Hola Diego, te saludo con cariño hermano y de entrada te comparto que probablemente mis primeros ejercicios de debate en la vida se dieron en torno a una supuesta necesidad de definir quien había sido mejor entre tú y Pelé, donde por cierto, siempre sostuve que eras incomparable. Luego, con los años comprendí que realmente era innecesario eso de consagrar “un mejor”, pues es un razonamiento que lleva a un determinismo negador de las complejidades que se dan como consecuencia lógica de todo lo que vive o se mueve y sobre todo que lleva al embarque de una necesidad competidora muy inducida respecto a lo cual no me parece necesario desarrollar en esta ocasión. Lo que si sostengo ahora, es que probablemente no hay en el fútbol otro ejemplo similar al tuyo, en el cual una individualidad haya sido tan influyente para los alcances finales de un equipo, no solo por lo que hiciste en la selección Argentina, sino también en tu paso por el Nápoles italiano.
Diego, siempre me pareció que para lograr lo que hacías en la cancha, además de poseer ese talento innato, había que tener algo más, y ese adicional, la mayoría de la gente en el mundo lo ubicó en la categoría “rebeldía”, porque tu carrera como jugador siempre estuvo atravesada por episodios que trascendieron lo futbolístico, por eso, cuando se le derrotó a Inglaterra en 1986, la mayoría del pueblo latinoamericano lo relacionó con Las Malvinas y con rabia lo celebró. Y también te convertiste en referencia del enfrentamiento histórico de clase en Italia entre el norte y el sur, lo que explica por qué, cuando ustedes eliminan a la anfitriona del mundial en el 90, casi todo el sur italiano lo festejó, pues pensaban que tú eras más de ellos que una selección italiana compuesta por mayoría de jugadores de los equipos poderosos del norte: Inter, Milán y Juventus.
El caso, Diego, es que contigo se plasmó en la cancha algo con lo que uno se sentía muy identificado, siendo que a través de ti vivíamos el deseo de derrotar a la FIFA y a cuanta cúpula burocrática mafiosa que convirtieron al fútbol en un negocio perverso, que con todo, les costó muchísimo poder ordenarte y siempre chocaron con la lógica de barrio retratada en tu zurda y en tu número 10 con el que te moviste en los estadios del mundo. Lo que te sucedió en 1994, legítimamente lo asumimos como una retaliación, porque había muchos desafíos en juego y tú, que no tenías equipo, te preparaste entrenando por tu propia cuenta para enfrentar a Australia en el repechaje, ayudando a Argentina a clasificar para el mundial de Estados Unidos, en donde en los dos primeros partidos ante Grecia y Nigeria mostraron que eran el rival de Joao Havelange y todo lo que él representaba.
Simplemente sentí la necesidad de recordarte todo eso, porque no encuentro una relación coherente entre el “Diego de la gente” y el señor que vimos bailando para el madurismo en el cierre de campaña presidencial. Diego, tú dices que amas a los niños y yo te creo hermano, pero viejo, acá en Venezuela los niños están mal, están en riesgo, no comen bien, no se están vacunando, no tienen leche y las escuelas cada vez se encuentran en peores condiciones. Pelusa, la gente en nuestro país está siendo sometida a la peor crisis de nuestra historia, pagamos las consecuencias de la política de un gobierno represivo y antipopular que se acaba de reelegir bajo unas condiciones totalmente fraudulentas, espurias y antidemocráticas y tú Diego, tu viniste a bailar para ellos.
¿Sabes Diego? Cuando bailabas en la tarima, ya “no eras” aquel mismo que regateó a tantos ingleses marcando aquella barbaridad de gol, no, con mucho dolor te vimos como un inglés más, pero no como un inglés trabajador sometido por el reino unido, no, te vimos como un protector de la realeza británica. Cuando bailabas Diego, tú te ubicaste con el funcionario de la FIFA que se encargó de llevar adelante la tarea de sacarte del mundial 94, porque se trató de eso: ¡una maniobra! Diego, al estar al servicio del PSUV-SOMOS-Gobierno, haces el mismo papel de Edgardo Codesal, aquel arbitro que pitó la final contra Alemania en el 90 inventándose un penal contra ustedes que solamente el vio. Diego, al bailar para el madurismo, lo haces para gente que al pueblo venezolano “le hace zancadillas” como la que te hizo Andoni Goikoetxea en 1983.
Por ultimo Diego, permíteme hacer esta especie de analogía en cuanto a condiciones materiales: “El pueblo venezolano se encuentra atravesando su Cordillera de los Andes”, gesta realizada por el “Che” Guevara que sueles reivindicar tanto. Y es en el pueblo venezolano donde están esos mártires que se la fajan a diario para poder comer algo, para curar a sus enfermos, para poder sobrevivir… Maduro y la burocracia roja no tienen nada que ver con el “Che”, ellos son todo lo contrario, ellos le asesinarían también, así como están asesinando a nuestra población, porque indudablemente que la política del PSUV-SOMOS-Gobierno es una política de muerte y tu asistes a su fiesta electorera de una manera tan dócil que auto contribuyes a que asesinen tu espíritu contestatario y así ya apenas eres el Diego de las cúpulas burocráticas.
Un abrazo Diego