática propia, afirmada en objetivos y perspectivas de lucha comunes, sin sujeciones ni mediatizaciones burocráticas paralizantes. Pero un “reimpulso” tal, se ha demostrado, choca de frente con las tendencias de sectores, afines al proceso revolucionario y por lo general asociados al aparato de gobierno, extraordinariamente proclives a subordinar toda forma de organización e iniciativa social a las estructuras burocráticas de un Estado que aun no rompe amarras con el carácter de clase (burgués) que está en la medula de su nacimiento.
Se trata de una contradicción hace tiempo diagnostica en diversos análisis, y una de cuyas más altas expresiones conceptuales fue el documento 5 LINEAS DE ORIENTACION ESTRATEGICA propuesto para el debate nacional por el propio Comandante Chávez, precisamente, después de las elecciones de septiembre de 2010. Se trata de una contradicción letal para el proceso revolucionario que podemos resumir del siguiente modo: reflexión y crítica militante en el seno del pueblo no se conjugan con la dirección en su conjunto a través de una debate político que afirme la unidad de acción de las fuerzas sociales y políticas de la Revolución, frente a los problemas que afectan al pueblo.
Pero surge de esto otra conclusión: la superación de esta contradicción no puede lograrse a costa de la unidad estratégica –vital frente a la amenaza imperialista- de tales fuerzas. En este punto, precisamente, es donde el papel de la ANC resulta decisivo. Por eso nos preguntamos algunas líneas atrás: ¿Por cuales vías impondrá su Poder la ANC: a través del protagonismo e intervención revolucionaria de las masas populares en las transformaciones estructurales que están planteadas o a través de la negociación con las fuerzas reaccionarias bajo criterios de coexistencia, equilibrio y conciliación? ¿Promoviendo la abolición del carácter burgués del Estado o perpetuándolo bajo otras formas?
ANC a la luz de lo local.
A ratos, la Asamblea Nacional Constituyente reproduce aspectos que la asemejan con la Asamblea Nacional del periodo 2006- 2011. Ha tomado decisiones sensibles y trascendentales, pero su actuación parece más la de un órgano parlamentario tradicional que la de un órgano de poder revolucionario, a la vez que parlamentario también ejecutivo, que sirva para promover la creación de verdadero poder popular para el ejercicio de una autoridad política y social a la altura de su carácter originario. La ausencia de debates en su interior hace suponer una unanimidad a todas luces engañosa. En ese sentido, el cuestionamiento al Constituyentista Isaías Rodríguez (equiparado por un energúmeno parlamentario a la condición de “traidor a la Patria” por sus reflexiones en torno al problema económico y el papel de la ANC) y su posterior salida de la ANC constituyen señales lamentables.
Nos pocos nos preguntamos: ¿Qué sentido político práctico tiene la elección de 23 constituyentistas territoriales en el estado Anzoátegui si quienes los eligieron en sus respectivas jurisdicciones, sufren, por ejemplo, la tiranía impuesta por las Asociaciones de transporte (interurbano), las cuales suben a discreción los precios del pasaje, bajo la actitud, entre cómplices e impotentes, de las autoridades municipales y de las mancomunidades del transporte urbano, y sin que aquellos digan o hagan nada? ¿Qué liderazgo o autoridad efectiva tienen frente a los funcionarios venales de la mancomunidad del Transporte, de la zona metropolitana del estado por ejemplo, cuyo papel se reduce a sancionar las arbitrariedades de los transportistas privados? ¿Qué sentido práctico revolucionario tiene el papel de los Constituyentistas de la clase obrera si en sus sectores de procedencia reina la orfandad, la dispersión organizativa, y en sectores como el transporte impera la más absoluta anarquía? ¿En qué consiste el papel de la bancada obrera Constituyente frente a los despidos arbitrarios en empresas del sector público, como en el Hotel Mare Mare de Puerto la Cruz (Venetur-Minturismo) donde 70 trabajadores y trabajadoras perdieron sus puestos de trabajos, frente a la impotencia cómplice del Ministerio del Trabajo? ¿A qué son bailan: al de las alturas burocráticas o al de la gente en la calle o en los centros de trabajo, etc., etc., etc.?
¡Hay que sellar esa fractura! ¡No con discursos sino con hechos! ¡La guerra económica no es un problema solo de medidas económicas que se definen en comisiones parlamentarias!
La fuerza de nuestra Revolución está en las masas del pueblo trabajador y no solo en los organismos que estas han votado para enfrentar las agresiones de las clases contrarrevolucionarias y del imperialismo. Los trabajadores de todos los sectores en el estado Anzoátegui tenemos, más que el derecho, el deber de demandar que el timón de la ANC gire en dirección a sellar la fractura orgánica existente, a través de la emergencia de organismos de masas que nos expresen realmente, para que nuestros planteamientos, reflexiones y propuestas tengan línea de continuidad con la acción política del conjunto de los constituyentes, y no como hasta ahora ha sido. ¡No hemos delegado el Poder!
Es momento de que los constituyentes que no comulgan con el proceder hegemónico que se ha impuesto en la Constituyente, comiencen asumir el debate militante, franco y respetuoso, en el seno de la misma, en lugar de bostezar sus quejas de expertos en cenáculos cerrados. ¡La salud de la Revolución lo exige!
La etapa que recién inicia debe ser partera de una recomposición organizativa verdaderamente de masas, cuya dirección no tenga por limites lo estrecho y mezquino, y sepa ganar con el ejemplo el concurso de la gente para trasponer esos límites en procura de transformaciones aun mucho mayores. Bajo esta perspectiva, la recuperación futura de la Gobernación de Anzoátegui puede llegar a ser, al propio tiempo, el comienzo de una nueva forma revolucionaria de ejercer el poder por el pueblo trabajador. Lo contrario no es ni será jamás Socialismo.
¡Venceremos!
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