Pepe Mujica, como antes dije, lanza mensajes como aquello de "a quien le caiga la chupa".
Era este de la "chupa", un mensaje con o sin destino, sin mencionar al destinatario nunca para no meterse en problema. Al emisor le quedaba el recurso de decirle a quien se creyó destinatario, eso no lo dije yo nunca por ti, fue por otra persona. Y actuando así se quedaba bien con todo el mundo. Nadie se sintió aludido y por ende acusado de nada, seguimos en paz y hasta siendo panas. Aunque el aludido, pese no haber sido mencionado y menos denunciado se guardaba sus rencores, el no aludido ofendido porque le mezclaban sibilinamente en algo que no era de su incumbencia y quienes estaban al tanto del asunto, molestos por la falta de entereza del "denunciante", más si contaba con su aval y hasta la idolatría.
Cuando se ha tratado de Maduro o la señora de Kirchner o Fernández, la de Argentina, a Mujica las ideas no se le vuelven nebulosas ni el discurso hermético o encriptado, para decirlo a la moda. A la primera, una vez, sin percatarse que el micrófono que tenía frente estaba abierto o encendido, le llamo "vieja" y le agregó otro término despectivo. Al venezolano le calificó sin recato y absoluta falta de discreción "cabra loca".
Piñera el de Chile, ha estado entre quienes más ha aplaudido a Mujica, porque ha sabido interpretar "las rabos de cochino" del uruguayo, cuando dice lo que quiere "sin querer queriendo". Por idolatría quienes le creyeron amigo, callaban o se manifestaban discretos.
El fuerte de Mujica, aparte de ese hablar y decir una cosa que cada quien lo entiende a su manera y quedar bien con Dios y con el diablo, sólo cuando le conviene, es ese exhibirse como un hombre humilde y que la derecha ha tomado como una referencia. ¿Él, el Pepe, nunca se ha preguntado por esa extraña situación? ¿No se le ocurre aquello de preguntarse por qué la canalla me aplaude?
Dos días atrás, en Roma, donde fue recibido con honores por la FAO, se refirió a la impotencia política que impide hacer frente al cambio climático y al hambre en el mundo, problemas para los que falta "vergüenza del género humano que vive bien". Eso dijo la nota de prensa.
Todo parece haber quedado allí. Todo se debe a la "impotencia política". Hay un o unos culpables, el impotente o los impotentes políticos, enorme lista donde estamos anotados la mayoría aplastante de seres humanos. Pero para como creyendo balancear la carga, agregó que eso debería darle "vergüenza al género humano que vive bien". Sólo eso, sentir vergüenza. En cuyo caso bastaría que fueran más a menudo a misa a darse golpes de pecho. ¿Pero aún así, qué significa eso de vivir bien? ¿A partir de dónde se mide eso? ¿Con esa forma de medir, ese extraño instrumento no estará Mujica metiendo hasta quienes ninguna culpa tienen, o tienen tan poca como uno, pero evadiendo mencionar a los verdaderos culpables, por nombre y apellido y por países? ¿Será culpable de ese crimen, tanto como para acusarlo y llevarlo a la Corte de La Haya, el clase media que tiene dos o tres aires acondicionados en su casa? Es casi seguro, porque ese es el Pepe Mujica que conozco desde que lo comencé a escuchar por primera que fue una vez designado presidente de Uruguay.
Y justo ese tipo de los dos aires acondicionados no se percata que "debemos pensar como especie." No sé si es precisión o mucha sutileza lo del Pepe.
Cuando debió abordar el asunto del hambre, se limitó a decir, lo que un moralista cualquiera, que cree suficiente largarse un discurso como el de
"lo que falta es vergüenza del género humano que vive bien y no se puede dar cuenta de que estamos navegando en un barquito que se llama Tierra".
La explicación al problema de cambiar el clima o defender al planeta, no tiene nada que ver con el asunto aquel de Copenhague, "no de cambiar el sistema" o poner fin a las guerras y nucleares que las grandes potencias, sobre todo de la OTAN, han estado prendiendo en el mundo entero. Tampoco con las apetencias de países como EEUU de someter a los países débiles para sustraerles sus riquezas, sino con un poco del género humano "vive bien".
Cualquier soñador o quizás hasta demasiado inteligente piensa que Mujica lo dice de maravilla, pues es hasta como un poeta bueno de esos que dice una cosa diciendo otra. Porque según tengo entendido, mientras más complicados son los narradores y poetas, son mejores. Porque eso lo dicen quienes entienden, hasta "viven bien" o están obligados a entender. Pues si no entienden y lo confiesan caen en descrédito.
Pero veamos esta perla del pensamiento político de Mujica, que consiste en un instar, se supone que a las potencias, a ayudar "Frente a las carencias y la debilidad de las políticas locales en las regiones subdesarrolladas, a ayudar al mundo pobre a que resuelva los problemas por sí mismo y generar fuerza, porque lo otro es un poco organizar la lástima".
Según él, hay un mundo pobre "por la debilidad de las políticas locales"; detrás de eso no hay más nada. Como que las dictaduras habidas en su país, una de las cuales le tuvo preso por años, conviviendo con ratas, nacieron sólo por la "debilidad de las políticas uruguayas". Por ejemplo, la "debilidad" de Cuba, solo tiene que ver con el modelo allí impuesto y la incompetencia de sus dirigentes. Allí el bloqueo impuesto por EEUU no ha surtido ningún efecto.
Entonces para Mujica, sobre el problema del clima, "el pecado de nuestra civilización", se debe que la humanidad está "empeñada en organizar en los próximos cincuenta años una gigantesca sartén para freírse". Y agregó "Estamos jugando con eso, hace treinta años que sabemos lo que hay que hacer, pero no lo hacemos. No es un problema ecológico, es impotencia política".
No señor Mujica, no es el pecado de nuestra civilización. Lo es del sistema y usted lo sabe; por eso estuvo preso y sufrió tantas calamidades. Tampoco es verdad que estemos empeñados en "organizar esa sartén"; en eso están quienes controlan el capital, la tecnología y quieren seguir acumulando riquezas mientras difunden el hambre. Como no es cierto, esa invención suya para escurrir el bulto, que no es el sistema sino es por incompetencia política. Una incompetencia que parece adjudicar a los pueblos, como quien habla de delitos pero no menciona los delincuentes. Y, cuando esa sartén, de la cual habla, esté lista, "los poderosos" que usted elude nombrar no se freirán en ella, ya eso lo tienen planificado.
Mujica pasó por Roma donde le invitaron a hablar e hizo ese discurso evasivo, hermético y hasta disolvente; antes estuvo en España donde, según nota periodística, "recogió el premio internacional de poesía Laurel de Plata", justo en Granada, la ciudad natal de García Lorca, quizás por poemas como ese que declamó en la FAO y "un galardón sindical en Madrid".
Pero la nota y los galardones no terminan aquí, pues según:
"En Italia dará conferencias en varias ciudades sobre su visión de la agricultura sostenible y el libro ‘Una oveja negra al poder’, un reportaje biográfico sobre su persona escrito por los periodistas Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz."
El ex presidente confirmó que "estará en el Festival de cine de Venecia, que comienza este miércoles, con un amigo’, el director serbio Emir Kusturica, que presenta fuera de concurso su documental
Sólo faltó en la nota, eso muy pronto llegará, se informase que el "Pepe", fue invitado con honores a la Casa Blanca, con visa muy nueva y reluciente. Pues pese allí vive y acude gente bien, pero sólo son unos pocos, de los tantos del género humano, "que deben sentir vergüenza" por el hambre que acosa al mundo y el deterioro del planeta.
La nota dice, como con conmiseración, que el Pepe tiene 83 años, quizás a esa edad, uno por olvidadizo, se puede volver "aparentemente evasivo", pudieran ser adelantos del Alzheimer, lo que me obliga a ser cuidadoso, pues tengo 81.