En la población venezolana se observa un sentimiento de pérdida, una sensación generalizada de ausencia. Los discursos de las personas en la vida cotidiana están saturados de añoranzas y nostalgias. Los recuerdos son lugares comunes a los que se recurre como una forma de aproximarse a lo experimentado en los buenos tiempos, por lo cual es válido interpelarse ¿Qué perdimos?.
Una perdida innegable hoy en Venezuela es la capacidad de consumo, para los que viven del trabajo bajo dependencia o por cuenta propia está pulverizada. Durante uno de los apagones en mi comunidad, un vecino se aproximo a una discusión política que teníamos entre hermanos, después de participar efusivamente en el debate, se relajo y con resignación dijo que solo quería que las cosas volvieran a ser como antes: donde se trabajaba poco (como taxista), bebía mucha cerveza, "comía bien" y lo que quería. ¡Mas nada pedía!. Entendí que no añoraba vivir en la cuarta, sino en lo mejor de la quinta República, donde se recupero de manera vertiginosa y fuerte la capacidad de consumo de los venezolanos y venezolanas en el mercado, bajo la creciente renta petrolera.
El bienestar social que logramos desde principios de siglo forma parte de las perdidas, aunque está solo fue percibida en los últimos tiempos, a diferencia de lo anterior. La institucionalidad que debe garantizar el acceso a servicios como la electricidad y agua u opera los sistemas de salud y educación está seriamente comprometida. La consecuencia: un profundo desgaste de la población, tanto físico como psicosocial, que alimenta las razones para migrar del país.
El debate en el campo político y social sobre las causas de estas pérdidas esta reducido y polarizado. Aunque real, no logra calar en la población que las medidas unilaterales implementadas por parte del gobierno de los Estados Unidos de América y los actores políticos locales o regionales a su disposición afectan de manera sustancial cualquier acción estatal por mejorar las condiciones de bienestar y consumo. Prevalece en la narrativa mediática, sobretodo en la plataforma 2.0; que la conducción actual de gobierno bolivariano y el chavismo en suma, es la responsable de las condiciones en las cuales vivimos los venezolanos hoy.
En términos analíticos seguimos en presencia de una prolongada suma cero, donde los actores políticos asumen que solo es posible su avance, si este implica una pérdida absoluta del otro. El chavismo sigue sin contrincante en lo político y quienes lo adversan determinan lo económico, implementando la asfixia controlada para afectar la acción estatal, ya disminuida por los problemas de corrupción e ineficiencia. Hoy crece el desencanto en parte de la población en relación factibilidad medidas efectivas por parte de la sociedad política que se orienten a la recuperación del bienestar y la capacidad de consumo en el mercado.
Ante esta compleja situación seguimos teniendo un país soberano y una patria independiente en la cual existe una búsqueda, con pocos simpatizantes; para la resolución del conflicto en el terreno de lo político. Sin embargo esta vía experimenta al menos dos obstáculos en este momento: la crisis de los liderazgos y de los relatos de los actores políticos en Venezuela.
Las circunstancias llevaron a Nicolás Maduro a ponerse al frente de la revolución bolivariana y desde ese momento ha estado en la búsqueda y construcción de un perfil de liderazgo que no termina de consolidarse, a pesar que hay grandes esfuerzos desde la propaganda oficial posicionar una imagen tal. Una de las causas claves es que Maduro forma parte de un sector del chavismo que tiene que llegar a acuerdos con otros sectores, afectando significativamente la capacidad para definir una dirección, exponiéndola a inconsistencias. Hugo Chávez estaba por encima de todos los sectores y eso evitaba las fugas, condición que Maduro no logra tener, a pesar de emular el estilo del caudillo y exacerbar un esquema de feudos.
El relato del chavismo se encuentra en una inacabada transición, dado que de proponer un futuro en términos del socialismo del siglo XXI está pasando rápidamente a centrarse en lo pragmático, asumiendo la jerga de la emergencia-contingencia y de bélico. En este tránsito del relato político se observa una fragmentación, una condición llamativa en tanto hasta ahora ser homogéneo fue una de los principales atributos para la movilización de su militancia y sumar apoyos de los sectores menos radicalizados.
Con todas las dificultades existentes en el chavismo, este tiene condiciones para reconfigurar sus liderazgos, sin negar que eventualmente este proceso este influenciado por actores globales con los que la revolución bolivariana tiene acuerdos estratégicos. Hoy los grupos de interés en el chavismo tienen mayor propensión a lograr un acuerdo de largo plazo, que se exprese en un liderazgo solido y una estrategia organizativa coherente.
Revitalizar el relato político es otra de tareas claves y en este sentido se observa una tensión, por un lado los que proponen que se incorpore a la población al debate y la participación política organizada en la estrategia de superación de los problemas que se experimentan en el país, como una efectiva vacuna para el síndrome de pacto entre cúpulas y la intensiones bélicas de algunos actores nacionales e internacionales. En otro sentido se promueve la emulación del modelo chino, que pone su acento en garantizar la producción de bienes y servicios, con libertades para el capital privado. En cualquier caso si quiere mantener la ventaja estratégica, el discurso debe ser homogéneo.
La situación de la oposición venezolana en estos aspectos es delicada, pues no logra articular un discurso propositivo y definido para sumar desde este enfoque. Las adiciones que logra es desde la negación, es decir el rechazo al chavismo; y bien sabemos que el resultado es efímero y disperso. No logran un liderazgo medianamente conectado multidimencionalmente con la población, muy por el contrario se configura mas clasista, como muestra de anterior se puede examinar con detalle la designaciones que ha hecho el gobierno fantasma de Guaido. Ante esta incapacidad los adversarios del chavismo están subordinados al gobierno de los Estados Unidos de América, dado que son los que garantizan el financiamiento para su sobrevivencia política y en definitiva terminan resolviendo los conflictos internos.
La oposición al chavismo debe tener en cuenta la historia de la izquierda venezolana después de la década de los sesenta. La izquierda contó con una dirigencia que no logro la unidad sustantiva y en consecuencia sostuvo un relato fraccionado durante casi cuarenta años. ¿Qué cambio la situación?. El surgimiento de la figura de Hugo Chávez y su avasallante conducción. Hoy la oposición al chavismo o se dota de un liderazgo y un relato con cierta autonomía de los actores como Estados Unidos de América o está condenada a esperar un milagro en el campo político y esto puede durar décadas. Seguro estoy que hay actores que asuman responsablemente una vía posiblemente lenta y con errores, pero con resultados sostenibles.