El máximo exponente del socialismo en el siglo XVIII fue Simón Bolívar, el cual lo dejó matizado en su Discurso de Angostura, el 15 de febrero de 1.819, cuando pronunció el mismo en torno a lo que debe ser un sistema de gobierno perfecto. En este sentido, expresó que un gobierno republicano debe tener sus bases en la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios. Al tiempo que describía un digno representante de todos los venezolanos: insigne, capaz de conducir los destinos de la república con rectitud y para ello como primera condición debe ser hijo de la patria, un verdadero patriota, un hombre de méritos (benemérito), con experiencia, talento, valor, capacidad para gobernarse a sí mismo y para gobernar a otros, de lo contrario la esclavitud sería el término de cualquier transformación. Entonces, el sistema de gobierno más perfecto, decía el gran visionario Bolívar, es aquel que produce la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de felicidad política.
Tal vez esta concepción era para la época una quimera de una nueva estructura económica y social a construir, pero aún hoy por hoy lo sigue siendo, ya que para que un gobierno proporcione la felicidad completa, implica cimentar el bienestar de la nación; enseñar la sabiduría al mundo nuevo, en todos los aspectos; establecer la paz y la justicia; consagrar la prosperidad, la salud, la seguridad y la tranquilidad de la República, ésta debe estar vinculada y constituida en valores como la virtud, las buenas costumbres y el carácter de sus ciudadanos y gobernantes, junto a la máxima de los principios indígenas: no robar, no mentir, no matar. La felicidad suprema es uno de los objetivos históricos señalados por el presidente Chávez en la Ley del Plan de la Patria, pero nos encontramos en una encrucijada sin retorno, donde pareciera que la felicidad suprema solo ha llegado a unos pocos, en otros se quedó en el camino y en la mayoría ni siquiera ha soñado con tenerla, porque es imposible de alcanzarla.
Hay una repetición de un hecho, de una postura, pero todo esto se ha convertido en una especie de calvario para el hombre. Chávez fue el mayor exponente del proyecto de Bolívar, pero se rodeó de enemigos en esta revolución que le hicieron daño al Plan de la Patria, porque no tienen la formación de consciencia socialista. Aún hoy algunos de ellos le hacen sombra al presidente Maduro y gracias a ellos la mayor suma de felicidad posible es una entelequia. Ahora tenemos mayor suma de escasez inducida que nos ha limitado, una mayor suma de falta de sensibilidad social, de falta de humanismo, mayor suma de funcionarios y gobernantes corruptos, mayor suma de poderes públicos ineficientes, mayor suma de empresarios que ponen al pueblo a pasar hambre, mayor suma de ciudadanos bachaqueros, mayor suma de transportistas inescrupulosos que se aprovechan de las condiciones adversas para atentar contra el poco bienestar de su pueblo; mayor suma de dirigentes revolucionarios que viven como ricos y cada vez menos de parecer como socialistas, mayor suma de militares de conducta inapropiada, asumiendo cargos ministeriales, mayor suma de guardias nacionales y policías que matraquean; mayor suma de opositores apátridas; mayor suma de fuga de cerebros; mayor suma de venezolanos decepcionados con la ANC y la AN, mayor suma de pobreza y desesperanza; en fin mayor suma de inmoralidad, de falta de amor por el país y de voluntad en buscar la mayor suma de felicidad posible para los venezolanos.
Los revolucionarios, que aún nos duele hasta en la médula lo que pasa en el país, debemos ser críticos ante la conducta irresponsable de los que están al frente de este proceso, pero también exigirle al presidente, gobernadores y alcaldes que deben atender nuestras críticas, porque la revolución nos pertenece a todos, por ella hemos hecho sacrificios, cosa que no se pueden decir de algunos ministros, como por ejemplo Rafael Ramírez, a quien desde la trinchera revolucionaria se le hizo denuncias, pero nunca fueron escuchadas, mucho menos investigadas. Debemos condenar cualquier tipo de acciones que se coloquen al margen de los pesos y contrapesos que demarca la Carta Magna, porque estaríamos ante una tiranía doméstica, que no solo somete, sino que obstruye el aprendizaje colectivo y el alcance del proyecto bolivariano. Por el engaño, por la ignorancia, por la sumisión, se nos ha dominado más que por la fuerza. De continuar por esta derrota, ante una crisis de humanismo que cada vez se acrecienta, tendremos un pueblo pervertido, traidores a la patria, a los valores; así gane la oposición un evento electoral, muy pronto volvería a perder su victoria, porque en vano se esforzarán en mostrar que la felicidad consiste en la práctica de la virtud, que el imperio de las leyes es el más poderoso que el de los tiranos y que todo debe someterse a las buenas costumbres y no a la fuerza. Parafraseando a Bolívar, concluyo: mis últimos votos son por la felicidad de mi patria, si la muerte de Bolívar y de Chávez, contribuye a que avancemos por la senda de la plena libertad por la cual lucharon y luchamos, para que se consolide la verdadera unión y paz entre todos, ellos bajarán tranquilo al sepulcro y nosotros haremos realidad un proyecto que POR AHORA no ha sido posible.