Muchos que nos hemos dedicado a las labores de análisis, hemos visto como se ha hecho una evaluación descarnada de la gestión gubernamental de Nicolás Maduro durante los cinco años que le ha tocado afrontar como Primer Mandatario Nacional. No le ha tocado fácil y eso es bueno señalarlo.
Que se entienda bien, no se trata de descontextualizar la evaluación de la gestión de gobierno del Primer Mandatario Nacional. Importante es tomar en cuenta que a Maduro le ha tocado gobernar en circunstancias nada fáciles, complejas, duras y muy difíciles. Con medidas coercitivas unilaterales con la intención de quebrar nuestra voluntad y hacernos doblar la cerviz.
Pero no es menos cierto también que se han cometido muchos errores, se han dejado de hacer cosas y ha habido desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo retrocesos que son necesarios revisar, a fin de hacer los ajustes necesarios con el fin de preservar nuestro proceso revolucionario.
Algo debe quedar muy claro, el modelo político contenido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela funciona, el Comandante Chávez durante sus 14 años de gestión así nos lo demostró. Evidentemente, es por ello que el enemigo supo muy bien que hacer, y por eso lo asesinó.
Pero también dentro de esta evaluación a la gestión de gobierno, inspirados en los seis años del denominado "Golpe de Timón", justo es de señalar los avances y puntos fuertes que ha tenido Maduro. Objetivamente, no podemos decir que todo ha sido negativo durante esta gestión del primer Presidente de la República Bolivariana de Venezuela chavista.
Maduro ha demostrado durante estos cinco años de gestión navegar en aguas turbulentas. Sortear las dificultades y obstáculos que se le han presentado. Nadie daba medio por él después de la muerte de Hugo Chávez, y ya lleva cinco años y contando al frente de los destinos del país. Por poco menos que lo que le ha tocado afrontar al Presidente Maduro, se han derrocado gobiernos e invadido países. Ni lo uno ni lo otro se ha dado en contra del actual mandatario venezolano.
Otro elemento y fortaleza que ha logrado Maduro, es que su mandato ha contribuido para demostrar quienes son los verdaderos revolucionarios y las verdaderas revolucionarias. Ha sido durante la gestión de Nicolás Maduro donde este proceso revolucionario ha venido acelerando su proceso de depuración. Para muestra un botón: Ahí están los Rafael Ramírez, Luisa Ortega Díaz, Miguel Rodríguez Torres, Hebert García Plaza, Andrés Izarra, Rafael Isea, Luis Gallardo (ex gobernador de Guárico), Edgardo Parra (ex alcalde de Valencia, Carabobo), Nicmer Evans, Juan Barreto, Eva Golinger, Gabriela Ramírez y otros tantos personeros y otras tantas personeras del denominado "Chavismo Originario", que gustaban del chavismo mientras las cosas estaban bien y el barril del petróleo se ubicaba en un promedio de 120 dólares por barril. Pero, en estos momentos de dificultades, y cuando las "papas queman", no dudaron ni un instante en dar ese salto de talanquera, que dejaría perplejo al mejor saltador de garrocha del planeta.
No obstante, Maduro afronta unos terribles flagelos que, de no tomar los correctivos necesarios, no solo se vería comprometido su gobierno, sino peor aún, la Revolución Bolivariana. Y no son precisamente la posibilidad de su derrocamiento a través de un Golpe de Estado o una intervención extranjera sus principales dolores de cabeza.
El primer problema que afronta Maduro tiene que ver con la falta de autoridad que impera en el país, en la peligrosa anomia social en la que estamos cayendo, donde no se respetan normas, y donde todo el mundo hace lo que le da la gana. Evidentemente, Maduro no puede solo, y muchos funcionarios públicos, funcionarias públicas, gobernadores, gobernadoras, alcaldes y alcaldesas no lo acompañan en su gestión. Esto se ha convertido en un verdadero lastre para su gobierno.
Imaginémonos lo que podría suceder en el país si el pueblo decidiera "soltarse un ratico", ante la indolencia de tantos funcionarios, gobernadores y alcaldes que no cumplen con sus funciones. ¿Qué pasaría en Venezuela si el pueblo decidiera hacer justicia por su propia mano?
El otro lastre que aqueja la gestión de Maduro es la galopante corrupción. El propio Contralor General de la República, Dr. Manuel Galindo Ballesteros lo señaló hace un par de semanas en el programa "José Vicente Hoy". Pareciera que todos los demonios se desataron con la partida física del Comandante Chávez, que poseía una autoridad ética y moral basada en la congruencia de su praxis entre el decir y el hacer, y se había establecido una especie de contención ante este cáncer que corroe los cimientos de nuestra sociedad. No es que el actual Gobierno Bolivariano sea el más corrupto de la historia (sino miremos los gobiernos de la IV República), y de hecho es uno de los que más ha encarcelado a funcionarios y funcionarias incursos en delitos contra la cosa pública (cerca de 5.000), pero si hace falta el adecentamiento moral de nuestras instituciones.
La respuesta del Estado ante este terrible flagelo no debe ser solo represiva y sancionatoria. El problema cultural, moral y de valores que afrontamos como sociedad es tremendo y hay que atenderlo.
Y esto evidentemente ante una pésima política comunicacional, como problema estructural del Estado venezolano, confundiéndola con lo mediático; este vacío de la política institucional comunicacional le deja el campo abierto a influenciadores y operadores psicológicos para que a través de diferentes plataformas tecnológicas y redes sociales digitales difundan toda una serie de rumores e informaciones tendenciosas, que calan mucho más que las informaciones reales.
Maduro ha pedido al pueblo a resistir y a protestar cuando sienta vulnerado sus derechos y a hacer valer las medidas de protección que él ha venido adoptando para beneficiar al pueblo. Pero como lo han dicho Luis Britto García, Juan Carlos Valdez, Vladimir Acosta y un gentío. O el gobierno se organiza para IMPONER la autoridad y las leyes, o el caos y la anarquía seguirán imponiendo su lógica troglodita y nefasta.
El pueblo no puede encarcelar a "bachaqueros", intermediarios y a comerciantes usureros y acaparadores. El pueblo no puede expropiar ni confiscar los bienes de los mafiosos. El pueblo no puede enfrentarse cuerpo a cuerpo con mafias armadas, guapas y apoyadas. El pueblo puede apoyar, denunciar, fiscalizar, resistir, protestar y seguir haciendo hasta donde la idiosincrasia cultural y la formación actual le permite, que de hecho es bastante alta, dadas las condiciones en que lo han puesto a parir. Como lo señala Luis Salas Rodríguez: "debería darse una felicitación colectiva por el nivel de paciencia y civismo que ha mostrado en este desbarajuste. Pero no se le puede pedir o exigir mucho más de lo que ya ha dado y sigue dando en esta debacle tan terrible que le han impuesto las mafias y ha permitido un Gobierno débil e impotente".
"Y menos echarle la culpa por no organizarse o no aplicar el poder popular, cuando no se ha formado lo suficiente para ello, ni mucho menos, el Gobierno y el Estado no lo han dotado de instrumentos eficientes y efectivos para apoyar a las instituciones, que deberían estar dando el todo por el todo en esta pelea de vida o muerte en la que estamos. Y a ojos vista está que el pueblo no aprecia un esfuerzo notorio, efectivo y denodado en las instituciones, sino mucha abulia, desidia e ineficiencia".
Así que lo que toca, ya que no podemos decir que salgan a saquear comercios o prenderles candela a los intermediarios, o caerle a plomo a los mafiosos y sus amos armados, es EXIGIR AL GOBIERNO Y A SUS INSTITUCIONES QUE ACTÚEN.
No permitir que nadie, ni comentaristas de medio pelo, ni "intelectuales pseudo-orgánicos" y tal le echen tamañas responsabilidades al pueblo y lo culpen del caos.
Esto, sin idealizaciones fetichistas del pueblo ni nada, pero que no se siga incurriendo en esas groseras desproporciones que terminan de promover y justificar la desidia e inacción gubernamental.