José Maria Vargas Vila llegó a la convicción que había que aprender con la Historia a despreciar menos a los enemigos de la libertad que a los falsos apóstoles de ella. A pesar de que la noción de la Libertad es ambigua, no podemos olvidar que ella nació en la revolución francesa como Libertad de mercado. Y que esa liberación comercial no hizo sino fortalecer a la burguesía que esclavizaba a las masas, cada día más pobres y cada día más ensombrecidas en la ignorancia. Pero la Libertad referida por Vargas Vila es aquella Libertad que vino en la flama del fuego de Prometeo.
La auténtica libertad antes y después del triunfo de la burguesía es prometéica. Es la suprema condición humana que nos iguala tras la pulverización de los monopolios de clases. Cuando la libertad deje de ser prometeica, se hace comunista, en su mayor grado de elevación.
Un revolucionario socialista, tiene como único norte de su vida la construcción del Socialismo en su ámbito nacional o en su espacio continental. La señora Bachellet, ya lo hemos dicho en algún lado, pertenece a un socialismo de franquicia, y ella es por supuesto, una socialista de supermercado, que festeja por todo lo alto la firma de un TLC entre Colombia y Chile.
¡Más chimba y me mato! Si la Bachellet es socialista entonces nuestra abuela es Astronauta.
Esa noción markettinesca del socialismo de la señora Bachellet fue la que privó en el voto salvado de la diplomacia chilena en la ONU, donde nuestro País aspiraba a un puesto como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad. Esa misma aberración de Socialismo chimbo a lo Bachellet es la que soporta y lleva adelante el tratadismo comercial entre la Colombia regalada por el uribismo al imperio norteamericano y la Chile subastada, por los socialistas piratas nacidos en tierra chilena, al dios mercado de la globalización neoliberal que está a la diestra del dueño imperial.
Como consecuencia de la locura neoliberal, la gran mayoría de hermanos colombianos sumidos en la pobreza, hoy no consumen carne natural, ni vegetales naturales, de tal manera que se conforman con consumir transgénicos, o comida chatarra, como se dice a la trocha y mocha.
Que Uribe, el lavaperros de Bush este loquito por firmar a favor del imperio hasta el destino de su trasero, lo comprendemos, el es un sucio pichón de oligarca; pero el caso de la señora Bachellet es distinto: ella se ha enjuagado la boca con el socialismo, y a consecuencia de esas gárgaras, por lo menos tendría que tener algo de pudor, a la hora de suscribir ese tratado pecueco que llaman TLC, que no es otra cosa que el parapeto mediante el cual los mercados imperiales atracan la economías nacionales de América Latina.
Ojalá la señora Bachellet deje de enjuagarse la boca con el socialismo, ya que su lastimosa postura no llega ni a la socialdemocracia preconizada por el corporativismo. Ya estuvo bueno de contrabandos ideológicos señora Bachellet.