Me último encuentro por ahora con Natascha, tomándonos un café, tan amigos como siempre, fue un momento de emociones “raras”, hasta medio nos hacíamos los locos para no tocar el punto central de nuestra cita: Natascha se despedía porque iba rumbo a otro país. A Natascha la conozco desde los años 90, misma década en que conocí a Bruno (se fue a Uruguay), a Irving (se fue a Estados Unidos), a Ivonne (se fue a Colombia) a Pilar (se fue a Europa)… Y con cada uno de ellos he sentido que se va algo de mi propio ser. Debe ser probablemente por eso qué, al momento de despedirme de Natascha yo no tenía idea clara de que decir.
Camino a casa me acordé de mi viejo, fallecido hace años, quien siempre hablaba del estribillo de una de sus canciones favoritas que dice: “Que vida tan triste, que pueblo tan solo, me muero mil veces en cada recodo”. Mi papá decía que cuando uno se moría definitivamente, era el paso final de una “acumulación de muertes”, pues la vida en el capitalismo era así: un proceso de muertes por goteo. Y yo, el día que me despedí de Natascha, fue el día en que se me acumularon todas las despedidas y probablemente fue mi gota de vida hacia la muerte más grande que haya vertido en medio de la crisis que nos está partiendo como sociedad y como venezolanos.
Es la suerte que nos han impuesto como pueblo: La de echarnos de todos lados, incluso dentro de nuestras propias fronteras. Nos han echado de nuestros trabajos, de nuestros lugares de estudios (la deserción educativa formal debe ser de cifras descomunales) nos echan para las cárceles si protestamos de manera aislada y obviamente que han echado a millones para cualquier parte del mundo, y es que el deseo de Iris Varela de que ojalá los venezolanos que se van no regresen nunca, es algo que va mucho más allá de una bravuconada de una funcionaria de gobierno. Es el estereotipo de una cúpula que entiende el país en los términos de un campo de confrontación donde no puede haber concesiones democráticas y más bien debemos agradecer que por lo menos aún tienen posibilidad de salir quienes así lo deciden y quienes nos quedamos debemos andar a pie cortito, pues mientras ellos se mantengan en el poder no podremos regresar a la mayoría de las cosas que nos han quitado como derechos.
Natascha, los millones que se han ido y quienes nos quedamos debemos hacer un esfuerzo por crear nuestro propio canal de comunicación y acción, con familiares, con amistades, relacionándonos con propósitos de solidaridad, de intercambio de información e incluso con la realización de actividades en cada uno de los países donde nos encontremos, tipo encuentros que permita irse conociendo, que eso nos vaya dando para saldos organizativos tanto nacional como internacionalmente. Es una gran manera de construir nuestras propias relaciones exteriores, con sentido humano, con hermandad. Esa es la unidad que debemos construir los venezolanos, porque al contrario de lo que dice Iris Varela, estamos quienes si queremos un país para que todos los que se han ido puedan volver y eso hay que lucharlo entre todos, pero no apostando por atajos con los mismos rostros de siempre, que además son corresponsables de la crisis, tipo Frente Amplio Venezuela Libre.