En las últimas semanas en el chavismo se han dado al menos dos debates claves, el primero de ellos, muy en sintonía con la población; es sobre el salario, y sobre este hay argumentos de pesos pesados de la política y la academia, además de aportes tímidos desde las organizaciones sindicales. El segundo debate es sobre la unidad de cara a las elecciones parlamentarias, donde se observa por un lado al Psuv, con una intensa dinámica para consolidar una fórmula que dé cuenta de su hegemonía en la revolución bolivariana y por otro a organizaciones y movimientos pequeños, que reivindican su autonomía y se articulan en lo que han denominado la Alternativa Popular Revolucionaria.
Muchos observadores opinan que es la expresión de la ruptura del chavismo, la deseada implosión que sería el inicio del fin de la revolución bolivariana. Me parece que esto, más que constataciones, son deseos no cumplidos.
Cuando se observa el chavismo, es necesario tener en cuenta otras experiencias históricas de movilización del pueblo en América Latina. En particular la Argentina y la evolución del peronismo. ¿Por qué en particular esta experiencia?, pues porque tiene en común con la venezolana, que fue encabezada por un liderazgo carismático, que deja en segundo plano las estructuras de organización, como las que mantienen la revolución nicaragüense y cubana. Al perecer el líder que administra las tensiones en el proceso y construye un orden, los actores comienzan una disputa por imponer su óptica y asegurar que esta predomine en la orientación de la revolución.
Los actores políticos que se disputan la correlación de poder dentro de la revolución bolivariana, van exponer la lealtad al líder y a esgrimir sus ideas para legitimar sus planteamientos y encontraran un terreno fértil, pues en la evolución política y discursiva del líder van a contar con frases o reflexiones que pueden presentar posiciones contrapuestas sobre un asunto. Por colocar un ejemplo, un chavista hoy puede sostener que lo viable es una tercera vía y encontrara reflexiones políticas de Chávez, que le den la razón, aunque el comandante evolucionara políticamente hacia un enfoque muy diferente y se declara socialista. Quien promueva el control obrero, encontrara un discurso de Chávez, que legitime su posición y uno contrario donde alaba a la empresa privada.
Desde hace rato en el seno de chavismo se viene dando una reconfiguración del proyecto en la revolución. Esa reconfiguración se está dando en un escenario de agresión contra el país. En tal sentido podemos constatar que este proceso se está dando en un sector político del chavismo, que lleva el timón y está excluyendo a algunos factores políticos históricos, pero no mayoritarios. Y en ese contexto ubico la recientes palabras del presidente Maduro, quien pone el pecho y se hace responsable del rumbo actual. Creo que es una de las pocas veces donde, se pone en evidencia posiciones divergentes y Maduro se asume como líder que escucha los cuestionamientos, pero mantiene su posición.
Ahora bien, ¿que nos trae esto de cara al futuro?, es probable que un chavismo que no se parezca al originario, sin calificarlo de manera binaria: bueno o malo. Un chavismo evoluciona hacia lo heterogéneo, y que por lo tanto tenga múltiples expresiones e identidades y que estas desarrollen disputas por asumir la dirección, en los distintos niveles; que termine siendo un espacio de encuentro político, donde se estén anidan ideas izquierda y derecha; y en cuyo seno comiencen a albergar conductas inescrupulosas para dirimir el conflicto.
Sin embargo, conviene ratificar que el chavismo su conjunto, asume principios claves, como una postura antimperialista y la defensa de la soberanía.
En el chavismo, como en cualquier otro proceso de construcción de una alternativa la capital, no podemos ser ingenuos y pensar que hay una manera diferente a construir el orden, que no se la conflictiva.
