El pueblo venezolano ha demostrado que tiene las bolas bien puestas. Ha defendido ferozmente la patria y ha logrado detener el intento de violación a la soberanía de la nación venezolana a través de una Invasión armada contra el país y un golpe de estado contra el presidente legítimamente electo Nicolás Maduro.
Pueblo y ejército unido, pueblo y soldados que al fin de cuenta son lo mismo, desafiando al coloso del norte, retando al imperio y a los gobiernos lacayos que pretenden, no sólo apoderarse de las riquezas del país, sino de destruir el proceso revolucionario bolivariano que se enfrenta al capitalismo decadente, a los vestigios de la oligarquía latinoamericana, a los restos del colonialismo gringo y europeo, al vasallaje, a las trasnacionales, a los dueños de las agencias informativas mundiales, a la falacia del "destino manifiesto", a la doctrina Monroe.
Un pueblo asediado durante años por medidas económicas inhumanas, un cerco asfixiante que ha causado miles de víctimas inocentes, niños desnutridos, enfermos, hambre, desesperación. Una guerra desigual en la cual participan las empresas trasnacionales, la oligarquía criolla, las mafias del transporte, los bachaqueros, los ladrones de insumos de los hospitales, saboteadores, los infiltrados y protegidos dentro del aparato gubernamental que se enriquecen con la corrupción, la cruenta guerra mediática que desespera a la población con informaciones falsas, con bolas preconcebidas para causar alarma en el pueblo, una inflación galopante que el gobierno nacional no ha podido controlar, el contrabando de extracción, falta de gasolina, gas doméstico, colapso en los servicios de agua potable, apagones, delincuencia desatada, soberbia por parte de los funcionarios gubernamentales a todo nivel, irrespeto, autoritarismo, prepotencia.
Un pueblo al que el imperio y sus secuaces (oposición, infiltrados e ineptos) han pretendido quebrar, torcer el brazo, asfixiar, hacer morder el polvo, corromper, destruirlo moralmente a través de un estudiado y prefabricado plan para que se renuncie a la patria, a la ciudadanía, a la revolución socialista y bolivariana que está construyendo desde el año 1998 a fuerza de coraje, valor, fuerza, corazón y alma de guerrero.
Un pueblo que, liderado por Nicolás Maduro, acompañado por el Alto Mando Militar, el constituyente Diosdado Maduro, Freddy Bernal, el Canciller Jorge Arreaza por un ejército valiente, compuesto por bravos guerreros, que orientado por la obra política y social de figuras heroicas como Simón Bolívar, Hugo Chávez, Francisco de Miranda, Antonio José de Sucre, José Félix Ribas, El Che Guevara, Fidel Castro, Ezequiel Zamora, Salvador Allende, Ali Primera, El Negro Primero, entre otras muchas ha construido un modelo de revolución que reivindica a La Patria Grande, al mestizaje, a las mujeres, los ancianos, a los desposeídos, a los excluidos de siempre, al campesino, al obrero, al indígena…
Un pueblo valiente que hace 60 años se enfrentó y derrocó a la sangrienta dictadura del sátrapa Marcos Pérez Jiménez impuesta por el Departamento de Estado. Qué enfrentó durante 60 años los gobiernos del Punto Fijismo, lameculos de los E.U., títeres del imperio, los cuales asesinaron, desaparecieron, secuestraron miles de venezolanos por oponerse a los designios de los gobernadores del norte, por rechazar las pretensiones de convertir a Venezuela en una colonia norteamericana.
Un pueblo valiente que este 23 de enero de 2019 reafirmó su decisión histórica de ser libre, de ser una nación soberana al enfrentarse a los lacayos del imperio en su intento de violar nuestras fronteras e imponer una "ayuda humanitaria" bufona bajo el tutelaje del amo del norte y sus tropas imperialistas, de impedir el paso de los imperialistas, lameculos de Colombia y guarimberos venezolanos hacia territorio venezolano para el forzar el paso de los "conteiners de la infamia"
Un pueblo que perdió el temor a las amenazas y acciones asesinas de la derecha nacional, ordenadas por su amo colonial, de asesinar ciudadanos, de quemar personas del pueblo por el sólo hecho de parecer chavistas, de colocar guayas para asesinar motorizados, incendiar viviendas, trancar vías, quemar instituciones públicas, unidades de transporte, CDI, sabotear los servicios de electricidad, instalaciones petroleras, asalto a instituciones militares…
Un pueblo que rechaza la pantomima de un presidente autodesignado, una marioneta del colonialismo mundial y salió a la calle a ratificar su sagrada decisión de elegir una Asamblea Nacional Constituyente, reelegir su Presidente, elegir sus Gobernadores, Alcaldes y Concejales.
Un pueblo que en cada calle, en cada esquina, en cada rincón del sagrado territorio venezolano grita a los cuatro vientos "Manos Fuera de Venezuela" y hoy celebra su triunfo parcial en contra del intervencionismo, la soberbia, la arrogancia, la esquizofrenia política y el aventurerismo de los que pretenden reinstalar la democracia representativa, el neocolonialismo, el neoliberalismo en el país.
Ese pueblo, ese bravo pueblo está decidido también a hacer que el gobierno nacional corrija los errores que han permitido la afectación de la economía nacional y la situación social de sus hogares, del anquilosamiento de las mafias dentro del aparato productivo nacional, la corrupción, la prepotencia oficial, las fallas en la gestión gubernamental.
Así como ha defendido la Revolución Socialista Bolivariana, la soberanía nacional, que ha enfrentado la arremetida fascista del imperio y la derecha nacional, las amenazas de los gobiernos lacayos del mundo, así mismo enfrentará a los corruptos, a la derecha endógena, a la ineficiencia e incapacidad de los funcionarios gubernamentales venales, a los enchufados, a los traidores.
De las victorias obtenidas renacerá la fuerza revolucionaria que deslastrará el proceso bolivariano de las medias tintas ideológicas, de las falsas visiones revolucionarias que tanto daño ha hecho al proceso político socialista bolivariano.
El momento de radicalizarse la revolución ha llegado. Los revolucionarios están conscientes que "sólo el pueblo salva al pueblo" y que esto se hace al fragor de las batallas. Estamos en plena guerra y la pelea es peleando.
AQUÍ NO SE RINDE NADIE.
Hacia la victoria final. Venceremos