Durante mucho tiempo la dirigencia de la revolución bolivariana fue demostrando el carácter disociado del discurso de su oposición. Mediante ejercicios hasta diarios realizados por Hugo Chávez y personajes como M. Silva, D. Cabello, J. Rodríguez, Pérez Pirela o Tania Diaz, se daba cuenta de la abismal diferencia entre lo ocurría en el país y lo que sostenían los dirigentes opositores (sus medios de comunicación y sus seguidores). Tal disociación del discurso opositor, ha contribuido de manera determinante a que los actores de este sector de la sociedad política se encuentren hoy en una parálisis, que es tal que ni siquiera poseen capacidades para articular un saludo vigente de navidad o año nuevo para el país.
La dirigencia del gobierno bolivariano pareciera que hace tiempo comenzó padecer de la tan criticada disociación de su oposición. El discurso de los voceros del gobierno y sus medios de comunicación que no es coherente con la realidad que se experimenta en el pueblo venezolano. Podemos sintetizar esta afirmación en lo que denominare el efecto VTV (Venezolana de Televisión- canal oficial del Estado Venezolano), donde su programación presenta un país que solo existe en una minúscula parte y se presenta forzosamente como la totalidad. Oficialmente solo a Nicolas Maduro se le han escuchado en algunos destellos discursivos donde se exponen algunas realidades que experimenta en pueblo venezolano, como por ejemplo la corrupción o el alza continua de precios.
Así pues, en el contexto actual según el relato oficial: los precios acordados se respetan, los salarios de los trabajadores y las trabajadoras cubren las necesidades esenciales de sus familias, los sistemas de salud, educación, eléctrico, aguas y transporte funcionan perfectamente, los empresarios a los que se les da dólares y condiciones preferenciales cumplen sus compromisos, los errores son exclusivamente de los otros, entre otras fantasías.
La dirigencia y la militancia de la revolución bolivariana está desafiada a revisar críticamente este comportamiento en el gobierno, puesto que de mantenerse se puede llegar a un similar nivel de credibilidad de su oposición política, comprometiendo "el legado de Chávez", además de profundizar la crisis política y económica que experimentamos; y este sentido se escuchan algunas campanadas, como la de Julio Escalona en la ANC, Isaías Rodríguez y hasta sospechosamente Elías Jaua. Que el chavismo continúe implica que su dirigencia reconozca que un discurso disociado es un comportamiento políticamente irresponsable y que se erradique del gobierno, además que el accionar de sus operadores sea coherente con lo que se dice.
No hay que olvidar que Hugo Chávez surgió en un contexto donde los actores del sistema político de finales de los noventa no reconocieron la realidad del país, y la base de su extraordinario apoyo fue la conexión con las realidades del pueblo venezolano y sus intereses. No corregir crea condiciones para que surja otro Chávez o un Bolsonaro…
La situación que experimenta el pueblo venezolano, no es responsabilidad exclusiva del gobierno bolivariano y su oposición, hay actores económicos invisibilizados y determinando el estado de cosas; pero comenzar a reconocer la realidad en función de los intereses del pueblo contribuye a sumar voluntades en una dirección común para identificar las soluciones y acuerdos viables.