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"El intento de golpe", "alzamiento militar", "insurrección popular", o como se le quiera llamar, liderado por Guaidó, el pasado 30 de abril, se puede interpretar como un rotundo fracaso, si el objetivo era deponer al gobierno de Maduro, ya que esto no ocurrió. Y no ocurrió porque, aparentemente, sólo contaba con el respaldo de unos 30 militares en la ciudad capital, y no hay que ser especialista en estos temas para saber que con este número es imposible tomar el poder por la fuerza. Es probable, que ellos pensaban que esta acción podría generar una reacción militar en cadena en todo el territorio nacional, que a su vez fuera apoyada por la mayoría de la población descontenta, pero lo primero no pasó y lo segundo no ocurrió en las proporciones que ellos esperaban.
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La presencia de Guaidó y Leopoldo López en la autopista Francisco Fajardo desde tempranas horas de la mañana el 30 de abril, muestra la fragilidad de los mecanismos de inteligencia y seguridad del gobierno, los cuales de manera recurrente dan signos de su vulnerabilidad al no ser capaces de evitar la fuga de un detenido que tenga "casa por cárcel", y esto no es la primera vez que acontece. El que haya ocurrido deja al gobierno muy mal parado ante sus seguidores y evidencia las grietas y fracturas que hay dentro de los organismos de seguridad política, es decir, los descontentos que se perciben en la sociedad civil también tienen su repercusión en los organismos de seguridad, los cuales están siendo capitalizados por la oposición y sus aliados en el exterior.
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Pero, por otro lado, si el propósito era calentar "la calle", la "prensa internacional", y "liberar a Leopoldo López" y seguir capitalizando el descontento de la población, entonces sí tuvieron un parcial éxito. Hubo importantes movilizaciones en todo el país con sus respectivas escaramuzas, enfrentamientos, detenidos, uso desproporcionado de la fuerza, muertos (4 hasta ahora), cientos de heridos, y Leopoldo protegido en alguna embajada, aparentemente la de España. Hasta ahora Guaidó actúa como un "súper héroe", bajo la venia de los AVENGERS de los EE. UU (Donald Trump, Elliott Abrams, John Bolton, Mike Pompeo, Marco Rubio), ya que es capaz de desafiar al gobierno de manera abierta y pública y no ha sido "tocado" por los organismos de seguridad, bien sea porque hacerlo agravaría más la situación para Maduro o porque de alguna manera es lo que el gobierno de los EE. UU está esperando para actuar de manera más directa. Es probable que Guaidó quiera convertir este "fracaso militar" en un "éxito político", pero aún es temprano para saber las repercusiones de estas acciones.
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Es demasiado curioso que el aumento salarial, que históricamente el gobierno realiza en el marco del 1 de mayo, no haya tenido la performance que lo ha caracterizado. No hubo cadena nacional, tampoco se presentaron otras medidas económicas, el presidente a la fecha no se ha pronunciado al respecto, lo cual podría indicar, posiblemente, que Maduro no se siente cómodo con un tema que es de crucial importancia para la población en general. La pérdida del poder adquisitivo en Venezuela, curiosamente, es directamente proporcional a los aumentos salariales que se reciben, es decir, cada vez que el salario se incrementa, el ciudadano pierde capacidad para adquirir los productos básicos para la subsistencia. ¿Cómo puede un ciudadano vivir con 8 USD al mes? El silencio de Maduro ante el aumento salarial es tan inusual que, aunque se publicó en gaceta, Francisco Torrealba, constituyente y presidente de la comisión de trabajadores de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) tuvo que salir a decir que, si era cierto la oficialidad de tal anuncio, porque se dudaba de su veracidad; algo que no había pasado antes con los aumentos salariales.
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El problema de la comunicación "oficial" incrementa la desinformación cuando la población requiere estar más y mejor informada. Los cierres de medios radiales que realizó los organismos del Estado, en la coyuntura de esta semana, sacar señales de las cableras, tumbar páginas de internet (ejemplo aporrea), entre otras acciones, lo que hacen es confirmar las acusaciones de "autoritarismo" que se le atribuyen y caldean más los ánimos y muestra aquello que el gobierno dice que "no hace" pero que "si hace". Además, los voceros del gobierno, no son capaces de usar los medios masivos como radio y TV, para comunicarse con la población, sino que usan las redes sociales para tal fin. Por ejemplo, Jorge Rodríguez, Ministro para la Comunicación y la Información, usa twitter para decir que el jueves si hay clases, y lo hace casi a media noche. ¿Qué es eso? Esto lo que hace es generar más incertidumbre. ¡Encadenan cuando no hay necesidad y cuando se requiere que den información oportuna desaparecen!
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Hay una preocupación muy sentida, en gran parte de la población, y es la participación de grupos civiles armados actuando al lado de organismos del estado como fuerza de choque ante las manifestaciones de la oposición. No es posible que veamos "como normal" a grupos civiles motorizados o en vehículos armados paseándose por la ciudad amedrentando a la población que sale a protestar. El silencio de los voceros del gobierno al respecto aturde, y cuando tocan el tema es para defenderlos. ¿A qué tipo de paz se refiere el gobierno si permite este tipo de acciones? ¿Se cuestiona el paramilitarismo vecino y opositor, pero nos hacemos de la vista gorda con el propio? ¿Denunciamos las políticas de seguridad nacional que implementó Uribe en Colombia y repetimos lo mismo a lo interno de nuestro país? Es decir, que si lo hacen los "otros" es condenable, pero si lo hacemos nosotros es justificable.
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El país está montado en una olla de presión o en una mina, la cual podría estallar en cualquier momento, bien sea por implosión, es decir por acciones internas o por una explosión, es decir, por causas externas, o por la combinación de ambas. Las condiciones de vida cada vez empeoran más y la migración del 10 % de la población es el indicador más elocuente de esa realidad que ya se hace invivible. Insisto, no es posible que un salario de 8 USD no haga estragos en la vida de los ciudadanos y que estos se mantengan indiferentes, incluyendo a los que apoyan al gobierno. El gobierno perdió su capacidad de gobernar y credibilidad. Demasiadas promesas incumplidas y demasiadas esperanzas enterradas. En palabras de Freddy Bernal, vocero del gobierno: "Hemos perdido gobernabilidad y no es culpa de la IV república".
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Hay que seguir apostando por salidas negociadas, de consensos, de dialogo, de alianzas, pero para ello tanto el gobierno como la oposición tienen que entender que ninguno de los dos puede gobernar al país sin el "consentimiento del otro". Esto debido a la polarización y a los pisos políticos que ambos bandos tienen. De lo contrario, seguiríamos repitiendo la historia actual, pero con diferentes actores en el poder. Hay una clara intencionalidad hegemónica de hacer ver que sólo tenemos dos posibilidades de salida: Judas o Barrabas. Si la oposición llega al poder repetiría lo que ya está aconteciendo en Colombia, en Brasil y Argentina. Es decir, tendríamos gobiernos de extrema derecha alineados a políticas neoliberales y países convertidos en satélites del Norte Global, con las consecuencias económicas y sociales que ello acarrearía. Pero, si seguimos como vamos tendríamos mayor control de medios, crisis de las instituciones, corrupción incontrolable, colapso de la economía, más bloqueos internacionales, en fin, un gobierno que no sería capaz de gobernar, es decir, lo que ya estamos experimentando, pero de manera más aguda. Por eso, por ahora, lo mejor es generar las condiciones para transcender a las alternativas binarias que se quieren imponer, y ello requiere que el liderazgo de ambos sectores coloque al pueblo sufriente como prioridad y no sus intereses ideológicos: Si ambos sectores dan un paso atrás en sus posturas, todo el país estará dando muchos pasos hacia adelante.
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La palabra DIALOGO causa ruido a los sectores radicales de ambos bandos, pero ante la realidad que se está padeciendo este es el camino que nos toca transitar si no queremos matarnos en una guerra civil, como ya ha ocurrido en Centroamérica en el pasado, para después, sobre los cadáveres de nuestros hermanos, admitir la necesidad del dialogo. O, por otro lado, darle el gusto al halcón del Norte y sus aliados de concretar una intervención militar extrajera que sería nefasta y de consecuencias catastróficas. Pero hay que entender que dialogo, implica entre otras cosas, reconocimiento del otro, ceder en posturas, disposición a la escucha activa, acuerdos consensuados, deponer actitudes e incluso posturas, posicionarse desde otras miradas, establecer objetivos nacionales por encima de los ideológicos, reconocer que se dialoga con el diferente y no con el que piensa igual, admitir que se cometieron errores, y que se ha perdido la gobernabilidad, y que es más sensato que los ciudadanos se expresen con votos y no con balas.
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Parafraseando a Chávez, lo más "heroico" para Maduro y lo más beneficioso para todo el país sería que él asumiría la responsabilidad del fracaso de su gestión política y se abran los caminos para un dialogo abierto y transparente que nos conduzca hacia una relegitimación de todos los poderes en el país, donde la población tenga las posibilidad de decidir su destino por medio de los mecanismos que la Constitución venezolana y sus leyes permiten: "Compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos como gobierno no fueron logrados. Ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones, y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor. Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este fracaso político".
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