En Latinoamérica y El Caribe, los primeros pueblos y luego ciudades, fueron construidas en base a las necesidades de seguridad, alimentación y control, por los llamados conquistadores. El centro de las ciudades dotadas de plaza, iglesia e instalaciones de gobierno; con crecimiento interno – externo. Con casas formadas en cuadras, con patios; dedicadas a las siembras, o con infraestructuras para complementar el ornato. Se infiere, en los inicios, un toque arquitectónico del mismo estilo que el europeo. Y con el tiempo, las generaciones y las diferentes mezclas étnicas, se fueron adaptando. Como un fiel reflejo de Europa; que influyó negativamente, en la comprensión e interpretación de los que los bolivarianos conciben, como Patria Grande.
En Venezuela, por muchas décadas, los gobernantes de turno foráneos, acumulaban capitales provenientes de la agricultura y la cría, y estableciendo relaciones comerciales interno-externas; para cultivaron lazos políticos, sociales y económicos. Prácticamente, trataron de establecer las mismas estructuras en general, del país de procedencia. Más tarde, surgieron iniciativas propias de una nueva realidad, con otros enfoques, pero con las mismas bases estructurales; considerados como excelentes construcciones arquitectónica, comparándolos con el resto de los países del continente latinoamericano.
Una vez lograda la independencia del imperio, continua con el desarrollo con una marcada influencia europea, impactadas por las confrontaciones entre hermanos y ampliamente influenciada por una clase agazapada; esperando la oportunidad de dar zarpazos y apoderarse del poder. Ya que básicamente la independencia se logra, mediante la confrontación de la oligarquía criolla, en contra de preferencias aristocráticas pro foráneas y las experiencias vividas, consideradas como injustas; aprovechando un comienzo para desarrollar conceptos ideológicos, que permitiera agrupar a los pueblos originarios en resistencia; agobiados, por la destrucción y aniquilación, sin ningún remordimiento.
Las ciudades se desarrollaron con servicios para satisfacer las necesidades inmediatas, con diseños cortoplacista y con la visión del mundo extraño para el natural y más tarde, con ciertas influencias regionales; con complejos tercermundistas. En los actuales momentos, son muchos los latinoamericano y caribeños, que creen que no pueden alcanzar los sueños que desean; sin considerar, que, si no pueden en un camino, puede haber muchos otros caminos con grandes posibilidades de alcanzar un desarrollo más equilibrado y con justicias, que permita a las personas vivir en paz, estableciendo reglas, reglamentos y leyes, dentro de ciertos límites posibles humanista.
En la mayoría de las ciudades por no decir todas, inicialmente con servicios cortoplacistas y en los actuales momentos, obsoletos. Requieren grandes inversiones, que obligan a soluciones parciales, que, a la larga, por elevado costo, producto de las implicaciones políticas, económicas y sociales, variables involucradas en todos los escenarios, con la finalidad de ampliar las capacidades de control y apropiaciones de recursos. Y por errores cometidos, falta de planificación integral y conceptos sin profundidad conceptual, que favorezcan a la mayoría; como resacas se observan en muchos escenarios, en la actualidad.
Las personas que vivían en el campo, fueron excluidas; obligando, al desplazamiento forzados por las necesidades, a los centros urbanos, para servir como servicios domésticos y más tarde, en labores que requerían grandes esfuerzos físicos. Y otros, se instalaban en alrededor de los centros de explotación de materia prima y áreas industriales; generando cordones de miserias, sin servicios y en último caso, improvisados, que continuamente generaban pérdidas de materiales y de vida. Situaciones que ha comenzado a revertirse, desde la llegada de la revolución bolivariana, afortunadamente impregnada con alta dosis de humanismo.
Al seguir incrementado la población y reducirse los centros de producción, los suministros de alimentos disminuyeron; por el abandono del campo y porque se alejan las importaciones por problemas financieros, y al disminuir las exportaciones, por el descenso productivo; creándose más dificultades por las inclusiones de nuevas variables que muchas veces por las complejidades, las hicieron intangibles. Con existencias de escenarios, donde han sido muchas las poblaciones que iniciaron el abandono de las tierras fértiles, con la consecuente desaparición y en la actualidad, todavía se observan el desplazando a los centros urbanos; con riesgos a la misma suerte al replicar la misma conducta.
Con el incremento del costo de la vida urbanística, se infiere, que pronto abra una ola de desplazamiento de personas para el campo; incentivados con beneficios y facilidades para la vida. Por lo tanto, hay que planificar tal ocurrencia y evitar, repetir ciclos negativos, que implique descalabros en el futuro, de cualesquier iniciativas, con la intención sostenible. Lo que se requiere, es, que ocurra, con un criterio de planificación actualizada, dotando a los campos con recursos propios y condiciones estructurales en acorde con las necesidades autóctonas; que conduzca a vivir, en una real Patria Grande, que no sea intimidada y ni violentada.