En medio de la expectativa y furor que se está apoderando del mundo todo, por el inicio del mundial de fútbol Rusia 2018, una noticia ha impactado de manera significativa: Argentina suspendió el partido amistoso de fútbol que iba a realizar en en el estadio Teddy Kollek de Jerusalén, con el combinado de Israel. La razón es que finalmente la protesta de grupos propalestinos que se oponían a la realización de este evento tuvo sus resultados.
Como se sabe, ese encuentro de fútbol se iba a realizar en medio de un clima de tensión y violencia entre palestinos e israelíes, provocado por la decisión del gobierno de Donald Trump de mudar la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, considerada por los palestinos como su capital, a la que llaman Al Quds.
Camisetas de la selección argentina manchadas de rojo, para simular sangre, y carteles de advertencia con la imagen de Messi, fueron utilizados en los territorios palestinos y en Barcelona (España), para llamar la atención de la opinión pública mundial. Los carteles decían; "Advertencia: usted está a punto de ingresar a una tierra ocupada. Defienda los derechos humanos. Jerusalén es la capital de Palestina".
Este es un buen ejemplo de los tiempos que estamos viviendo, tiempos de globalización, de redes sociales y de medios de comunicación masivos de alcance mundial, en los que la religión y la política se mezclan con lo deportivo, para poner sobre el tapete la situación que vive el pueblo palestino y sus demandas por un Estado propio, libre e independiente, con Jerusalén (Al Quds) como su capital. Se viene el mundial de fútbol, y en medio del embriagante clima que se va a crear durante algunas semanas, las escaramuzas, disparos y muertes seguramente que continuarán en Cisjordania y en la Franja de Gaza. Al registro de goles concretados por los ases del balompié, habrá que sumarle la cifra de los niños palestinos que seguramente caerán en combate.