Avalancha insurgente

Un planeta fantasma

En mi artículo anterior intenté acorde a mis posibilidades dar una visión de la importante función que cumple lo involuntario, simpático, irracional dentro de nuestras vidas. Para compensar y equilibrar, en este voy a recorrer el camino racional hasta sus extremos con dos motivos.

Uno es demostrar que las conclusiones a las que se llega son exactamente las mismas, porque los hechos siguen siendo los hechos y no admiten discusión. La segunda es dejar en evidencia que nuestros razonamientos no van realmente al fondo de las cosas, son como ya he dicho acomodaticios y cosméticos, eluden las verdaderas raíces de los conflictos.

Hace unos días leía que a fines del 1800 los ingleses avizoraron la posibilidad de explotar las salinas americanas para su provecho. Pero había el problema de que estaban en tierra peruana y boliviana que no ofrecían suficiente garantía a su inversión.

Por tanto ni cortos ni perezosos buscaron un tercero más ambicioso, inventaron un motivo y desencadenaron una guerra. Allí estaban soldados chilenos, peruanos y bolivianos matándose unos a otros en pleno desierto por una u otra consigna patria. Chile ganó la guerra y a los soldados patriotas como premio los convirtieron en flamantes trabajadores de las salinas.

No solo a los chilenos, no. Todos habían luchado valientemente por su patria y se merecían el mismo premio. Así que tras un tiempo los obreros de las tres nacionalidades sufrían en carne propia la explotación mientras lo señores se enriquecían con su trabajo. Hasta que un día decidieron tomar el puerto de Iquique y pedir reivindicaciones laborales.

Dieron orden al ejército de disparar y ninguno quiso abandonar a los demás, dijeron que si juntos trabajaban juntos morirían. Y así fue, los masacraron en nombre de las prioridades sacrosantas; la propiedad, el orden público y la vida.

Ahora bien, se supone que estos mártires son la semilla de heroísmo cuyo ejemplo inspirará y retoñará en las luchas libertarias de las nuevas generaciones. A mí como a cualquiera me conmueven hasta las lágrimas estos dramas de vida, pero mientras me secaba las lágrimas no pude dejar de notar unos cuantos detalles extras.

Los ingleses tenían un conocimiento que les permitía visualizar la industrialización y comercialización de una materia prima en el mercado internacional. Los americanos y en particular ejército y obreros, lo desconocían, eran ciegos al respecto y por tanto podían ser fácilmente manipulados a servir intereses ajenos, fácilmente convertibles en mano de obra barata y carne de cañón.

Hoy en día aún estamos luchando contra las élites que se apropian del conocimiento, se nos domina por la superior tecnología y armamentos de que disponen. Se nos maneja a través de instituciones financieras que regulan el flujo internacional de bienes y servicios desviándolo a conveniencia. Por si fuera poco ahora reclaman la propiedad intelectual sobre la creatividad ajena, la genética vegetal y animal, hasta quieren meterle mano al agua y al Amazonas.

Otra cara que no puedo dejar de notar es que los que mataron a eso nobles trabajadores que decidieron morir juntos, fieles a sus compañeros de esclavitud, también eran pueblo vestido de soldados, tal vez hasta con los mismos uniformes. Y si se quedaron sin trabajadores, seguramente los premiaron convirtiéndolos en flamantes esclavos de las salinas.

Así que la dinámica continúa, las historias nunca comienzan ni terminan como nos gustaría para darle mayor carga dramática. Las élites, los tuertos siguen apropiándose del conocimiento, manteniendo siempre una distancia conveniente, liberando solo lo necesario para poder manejar a los ciegos cuando los necesitan para alguno de sus objetivos.

Basta exacerbar un poco los sentimientos patrióticos, familiares, religiosos, para que salgamos a luchar por la propiedad privada, la vida y el orden. Del resto nos dejan tranquilos para que nos expresemos con absoluta libertad.

Y la rueda sigue girando, buenos y malos, soldados y obreros, conocimiento y trabajo, impotencia, indignación que se viste de mártires y nuevas generaciones, explotadores y explotados. ¿Cómo la detenemos? ¿Qué es lo que se nos escapa, lo que no logramos ver?

Nuestras sociedades, antiguas o modernas, atrasadas o avanzadas están construidas todas sobre el mismo modelo jerárquico piramidal. Allá arriba en la altura, lejanos que hasta duele el cuello para poderlos enfocar, están los dioses y sus fiestas en la cima del Olimpo. Un poco más abajo sus hijos los semidioses y los héroes, los reyes y sus cortesanos, sus orgías y comilonas.

Y a mucha distancia, casi en el subsuelo los comunes mortales que son el piso de la pirámide. De un tiempo a esta parte las nuevas tecnologías y la sobre producción le han dado cierta movilidad a la estática jerarquía. Hay una especie de goteo caritativo de los dioses, unas migajas que caen de sus festines. Entonces desde las bases la muchedumbre hambrienta y deseosa de rozar al menos las vestimentas de los seres superiores, se trepan unos sobre otros.

Nos cuentan que así se va formando una clase media, acomodada, feliz y orgullosa de servir a sus amos y de distanciarse de sus inferiores. Y de ese modo la vida estática, estacionaria de los campesinos, que gira en torno a las cosechas, va ganando cierta movilidad y dirección. Dicen que comienza el progreso, fluye, avanza en un tiempo lineal de pasado a futuro. Aunque en realidad debería ser ascendente, trepando unos sobre otros en pos de un sueño.

Siempre me ha parecido que con un modelo simple se comprende toda una siquis, un modo de vida, una organización social. Por ejemplo si observamos los castillos y ciudades amuralladas del medioevo rodeadas por fosos llenos de agua, ¿qué evidencian?

Lo más obvio me parece miedo, repliegue y encerramiento sobre si para la defensa. Pero hay otra cara menos evidente que es la elevada atalaya, para la continua vigilancia preventiva de los horizontes avizorando posibles enemigos y ataques. Lo cual ya de por si nos pinta toda una siquis y forma de vida, todo un modo de estar en el mundo.

La presunción más inmediata es que si así se han organizado es porque habría algún motivo, seguramente no sería por gusto ni por sicosis. Por supuesto que no. Digamos que a ellos los atacaron y así reaccionaron. ¿Y los atacantes por qué atacan? También algún motivo tendrán, no creo que lo hagan por gusto ni por sicóticos, ¿no creen?

¿O es que unos si lo son y los otro no? ¿Es que unos son totalmente malos y los otros totalmente buenos e inocentes? ¿Y quién lo decide? Es el mismo jueguito del huevo y la gallina, ¿quién fue primero? El mismo jueguito de mi padre me lo hizo a mí y yo se lo hago a mi hijo. ¿Y dónde comienza y termina la cadena? Entonces viene la parte del juego donde te dicen que tienes que comprender que tu padre no fue un mal hombre, hizo lo mejor que pudo.

Simplemente no le enseñaron como hacer las cosas de otro modo. Me parece muy bien. ¿Y a mí si me enseñaron? ¿Y qué resolvemos sabiendo que el hizo lo mejor que pudo? ¡Ah pero tú ahora lo sabes y estás en capacidad de cambiar el curso de las cosas! ¿Ah sí? ¿Y porqué no vamos y se lo explicamos a él para que lo sepa y sea el quien lo cambie?

¿Por qué yo si puedo y el no? ¿No es siempre el mismo jueguito sin fin? ¿No es una suposición de poder cambiar las cosas que siguen de todos modos su curso habitual? Hace décadas que tenemos sicólogos y terapias personales y de grupos. Si antes fue un esnobismo hoy ya es algo hasta natural que las compañías manden sus empleados a terapias.

¿Uds. ven que las relaciones entre esposos, padres e hijos mejoren? ¿Ven que la sociedad sea menos violenta? Bueno al menos inventamos una nueva profesión y fuente de trabajo sin necesidad de que vengan los capitales extranjeros a invertir.

¿Y si observamos un pueblo minero abandonado que nos dice? Que por allí pasó la ambición, la fiebre de oro, el sueño de una vida ascendente y mejor, obtenida de modo veloz. Mucha gente vino en estampida en pos de un sueño, unos pocos encontraron algo y entonces llegaron los que compran y regulan el precio del oro.

Montaron negocios con herramientas y alimentos con precios exorbitantes. Bares con alcohol, mujeres y juegos de azar que en pocos días limpiaban los bolsillos del esfuerzo de meses o años. Hasta que se terminó el oro, levantaron sus negocios y se fueron a vivir de otros que trabajaran. Allí solo quedó un pueblo fantasma cual testimonio de la volátil siquis humana.

A veces me imagino a Venezuela, y por añadidura al mundo con ese mismo modelo. Se descubrió el petróleo, la energía que aceleró el movimiento, que revolucionó al mundo, que dejó atrás el modelo estacional campesino y su ritmo de vida. Y a partir de allí se construyó todo lo demás. Vinieron los negociantes, establecieron las reglas y en torno a la extracción del petróleo comenzó a girar y construirse el país.

Lo que goteaba, las migajas que caían del banquete configuraron una sociedad completa. Burocracia, partidos políticos, obreros, ideologías, discusiones intelectuales. Se creó un nuevo modelo cultural completo que sustituyera al cíclico o estacionario campesino, dando nueva dirección útil a los intereses de los nuevos señores y dueños de todo.

Transculturización. Ahora ya avanzábamos en el tiempo camino de la felicidad que las élites vivían anticipadamente. Periódicos, radio, TV y cine se encargaban de mostrarnos el Cielo hecho realidad en la Tierra y los caminos para alcanzarlo. The End. Y todos fueron felices.

Todo era prestidigitación de los magos, un entretenimiento para la atención mientras se llevaban lo único que les interesaba realmente a precio de gallina flaca, cambiándolo por espejitos de colores y alcohol. Dentro de un tiempo eso se terminará y quedará un país, tal vez un planeta fantasma.

Termino de leer un informe de la ONG WWF en Pekín, que dice que ya consumimos a un ritmo superior en 25% al que la naturaleza puede reciclar. De continuar este ritmo para el 2050 necesitaremos dos planetas como este, Cuba es el único país que consume a un ritmo equilibrado. No, no sé si son comunistas los autores.

Me dirán que soy un reduccionista, un simplista, que no se puede meter todo en un mismo paquete. Sin embargo eso es esencialmente lo que estamos viviendo en la revolución bolivariana. Por decisión popular se inició un reordenamiento económico para revertir la privatización de servicios públicos y la creciente exclusión popular hacia la periferia social.

Pues de inmediato se evidenciaron los puestos clave de intermediación y control de flujos de bienes, servicios, información, transporte, petróleo, producción, almacenamiento y distribución de alimentos, etc. Quedó en claro que el aparato estatal no controlaba nada, que el país estaba en manos de una élite a quien las instituciones servían de administradores y pantalla.

Si no estaban ellos en el poder no existía la democracia ni la gobernabilidad, esas eran cualidades y capacidades de las élites y no del pueblo. Por supuesto eso nunca se dijo, solo se lo hizo sentir con golpes de estado, boicots petroleros, desabastecimiento de alimentos, huelgas de todo tipo y un bombardeo sin publicidad mediante siquiera de los medios.

Jamás se mencionó cual era el interés real que se veía afectado y así reaccionaba, solo se hablaba del terrible futuro de opresión que esperaba al pueblo, de que se pretendía llevarlo en la dirección comunista de Cuba por cuyas fuerzas secretas estábamos siendo invadidos.

Se nos decía que perderíamos las gotitas y migajas que recibíamos, se pretendía mantenernos obsesionados y atemorizados sin levantar siquiera la vista. Y en efecto eso tuvo resultado con la clase media identificada con el modelo “miamero”, que de inmediato temió perder su sueño de alcanzar alguna vez la cima prometida, o que se la comieran los hambrientos excluidos.

Con las clases de menores recursos no tuvo casi ningún resultado porque nunca formaron parte de ese sueño, siempre vivieron en la periferia social sin ninguna educación ni oportunidad.

Por tanto las misiones hacían una verdadera diferencia en sus vacíos estómagos, descuidados cuerpos y desinformadas mentes, por pequeña que fuese la afluencia que a ellos llegara, era enorme comparada con el total desamparo e inexistencia. Aquí se abre pues una vez más el abismo entre los intereses, manejos concretos y las prestidigitaciones para distraer la atención.

A nivel de materia funciona el preciso CGS, (centímetro, gramo, segundo). Operan las técnicas de extracción, productivas, transformadoras, y los conocimientos de administración y mercados. Allí no hay espacios para relatividades, todo tiene un precio, un tiempo y un lugar de colocación. Dentro de los flujos de bienes y servicios hay organismos clave que los regulan y los mantienen siempre circulando por los mismos canales. De allí solo gotea y caen migajas preestablecidas para la clase media por redes tejidas con precisión.

Y cuanto más avanza la concentración de poder y capital menos espacio deja a cualquier improvisación. Por tanto solo quedan los sueños del golpe de suerte y cambio de nivel social, que el mismo sistema estimula con los medios de comunicación y los juegos de azar. Si la vida ha avanzado ha sido a base de experiencia y conocimiento y no con sueños ni buenos deseos.

En esto no cabe discusión. El único punto a discutir es entonces si utilizas ese conocimiento para explotar a los demás seres humanos o para beneficiarlos. Hasta hoy hemos vivido más en un mundo literario, filosófico, idealista, totalmente mediatizado por los medios masivos de comunicación, donde siempre se le ocultó tras una venda a la gran mayoría lo más simple.

Que no hay leyes de mercados ni extrañas inflaciones de las que se desconoce el origen. Todo es perfectamente calculado e intencional para manejar los flujos de bienes y servicios hacia los centros de poder, impidiendo que los países se desarrollen endógenamente.

Pero el gran complot de prestidigitación, entretenimiento y distracción intenta ocultar algo mayor aún que terminaría definitivamente con su negocio. Es algo muy simple pero difícil de reconocer, dadas las creencias alienantes que los medios de comunicación realimentan continuamente hasta darles fuerza de realidad en nuestras conciencias.

Esa verdad es que no existe ningún mundo fuera de nuestra conciencia y acciones. Que somos nosotros quienes generamos, hacemos y sostenemos absolutamente todo. Si alguien lo duda basta que piense que sucedería con el tal mundo y sus dueños si dejáramos de pensarlo, sentirlo y actuarlo por un solo día.

Simple, ¿verdad? Se detendría el flujo de bienes, servicios y consumo. Por tanto ya no tendrían nada que administrar, nada que negociar, nadie a quien venderle. De hecho hasta los cielos, dioses, semidioses, héroes, reyes, cortes y estados se caerían. Porque también eso lo pagamos y sostenemos nosotros. ¿Te parece exagerado?

¿Qué sería de los dioses, sus moradas celestiales y representantes en la Tierra sin creyentes y adoradores? ¿Qué de los héroes sin atemorizados mortales que los admiraran y necesitaran su protección? ¿Qué de los reyes y sus cortes sin vasallos y sirvientes que pagaran sus tributos para mantenerlos y los atendieran en sus necesidades?

¿Qué sería de todo ello si ya no necesitáramos entidades externas para que nos digan que hacer, para sentirnos seguros, si por fin confiáramos en nuestra conciencia, nuestras fuerzas y capacidades?

Hagamos un somero balance de adonde nos ha conducido el hacer lo que nos dicen, miremos simplemente alrededor sin vendas por un momento, y preguntémonos si no hubiese sido mejor equivocarnos al menos atreviéndonos a tomar nuestras propias decisiones y aprendiendo de nuestros errores.

Hoy en Venezuela se ha comenzado a desmontar toda la red de intermediarios paso a paso.

Se ha vuelto a nacionalizar en los hechos todas las materias primas y servicios. Se han configurado las Empresas de Producción Social que extraen, procesan y transforman las materias primas en productos terminados dándole valor agregado La prioridad absoluta es el desarrollo endógeno, solo los excedentes pueden ser exportados.

Todas estas empresas operan desde su formación con principios socialistas y apuntan a desarrollar poblaciones completas en su entorno. Esta es una de las caras, no hay misterios, con saboteos y pérdidas millonarias la economía crece aun 12% anual promedio, el desempleo habrá bajado de 30% a 7% para fin de año y la inflación que llegó hasta un 100% unos años atrás se calcula que cerrará alrededor del 10 o 12%.

La otra cara es la internacional. Allí tampoco hay misterio, si no te sales del FMI y BM no puedes gobernar ni administrar tu país. Si no compartes tus materias primas y capacidades con tus vecinos no puedes esperar ninguna reciprocidad de ellos. Por tanto el cuentito de que tu país es soberano y dueño de sus recursos es insostenible en los hechos.

No puedes competir a nivel de tecnología ni mucho menos de armamento y por tanto o buscas alianzas de reciprocidad en los intercambios y compartes tus riquezas, o serás aislado y despojado de ellas a la corta o a la larga. Por un lado es imprescindible reducir la brecha con transferencias tecnológicas.

Por el otro es inevitable pasar de las competencias entre naciones a la complementaciones apuntando al equilibrio de asimetrías para aspirar a la pluripolaridad. La tercera cara es que los presentes eventos han dejado al desnudo que este ritmo de consumo no es viable, no resulta reciclable para el ecosistema.

Además la creciente concentración de poder y capital se corresponde con exclusión social, enfermedades, hambrunas, muertes, desajustes climáticos, desertización y derretimiento de los hielos. Por tanto ya no estamos hablando solo de frenar el modelo imperialista para ser libres como hace unas décadas.

Hoy por hoy, en el intento de liberarnos y elegir nuestro modo de vida, hemos comenzado a caer en cuenta que es necesario replantearnos nuestra forma completa de vida acorde a los presentes hechos y conocimientos de que disponemos.

Nuestra actual forma de vida es ineficiente, genera demasiados desperdicios, parasita, asfixia y agota el ecosistema vital en un estéril y hedonista consumismo personal. Mientras que gran parte de la humanidad se desadapta crecientemente y desfallece junto con el hábitat. Por tanto la alternativa de utilizar el conocimiento para explotar o enriquecer nuestro entorno ya no existe, la explotación está sujeta a claros y precisos límites.

La alternativa real es colaborar solidariamente entre los seres humanos y con el ecosistema si es que hemos de llevar adelante este planeta. El nuevo hombre y mundo son una necesidad ineludible. La creatividad humana que es el mayor tesoro y riqueza, puesta al servicio de la colaboración solidaria entre el ser humano y su ecosistema generará una economía eficiente.

El sistema centralizado que por acumulación mecánica conduce inevitablemente a la concentración de poder y capital ya no es sostenible. La única descentralización posible es la de complementarnos en lugar de competir. Porque como toda emoción positiva, como toda acción generosa y solidaria resulta contagiosa, multiplicativa, geométrica, exponencial en su reproducción y por tanto imprevisible e incontrolable para un centro mecánico de control.

Los que hasta ahora dispusieron del conocimiento nunca fueron capaces de despegar sus ojos de sus intereses inmediatos, y en ese sentido son tan ciegos como nosotros. Porque las exigencias del presente momento los desbordan y no disponen de la capacidad de soltar, compartir, cambiar de dirección.

Por el contrario, cuanto más se hunden, cuanta más agua hace su embarcación, más insisten en las viejas conductas impositivas y controladoras. Es evidente que el viejo sistema no puede seguir adelante, la resistencia creciente en todo el planeta está haciendo ver lo ridículo de seguir insistiendo en las viejas metodologías. Pero no hay modo de que desistan.

Mientras tanto las nuevas iniciativas, Petrocaribe, Petrosur, Alba, Banco, Bonos y Fondo del Sur para mediana y micro empresa, para ayudas en caso de catástrofes, misiones de alfabetización y salud internacionales, en solo dos años recorren a velocidad creciente los pueblos como vientos de esperanza, como avalanchas incontenibles de nieve.

Ya no importa siquiera que adulteren las elecciones, porque gobernadores, alcaldes y asociaciones civiles toman por su cuenta las iniciativas y cada vez se cierran más los caminos para el fraude, cada vez ponen más en evidencia a los vendedores y explotadores de pueblos.

Cada vez es más abismal la diferencia entre la explotación que desampara al pueblo y la solidaridad que los abraza e incluye devolviéndolos al calor humano. Cada vez es más imposible confundir una dirección con la otra, sin importar con cuantos discursos se lo disfrace.

La avalancha insurgente de generosa solidaridad recién comienza. Su tarea no es simple pero su entusiasmo es inagotable. Habrá de reconciliar todas las diferenciaciones que la historia especializó encaminándolas hacia la integración, hacia la síntesis genética y cultural. Diferentes climas y geografías, diferentes economías y culturas, hábitos y creencias acumuladas y representados cual rituales por cientos y miles de generaciones. Diferentes lenguajes y religiones que han terminado por alienarnos natural e históricamente, encerrándonos en oscuros callejones de soledad, desesperanza e incomunicación.

La avalancha insurgente de alegre vitalidad ha de ser una fuerza religiosa en su más esencial sentido, re-ligare, volver a unir lo que la historia diferenció, las funciones especializadas que a fuerza de repetición se convierten en inercias o tropismos, arrastres del pasado desapercibidas para la conciencia.

En un sentido muy real esta religiosidad entre lo esencial del ser humano, es un volver a su infancia indiferenciada. Cuando su movilidad emocional plena hacía imposible que supiera ni resintiera de sexos, razas, diferencias de clases o religiosas.

Dicen que el niño es ingenuo y no conoce aún la realidad. Tal vez sea así. Pero no estaría de más pensar sino seremos nosotros los que nos hemos enajenado de tal realidad, le hemos dado espaldas, la hemos dejado olvidada y abandonada. Sumergiéndonos en hábitos y creencias que no hacen más que generarnos conflictos, violencia y sufrimiento.

Si alguna cuenta hemos de hacer respecto a esta avalancha insurgente de generosa solidaridad, que baste la votación en la ONU. Con solo dos años de iniciativa de ALBA, el respaldo por Venezuela ha pasado de cero, del más absoluto desconocimiento y desinterés, al 40%. No es cualquier cosa tratándose de enfrentar a la potencia mundial que chantajea y pisotea sin miramientos, haciendo valer todos y cada unos de sus recursos que no son pocos.


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Michel Balivo


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